Revista de Educación Religiosa, Volumen II, Nº 1, 2020, DOI 10.38123/rer.v2i1.84

Trazos de la catequesis en Ecuador

G. Carmita Coronado N.1
Universidad Politécnica Salesiana, Ecuador

Introducción

La catequesis, como tarea de la acción evangelizadora de la Iglesia, desde el mismo momento de la expansión del cristianismo se constituyó en un espacio primordial donde el aspirante a seguidor de Jesús era acogido (físicamente hablando), pero sobre todo recibía una formación inicial que lo invitaba a poner por obra concreta lo aprendido mediante la recepción de los sacramentos.

A lo largo de la historia de la Iglesia universal y de las iglesias particulares, esta ha sido la manera más directa y visible de realizar la inserción del aspirante a la comunidad cristiana, aunque no siempre se haya tenido en cuenta que es solo una parte del proceso para iniciarse en el camino de seguimiento de Jesús. Ese camino ha sido transitado a veces transgrediendo orientaciones que tienen como fuente los relatos de los evangelios, en los cuales se percibe el proceso que hizo Jesús en la formación de sus discípulos.

Es oportuno recordar la etimología de la palabra catequesis, “gritar desde lo alto, resonar, hacer eco”. Eso nos ayuda a volver la mirada a su origen y comprobar que las prácticas catequísticas de la Iglesia no siempre han respondido ‒incluso actualmente‒ al objetivo y a su alcance original en el sentido señalado de “hacer eco de la Palabra de Dios en la vida del interlocutor”. A veces, en realidad, nos hemos quedado solamente en un aprendizaje de contenidos ininteligibles muy divorciados de la vida, sin lograr conectar la vida cotidiana con la propuesta de Jesús: hacer discípulos.

Desde la práctica y experiencia que tuve durante diez años (2005-2015) al frente del Departamento de Catequesis de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, pude percibir algunos rasgos y particularidades de la manera en que se ha llevado a la práctica la acción catequística, especialmente en las parroquias, ya que estas fueron visitadas permanentemente en el tiempo que duró mi servicio. Ciertamente, una prioridad en la gestión realizada fue la formación de catequistas para responder a los ejes propuestos por el Directorio General para la Catequesis (DGC): el saber, el saber hacer y la espiritualidad del catequista; este acercamiento posibilitó descubrir vacíos en el ser del catequista, en lo que tiene que ver con su iniciación personal a la vida cristiana. La realización de Encuentros Nacionales con temas coyunturales, intercambios y experiencias, inyectaron, como a un niño en crecimiento, las vitaminas apropiadas para el ejercicio del catequista.

Tomar la temperatura al quehacer catequístico de la Iglesia en el Ecuador y evidenciar sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas puede ser un ejercicio obligatorio como herramienta para realizar ajustes y, de ser necesario, enmendar caminos, ya que de eso se trata en el proceso de intentar formar discípulos de Jesús.

1. Fortalezas de la catequesis

1.1. Organización

1.2. Capacitación

1.3. Recursos pedagógicos, materiales y relación con medios de comunicación

Otro recurso como ayuda didáctica lúdica fueron los bingos. Su objetivo era reforzar contenidos y realizar una evaluación. Se acompañaron con CDs de música para los encuentros con niños, jóvenes y padres de familia.

2. Debilidades de la catequesis

3. Oportunidades

4. Amenazas

Conclusión

Hacer este recorrido de constatación de lo que se ha hecho permite replanificar la acción catequística, buscar nuevas respuestas a los nuevos desafíos que el momento actual plantea; poner en juego la creatividad para la formación de catequistas. Otra tarea es revisar a fondo la pedagogía utilizada por Jesús, el Maestro, lo que puede constituirse en un ejercicio saludable que ayudaría a entender el sentido de la experiencia como elemento fundamental que supere aquella persistente visión centrada en lo doctrinal. Parece que aún no se entiende bien lo que dijo el Papa Benedicto XVI:
No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y, con ello, una orientación decisiva. Una auténtica experiencia de encuentro con el Dios de Jesús, Dios amor, lleva implícita en la persona la posibilidad de crear y formar comunidad, saliendo de sí misma, para ponerse al servicio de los más pobres”. (Discurso de apertura de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Aparecida, 2007).

Quito, septiembre de 2020