Revista de Educación Religiosa, volumen III, nº 3, 2025, DOI 10.38123/rer.v3i3.515
Heriberto Luis Cabrera Reyes2
heriberto.cabrera@uc.cl
Pontificia Universidad Católica de Chile
Lorena Basualto Porra3
lbasualto@uahurtado.cl
Universidad Alberto Hurtado, Chile
Resumen
La transformación social actual, marcada por la secularización, la crisis de confianza en la Iglesia y los cambios en la estructura familiar plantea la necesidad de renovar las prácticas catequéticas para responder a los nuevos contextos educativos y eclesiales. En este marco, el presente artículo presenta los resultados de una investigación sobre las experiencias significativas de catequesis sacramental en colegios católicos de Chile. Su objetivo principal es identificar las características que definen las buenas prácticas catequísticas y evaluar su coherencia con los principios del Directorio general para la catequesis (1997) y el Directorio para la catequesis (2020).
El estudio adopta una metodología cualitativa basada en entrevistas semiestructuradas y grupos focales realizados con coordinadores de pastoral y catequistas de once colegios católicos de diferentes regiones de Chile. El análisis de contenido permite identificar los elementos comunes en estas buenas prácticas, destacándose la integración de la catequesis en un itinerario pastoral, el uso de espacios diferenciados para la vivencia de la fe, la implementación de metodologías inductivas, la utilización de didácticas activas y participativas, y la promoción de la acogida, la empatía y la escucha activa en los encuentros catequísticos.
Asimismo, la investigación establece criterios para reconocer una buena práctica de catequesis, entre los que se destacan la asistencia y participación de los catequizandos/as, la creación de un ambiente acogedor y de escucha empática, el crecimiento comunitario en la fe, la retroalimentación de los propios catequizandos/as y la continuidad de la experiencia catequética a lo largo del itinerario pastoral escolar. Estas características no solo se alinean con el marco teórico propuesto por la Iglesia, sino que también evidencian una actualización de la práctica catequética en respuesta a los desafíos contemporáneos.
Los hallazgos de la investigación permiten concluir que las buenas prácticas catequísticas en colegios católicos pueden ser replicables en otras instituciones educativas similares. Estas prácticas promueven una catequesis escolar que no se limita a la preparación sacramental, sino que se proyecta como una experiencia formativa integral, participativa e inclusiva, contribuyendo a la maduración en la fe y al encuentro personal y comunitario con Cristo. Esta propuesta se presenta como un modelo de catequesis coherente con la misión evangelizadora de la Iglesia y con el Proyecto Educativo Institucional (PEI) de las escuelas católicas, reforzando su identidad como espacios eclesiales de comunión, diálogo y sinodalidad.
Palabras clave: catequesis, escuela católica, buenas prácticas.
Abstract
The ongoing social transformation, marked by secularization, the crisis of trust in the church, and changes in family structure, raises the urgent need to renew catechetical practices to effectively respond to new educational and ecclesial contexts. Within this framework, this article presents the results of research on significant experiences of sacramental catechesis in catholic schools in Chile. The main objective is to identify the characteristics that define good catechetical practices and to evaluate their alignment with the principles of the General Directory for Catechesis (1997) and the Directory for Catechesis (2020).
The study uses a qualitative methodology based on semi-structured interviews and focus groups conducted with pastoral coordinators and catechists from eleven catholic schools located in different regions of Chile. The content analysis enables the identification of common elements in these good practices, key aspects include the integration of catechesis into a comprehensive pastoral itinerary, the use of differentiated spaces to foster a living experience of faith, the implementation of inductive methodologies, the use of active and participatory didactics, and the promotion of an environment of welcome, empathy, and active listening in catechetical encounters.
The research establishes key criteria for recognizing good catechetical practices; some of these key criteria include student attendance and participation, the creation of a welcoming and empathetic environment, community growth in faith, feedback from the catechists themselves, and the continuity of the catechetical experience throughout the school’s pastoral itinerary. These characteristics not only align with the theoretical framework proposed by the church but also reflect an update in catechetical practice to address contemporary challenges.
Finally, the research findings allow for the conclusion that good catechetical practices in catholic schools can be replicated in other similar educational institutions. These practices promote a school catechism that goes beyond the sacramental preparation, projecting it as an integral, participatory, and inclusive formative experience, such an approach contributes to faith maturation and fosters a personal and community encounter with Christ. This proposal is presented as a catechetical model consistent with the evangelizing mission of the Church and with the Institutional Educational Project (IEP) of catholic schools, reinforcing their identity as ecclesial spaces of communion, dialogue, and synodality.
Keywords: catechesis, catholic school, good practices
La progresiva secularización (COES, 2019), la crisis de confianza en la Iglesia (Cordero, 2020) y los cambios en la estructura familiar (PNUD 2024; Fuentes et al., 2024), interpelan los actuales modelos pastorales y, junto con ello, exigen renovar las prácticas catequéticas tradicionales. Estos factores, junto con el llamado de la Conferencia Episcopal de Chile a renovar la catequesis (CECH, 2023) y la invitación del papa Francisco a desarrollar una catequesis kerigmática y mistagógica (Evangelii gaudium), hacen urgente la renovación de la catequesis para que pueda responder eficazmente a los nuevos contextos (Comunidad de vida y aprendizaje educación, 2019).
El presente artículo da cuenta de los resultados del proyecto “Características de buenas prácticas de catequesis sacramental en colegios católicos y coherencia con la misión de la escuela católica”. Este estudio busca ser una contribución innovadora a los desafíos que enfrenta la catequesis en los colegios católicos de Chile, en un contexto de transformaciones socioculturales y eclesiales. Se identifican así las dimensiones y elementos catequísticos y pedagógicos en consonancia con el actual Directorio para la catequesis (2020), proponiendo un modelo replicable que refuerza la identidad de los colegios católicos como espacios eclesiales, inclusivos y sinodales.
Considerando este contexto, hemos buscado, por un lado, identificar elementos comunes de buenas prácticas de catequesis sacramental en colegios católicos y, por otro, analizar los criterios que permiten clasificar las prácticas de catequesis escolar como exitosas. La investigación adoptó así un enfoque cualitativo para explorar las buenas prácticas de catequesis sacramental a través de entrevistas semiestructuradas, tanto individuales como grupales (grupos focales), con los responsables de catequesis y equipos de catequistas en cada colegio.
La relevancia del estudio estriba en la necesidad de desarrollar modelos de catequesis que respondan eficazmente a los desafíos contemporáneos en los colegios católicos de Chile. En consonancia con las Orientaciones pastorales 2023-2026, esta investigación ofrece herramientas valiosas para agentes pastorales, catequistas y educadores, fortaleciendo su labor de acompañamiento a los/as niños/as y jóvenes en su camino de fe. Al identificar y analizar buenas prácticas, el proyecto impulsa la renovación de la catequesis en Chile, fomentando una formación que integra la fe con la cultura y la vida cotidiana de los y las estudiantes. Esta propuesta de buenas prácticas en catequesis sacramental aporta un recurso significativo para crear una catequesis más inclusiva, contextualizada y en sintonía con el espíritu sinodal, asegurando así su pertinencia y efectividad en el contexto escolar actual.
El artículo se estructura en cinco secciones. En primer lugar, se desarrollan los antecedentes teóricos conceptuales relativo a los elementos pedagógicos y teológico pastorales; posteriormente, se da cuenta de la metodología de la investigación considerando el enfoque, las estrategias de recolección de datos y el análisis. En tercer lugar, se presentan los resultados desde dos ámbitos: buenas prácticas de catequesis escolar en sus dimensiones de gestión, uso de espacios, método/didácticas y, un segundo apartado referido a los criterios para la consideración de las buenas prácticas. En la cuarta sección se despliega la discusión, articulando los resultados con los antecedentes teóricos conceptuales de la investigación; y, finalmente, se expone la conclusión.
Dada la extensión de este artículo, en esta sección solo se exponen los antecedentes teóricos y conceptuales considerados necesarios para comprender el estudio y la discusión de resultados, específicamente: la identidad de la Escuela Católica, el concepto de buenas prácticas y los documentos con que se determinan los cinco criterios de buenas prácticas.
La Escuela Católica, además de ser un espacio académico, es también un lugar de evangelización en el que se forma a los/as estudiantes en una visión cristiana de la vida (DC, 2020). En ese sentido, la Escuela Católica se define como un espacio de misión y testimonio, en el que se busca que los valores evangélicos permeen todas las dimensiones de la educación (Vicaría para la Educación, 2020). Por eso, ella tiene la responsabilidad de fomentar un ambiente en el que se viva la fe integrando los valores cristianos en la cotidianidad y en las relaciones interpersonales (DC, 2020). Así, la Escuela Católica se convierte en un lugar propicio para el crecimiento integral de los y las estudiantes, a quienes se busca acompañar no solo en su desarrollo intelectual, sino también en su dimensión espiritual y humana, en coherencia con el proyecto educativo del colegio (PEI). De esta manera, la Escuela Católica es un verdadero “sujeto eclesial” (DC, 2020, #311), porque hace visible la misión de la Iglesia en el contexto educativo formal, ratificando así la impronta identitaria y la misión que le es propia (Congregación para el Clero, 1997).
El concepto de buenas prácticas o best practices alude a un conjunto de acciones, métodos y enfoques que, sustentados en evidencia empírica y en el consenso de expertos, han demostrado ser altamente efectivos para alcanzar objetivos específicos en diversos campos. Así, estas prácticas, producto de un análisis crítico de experiencias exitosas y fallidas, se consolidan como referentes que promueven la excelencia y el aprendizaje continuo (Aparicio, 2023).
Al igual que en cualquier otro proceso de enseñanza-aprendizaje, para la catequesis de iniciación cristiana la identificación y aplicación de buenas prácticas resulta fundamental, porque permite diseñar experiencias significativas que fomenten la fe y la vida cristiana en los y las catequizandas. En este sentido, las palabras de Freire cuando señala que la práctica educativa tiene como cualidad “no poder ser neutral” (Freire, 2012, p. 45) continúan siendo inspiradoras, porque todo aquello que se hace en la catequesis responde a un paradigma eclesial y teológico.
La implementación de buenas prácticas en la catequesis escolar puede manifestarse de diversas formas, ya sea en métodos, didácticas, abordaje de contenidos, planeación de itinerarios, elaboración de materiales, evaluación de los aprendizajes, perfil del catequista, entre otros (Véliz y Gutiérrez, 2021). El desafío es identificar cuáles son estos elementos teóricos y prácticos que permitan a la catequesis no ser una mera transmisión de conocimientos, sino un espacio de diálogo, encuentro y construcción conjunta de la fe.
Entre los numerosos documentos que abordan la catequesis, dos se destacan por su importancia: el Directorio general para la catequesis (1997) y el Directorio para la catequesis (2020). Ambos ofrecen los principios y orientaciones teológico-pastorales fundamentales relevantes para la praxis de la catequesis en nuestro tiempo (Martín, 2021). Las dimensiones esenciales que abordan estos documentos y que interesan, particularmente, para esta investigación se refieren a la identidad, la finalidad, las tareas y las fuentes de la catequesis. Los textos abordan también el proceso de la catequesis, que incluye la pedagogía de la fe, la metodología y el impacto en la vida de las personas. Por último, y no menos importante, desarrollan el rol relevante del catequista y de la comunidad en los diferente escenarios culturales donde se realiza la inculturación de la fe.
En el ámbito de este estudio, se entiende por criterio un principio, norma o estándar para juzgar, evaluar o tomar decisiones sobre algún asunto, objeto o situación (Pérez et al., 2017). En el caso de la catequesis, se trataría de un marco de referencia que permite determinar si ella cumple con lo señalado por los directorios de la catequesis. Es verdad que estos documentos no hablan de criterios; sin embargo, inspirándonos en ellos podemos llegar a establecer cinco, que se explican a continuación sintéticamente.
La catequesis es una acción fundamental de la Iglesia destinada a guiar a los fieles en la maduración de su fe y en el encuentro profundo con Cristo. Esta identidad tiene un fuerte vínculo con el mandato misionero de la Iglesia, que llama a todos los creyentes a vivir, compartir y testimoniar el Evangelio en cada contexto y época (DGC, 1997; DC, 2020). En las escuelas católicas, la catequesis sacramental cobra especial relevancia, pues se trata de acompañar a los niños/as y jóvenes en su camino de iniciación cristiana (Vicaría para la Educación, 2023). En estos espacios, la catequesis no solo transmite conocimientos doctrinales, sino que busca que cada catequizando/a desarrolle una relación personal y viva con Cristo, quien es el centro de la fe y de la vida cristianas. Se puede aludir aquí a un cristocentrismo trinitario, que consiste en centrar la catequesis en Cristo como revelación de Dios y como camino hacia la comunión con la Trinidad (DGC, 1997). Este enfoque permite que los/as catequizandas encuentren en Jesús el modelo y guía para su vida cristiana (Christus vivit).
La catequesis en la Escuela Católica busca educar en la vida cristiana, promoviendo valores y virtudes que orienten a los niños/as y jóvenes hacia una vida coherente con el Evangelio (DGC, 1997). Igualmente, la catequesis tiene la tarea de iniciar en la oración y la liturgia, ayudando a comprender y vivir con profundidad los sacramentos de iniciación y los momentos litúrgicos de la Iglesia (DC, 2020). Finalmente, a través de la vida comunitaria en la escuela, la catequesis enseña a los/as estudiantes a vivir en fraternidad, formando parte activa de una comunidad de fe y comprometiéndolos con los valores del Evangelio (González, 2023).
Es fundamental que la catequesis mantenga una unidad y organicidad en sus contenidos, de modo que los y las catequizandas puedan integrar los diferentes aspectos de la fe y percibir el mensaje cristiano como un todo coherente y jerarquizado, que se relaciona directamente con su experiencia personal y comunitaria (DGC, 1997; DC, 2020).
La catequesis favorece la conversión inicial y el seguimiento de Jesús, tarea que se centra en el anuncio del kerigma (EG), núcleo del mensaje cristiano que invita al encuentro personal y transformador con Cristo (DC, 2020).
Una de las fuentes metodológicas principales es la pedagogía de Dios, que inspira a los y las catequistas para respetar y acompañar los procesos personales de fe de cada catequizando/a, en una dinámica de acogida y comprensión (DGC, 1997). Asimismo, es importante que los y las catequistas empleen un lenguaje y medios adecuados, que hagan comprensible y atractiva la catequesis (Sartor, 2016). En este sentido, por ejemplo: el uso de instrumentos digitales puede ser útil para captar la atención de los y las catequizandas, comunicando el mensaje de fe de una manera accesible y significativa (DC, 2020). Las metodologías de enseñanza deben incluir tanto el método inductivo, que parte de la experiencia personal y cotidiana de los y las catequizandas, como el método deductivo, que ayuda a profundizar en la doctrina y los principios de la fe, facilitando así un aprendizaje significativo que permita a niños/as y jóvenes relacionarse con la persona de Cristo (DGC, 1997). Por tanto, las metodologías empleadas en la catequesis escolar deberían adaptarse a las particularidades de niños/as y jóvenes, además de considerar las características del propio ambiente educativo (Acha, 2000).
Para responder a las etapas y circunstancias de los y las estudiantes, así como a las necesidades pastorales, la catequesis en el ámbito escolar adopta distintas formas. En este sentido, se puede hablar de una inculturación que implica la adaptación de los contenidos y métodos catequéticos a la realidad cultural de cada escuela (DC, 2020).
Una de las formas principales para llevar adelante esta tares es la catequesis de iniciación, que tiene como objetivo preparar a los niños/as y jóvenes a la recepción de los sacramentos: bautismo, eucaristía y confirmación (DC, 2020). Esta catequesis es particularmente importante en las escuelas católicas, en las cuales se espera que los y las estudiantes, al experimentar este proceso formativo, se inserten plenamente en la vida cristiana (Del Campo, 2007). Otra forma relevante de catequesis es la permanente, que acompaña a todos los integrantes de la comunidad educativa en su crecimiento en la fe a lo largo de su vida escolar.
En el contexto escolar, el catequista es una figura esencial, porque trasciende la simple transmisión de contenidos. Su misión es ser testigo, guía y modelo para los y las catequizandas en su camino de crecimiento espiritual (DGC, 1997). En cuanto docente, religioso o laico formado, vive su vocación catequética como servicio a la comunidad educativa. Para asumir esta misión, el o la catequista necesita recibir una formación integral, que abarque tanto la doctrina de la Iglesia como las ciencias pedagógicas y humanas, de modo que esté preparado para responder a los desafíos contextuales de niños/as y jóvenes (DC, 2020). Además, el o la catequista necesitan aprehender habilidades ligadas al acompañamiento y escucha, ya que su rol implica caminar con los niños/as y jóvenes en sus dudas y búsquedas de sentido, propias de su etapa de vida (DGC, 1997).
“Miren, el Reino de Dios ya está entre ustedes” (Lc 17:21). Este texto es muy inspirador a la hora de buscar visibilizar las buenas prácticas catequísticas que ya existen en los colegios. Por eso, en primer lugar, hemos procedido a analizar las buenas prácticas reconocidas por los y las catequistas escolares y, en segundo lugar, a verificar si hay coherencia entre estos elementos y lo que proponen los directorios para la catequesis.
Para alcanzar estos objetivos se utiliza la metodología cualitativa desde el paradigma constructivista, a través de un diseño no experimental de carácter exploratorio y fenomenológico; se elige este tipo de metodología porque se busca un acercamiento al mundo real estudiado, en este caso, las buenas prácticas de la catequesis y, así, descubrir nuevos conocimientos y perspectivas (Fernández y Vela, 2021). Se selecciona la técnica del grupo de discusión porque permite a los y las participantes interactuar entre ellos a través de la moderación de un/a facilitador/a que conduce el diálogo y estimula una participación equitativa (Rodas y Pacheco, 2020). Al mismo tiempo, se opta por la entrevista en profundidad para que el o la entrevistada se explaye en un ambiente de confianza; esto permite, además, que en muchas ocasiones la información proporcionada exceda los objetivos del estudio, haciendo emerger otros temas a modo de corolario investigativo (Martínez, 2021). En ambas técnicas, los y las participantes se configuran en verdaderos constructores del conocimiento (Aguirre-García y Jaramillo, 2012).
Las preguntas de las entrevistas se formulan en coherencia con los objetivos de la investigación, permitiendo llevar a cuestionamientos más específicos, a saber: ¿cuáles son las buenas prácticas de catequesis sacramental en su institución? y ¿cuáles serían, a su parecer, los criterios para determinar que se trata de buenas prácticas?
A través de contactos proporcionados por el Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, se solicitaron los permisos de entrada a once colegios. Como se trata de una investigación cualitativa, se buscó que la muestra fuera representativa; de ahí que se eligieron cinco colegios pertenecientes a la zona eclesiástica del Arzobispado de Santiago y otros seis de diferentes diócesis del país, abarcando el sur y el norte. A su vez, seis colegios son confesionales y seis de orientación católica.
El primer acercamiento se realizó con el encargado de pastoral del colegio, quien proporcionó el nombre del coordinador de catequesis, y este, a su vez, convocó a los y las catequistas del colegio. Se convenía un día y una hora para hacerse presente en el colegio y se realizaba una entrevista individual en profundidad con el o la responsable de la catequesis y una entrevista grupal (grupo de discusión) con el equipo de catequistas del establecimiento. En el contexto educativo, los y las responsables de catequesis de los colegios son en su mayoría profesores o profesoras de Religión; muchos de ellos forman parte de los equipos directivos y han realizado estudios de posgrado. A su vez, los y las catequistas participantes en general son profesores/as (de Religión y también de otras disciplinas), religiosas, asistentes de la educación, exalumnos/as y apoderados/as que han desarrollado su vida pastoral en contextos escolares y, en algunos casos, también han tenido experiencia de catequesis en sus parroquias. Se realizaron 11 entrevistas en profundidad y 9 grupos de discusión, en los cuales participaron un total de 52 personas mayores de 18 años.
Cada entrevista se grabó y se transcribió resguardando los parámetros éticos de la investigación y solicitando el consentimiento informado a los y las participantes, además de una carta de autorización del estudio firmada por el o la directora del establecimiento. El audio de las entrevistas se conservó hasta ponerlas por escrito y luego se eliminaron; las narrativas escritas poseen solamente códigos alfabéticos y numéricos para resguardar el anonimato de los colegios y de los/as participantes. La investigación no supuso peligro alguno para los/as participantes y los beneficios se relacionan con la valorización de las experiencias compartidas y un insumo enviado a todos ellos en el que se sintetizan algunas buenas prácticas 4.
Para realizar el análisis de resultados se utilizó el método de la comparación, en articulación con los antecedentes teóricos y conceptuales (Torres, 2011). Este consiste en proceder al análisis de contenido de las narrativas identificando los criterios y elementos que, según los entrevistados, constituyen buenas prácticas de catequesis sacramental. Luego, se procedió a realizar una primera correlación simple de elementos comunes entre las buenas prácticas estudiadas reconociendo convergencias y diferencias en los diversos establecimientos educativos, para finalizar con una propuesta de lista de elementos comunes y una segunda con los criterios teóricos y conceptuales. En el análisis no se utilizaron softwares para procesar la información, pues se optó por un análisis manual.
Finalmente, aun considerando que se trataba de una investigación de tipo cualitativa y que los resultados no son normativos, se procedió a compartir estos con los participantes y con la Conferencia Episcopal de Chile.
Los resultados de la investigación se ordenan en dos apartados. El primero busca identificar elementos comunes de buenas prácticas de catequesis sacramental en colegios católicos, y el segundo desarrolla los criterios para clasificar las prácticas de catequesis escolar como exitosas.
La presentación de los resultados se realizó según el método de comparación y se registraron algunos relatos significativos, los cuales se identifican con las siglas E (n.º colegio) RC, entrevista al responsable de catequesis y EG (n.º colegio), C (n.º de participante) correspondiente a entrevista grupal; a cada colegio se le ha asignado un número al azar y también a los/as catequistas (C) que participaron en los grupos de discusión, para resguardar el anonimato.
Según las narrativas, las buenas prácticas en la catequesis escolar se pueden ordenar en torno a cuatro criterios: un itinerario pastoral, el buen uso de los espacios, las didácticas y las metodologías.
Desde el análisis de las narrativas de los/as participantes, se concluye que la catequesis sacramental es parte de un proceso evangelizador amplio que se articula dentro del itinerario pastoral del colegio, en el que se favorece el encuentro personal con Cristo y no se presupone la fe. Algunas narrativas fueron las siguientes:
No hacemos pastoral solamente porque los niños van a hacer la primera comunión, sino que hacemos un seguimiento porque el movimiento [pastoral del colegio], que parte en primero básico, tiene una línea a seguir: los niños parten con un sentido comunitario, luego, en cuarto y quinto, hacemos el sacramento, pero seguimos trabajando en nuestro sentido comunitario hasta que ellos egresan. (EG1 C1 p. 8)
Acá tenemos un hilo conductor, un itinerario, es una comunidad que va creciendo. No celebramos los sacramentos como eventos, sino buscamos una presencia de Dios constante en nuestra vida. Entonces, los chiquillos están en infancia misionera, catequesis eucarística prejuvenil y pastoral juvenil, donde se preparan para la confirmación. (E2 RC, p. 4)
Podemos evidenciar que las buenas prácticas de catequesis sacramental se insertan en el plan pastoral del colegio y son posibles por las características propias de instituciones educativas en las que los niños/as, adolescentes y apoderados/as permanecen durante años. Otro elemento que aparece con claridad es que estos establecimiento educativos cuentan con profesores/as de Religión y de otras especialidades con experiencia pastoral, lo que confirma que la formación pedagógica y psicológica es fundamental para la labor catequética (Borello, 2023).
Además, la catequesis, al ser gestionada por un coordinador de pastoral, ofrece la posibilidad de seguimiento, evaluación de impacto, coordinación con la pastoral de conjunto y con otros ámbitos de la vida escolar.
Los y las participantes de las entrevistas señalan como buena práctica el ocupar espacios distintos a la sala de clases, y cuando se debe permanecer en ella, reorganizar el mobiliario y la distribución del espacio. Esto permite a los y las estudiantes experimentar una dinámica distinta a la escolar, favoreciendo un ambiente propicio al proceso de catequesis que posibilita el encuentro comunitario y el crecimiento en la fe. Algunas narrativas fueron las siguientes:
A mí me ha servido harto romper el esquema, hacer semicírculos, medialunas, cambiar la disposición de la sala [...], porque, si se parece a una clase, los perdiste. (EG10 C6, p. 10)
Nosotros hicimos la jornada en el centro de espiritualidad y era un lugar donde hay pasto, es muy grande y teníamos cada uno su lugar [niños, jóvenes y padres]. Les impactó cambiar de lugar y estar en un entorno tranquilo. (E10 RC, p. 5)
Como se puede apreciar, en las narrativas el uso de los espacios es muy importante para no caer en la escolarización. Además, otros espacios como la capilla, no dispuesta de un modo tradicional sino adecuada a la edad de los catequizandos/as, son lugares que permiten un mejor desarrollo de la catequesis.
Para los y las catequistas entrevistadas, el recurso didáctico es fundamental. Al respecto, una coordinadora afirma:
Hay que ser súper creativos para la evangelización, porque aquí sin creatividad nos fuimos a la B 6. Entonces tenemos que ser súper creativos para poder llevar el evangelio a personas que por primera vez lo van a escuchar. (E2 RC, p. 6)
En la búsqueda de didácticas significativas para los catequizandos/as, las narrativas refieren al uso del texto en la catequesis, que si bien hace algunos años era un recurso indiscutible, hoy es más bien para los/as catequistas y no para los catequizandos/as. Por lo general, se ocupa material elaborado por ellos mismos, o bien, se adecúan subsidios creados por la diócesis o disponibles en las redes. En uno de los colegios no se utiliza un texto con los niños.
En el colegio, los niños están todo el día con guías, con hojas, entonces el tema se les presenta de una manera más experiencial (…) Es para que se entienda que yo voy a la catequesis, no va mi estuche, no va mi cuaderno, yo voy a la catequesis; entonces, yo creo que esas prácticas nos permiten que el niño, en el contexto del colegio, haga la diferencia entre la catequesis y las clases. (E1 RC p. 6)
Las didácticas son diversas. Entre las más valoradas se encuentran las relacionadas con la liturgia y la espiritualidad, tales como: eucaristías catequéticas, es decir, explicadas, con mucha participación de los catequizandos/as; la oración de forma experiencial, para aprender a rezar conversando con Dios a lo largo de la cotidianidad; la entrega de signos que marcan el itinerario de la catequesis; la explicación de signos litúrgicos a través de experiencias significativas; la participación en procesiones y la preparación de cantos para animar celebraciones litúrgicas. Algunas narrativas que expresan esta diversidad de didácticas señaladas:
En los encuentros de catequesis de papás, tratamos de hacer una vez al mes una eucaristía, pero una eucaristía catequética, que son misas muy explicativas, porque no son personas que van a misa. Para algunos, es primera vez que van a misa en la vida. (E2 RC, p. 3)
[Hacemos] la entrega del Padrenuestro, el Credo, el cirio, el Nuevo Testamento. También creemos que es muy positivo, porque la familia también se vincula mucho más a la misa. (E4 RC, p. 5)
Otros recursos señalados tienen que ver con las dinámicas de juegos y cantos, el diálogo a partir de estrategias lúdicas, el uso de medios audiovisuales, el redescubrimiento de juegos clásicos; las narrativas escritas (cartas, bitácoras o diario de vida), el lenguaje de señas, los dibujos y la construcción de pequeñas esculturas.
Se les enseña los gestos: María, Jesús, Dios. Entonces, los niños van haciendo esos gestos y después también quieren ir aprendiendo nuevas formas de comunicarse a través de la lengua de señas. (EG2 C2, p. 2)
Los papás trabajan en base a que los niños les mandaron una carta o les escribieron algo en relación al tema [sobre el perdón]. Y después, los papás también les entregan algo a sus hijos que yo después lo comparto en el siguiente encuentro. (EG1 C1 p. 2)
Estamos utilizando unos códigos QR, según el tema que estamos dando (…) Hay un video que ayuda al desarrollo del tema, o un crucigrama, pero es online, lo tienen que hacer en el celular. (E5 RC, p. 3)
Los/as catequistas escolares aludieron a didácticas que fortalecen la vida comunitaria, como, por ejemplo, compartir el alimento; organizar procesiones, jornadas y retiros; introducir en el itinerario de catequesis experiencias misioneras y servicios solidarios.
[El día de la catequesis] los más chiquititos organizan su picnic, todos traen su manta para compartir la comida que han traído. (EG6 C1, p. 3)
Con confirmación fuimos a Fundación Las Rosas, fuimos a ver a los abuelitos. Bien, los chiquillos al principio tenían miedo, pero después no querían irse, porque se pusieron a jugar bingo, y ahí disfrutaron tanto los adultos como los jóvenes. (EG4 C2, p. 4)
Finalmente, se destaca la experiencia de testimonios por parte de personas significativas, porque ellas invitan a trabajar su proyecto de vida y a discernir su vocación.
Desde las narrativas de los/as participantes se pueden inferir algunas metodologías que utilizan en las catequesis. En general, los métodos utilizados son inductivos, lo que permite tocar la realidad y la experiencia del catequizando. Para referirse a esta forma de abordar la catequesis utilizan el concepto de “bajada”:
La idea es ir haciendo la bajada a lo que yo vivo a diario. Por ejemplo, lo de la eucaristía. O sea, a bajarlo a que están en una mesa compartiendo con sus seres queridos, a ser como el símil de cuando nosotros tomamos once con nuestra familia, a cuando estamos en la eucaristía compartiendo el cuerpo de Cristo con los demás. (EG1 C1 p. 4)
También se utiliza el método vivencial o experiencial, es decir, suscitar que los catequizando verbalicen sus experiencias de vida y de esa manera relacionarlas con las enseñanzas bíblicas y magisteriales.
Se les explicaba un poco lo que es el tema que teníamos que tratar en ese momento, pero después se les preguntaba un poco de lo vivencial. Cómo ellas lo vivían, qué era para ellas tal cosa, un poco bajarlos a la realidad de ellas. (E3 RC. p. 2)
Otro método utilizado es el aula invertida, mediante el cual los catequizandos/as se constituyen en sujetos activos de la catequesis generando actividades didácticas, tomando decisiones con respecto a los contenidos y acciones litúrgicas. Este procedimiento propicia la autonomía y el trabajo en equipo, con el propósito de ir forjando una fe madura, lo que se expresa en este testimonio:
Vamos haciendo oración comunitaria, pero también después la vamos delegando; por ejemplo, una semana ellos se van ofreciendo; te toca a ti preparar la oración para el inicio del encuentro; a ti te toca la final. (EG1 C1 p. 2)
En este apartado se analizan las narrativas que permiten considerar una metodología o didáctica como una buena práctica. Al respecto, en prácticamente todos los colegios se aludió en primer lugar a la asistencia.
A nosotros lo que nos sirve, para saber que la catequesis va bien, es que los estudiantes reciban el sacramento y el número de participación de catequesis padre-hijo. (E7 RC, p. 3)
El criterio anterior está en directa relación con la participación e interés:
Cuando tú ves que están encantados con el tema, cuando tú ves que participan. (E5 RC, p. 5)
También los participantes señalan como buena práctica la acogida, escucha y empatía, puesto que no siempre se da en otras instancias escolares; se consideran estas actitudes como lo que hace la diferencia entre las clases y la catequesis.
Hay cosas que no se dan en la sala: si hay que llorar, lloramos; si hay que conversar, conversamos; si hay que jugar, juguemos; si no hay tiempo para pasar el tema [de catequesis] que está planificado, no hay problema, porque se centra en otra situación y tenemos la oportunidad de readecuarnos para que los chiquillos no se queden sin los temas. (EG6 C1, p. 5)
Al mismo tiempo, el elemento de crecimiento comunitario en la fe es un aspecto que se subraya:
La reunión presencial ayuda a construir un grupo, ayuda a construir una comunidad, y poco a poco los padres van descubriendo un espacio donde pueden hablar de otras cosas y se pueden relajar y se pueden distender. (EG10 C3, p. 5)
Por su parte, los y las entrevistadas señalan que los mismos catequizandos/as reconocen cuando se trata de un buena práctica, pues hacen su feedback del proceso catequístico.
[una vez el sacerdote realizando la misa pregunta] ¿quién está en catequesis? [una niña responde], "yo estoy en catequesis, pero no aprendemos nada. Lo único que hacemos es rellenar cosas y no aprendemos nada. Es lo mismo que una clase". Para nosotros fue algo revelador. Y ahí empezamos a decir, a ver, aquí hay algo que está pasando, que los niños están sintiendo que es una clase más de todas las clases que han tenido en el día: [la catequesis] no está haciendo algo significativo. (E1 RC p. 7)
Finalmente, a modo de evaluación del proceso, las narrativas refieren a que se advierte que la catequesis ha sido una buena práctica cuando existe continuidad e inserción en la propuesta pastoral del colegio, ya sea como estudiante, exalumno/a o apoderado/a.
De hecho, tenemos un exalumno que nos viene a ayudar. (EG6 C1, p. 4-5).
La mayoría de los que son catequistas son apoderados actualmente (E10 RC, p. 6).
Para discutir los resultados de la investigación, se organizó el material a partir de los criterios presentados en los antecedentes teóricos y conceptuales. Ese proceder permitió identificar coincidencias y diferencias en las prácticas observadas en relación con las buenas prácticas catequísticas propuestas por la teoría. A continuación, se analiza cada uno de los criterios establecidos.
El marco teórico señala que la catequesis debe formar parte de un itinerario pastoral amplio y estructurado, concebido como un proceso continuo de maduración en la fe, vinculado al kerigma y al mandato misionero de la Iglesia (DGC, 1997; DC, 2020). Esta definición se refleja de forma significativa en los resultados, en los que se observa que las escuelas católicas estructuran la catequesis como un recorrido pastoral que trasciende la preparación sacramental. Los relatos de los participantes evidencian que la catequesis está diseñada para acompañar a los/as estudiantes desde su ingreso hasta la culminación de su vida escolar, incluyendo actividades pastorales previas y posteriores a la recepción de los sacramentos.
El marco teórico propone que los contenidos de la catequesis sean coherentes y orgánicos, de modo que el mensaje cristiano se perciba de forma integral y progresiva. Los resultados de la investigación confirman esta perspectiva.
Las narrativas muestran que, en la práctica, se busca una secuencia lógica de contenidos. Sin embargo, se aprecia una diferencia notable en la adaptación de los contenidos a la realidad de cada institución educativa, dependiendo en gran medida de la disponibilidad de los recursos humanos y materiales, de la experiencia de los equipos de pastoral y las particularidades de cada comunidad escolar. Esta realidad plantea el desafío de la contextualización y la flexibilidad en la aplicación de los contenidos.
El marco teórico propone una pedagogía de la fe que valorice la diversidad de métodos y experiencias. Este enfoque encuentra una fuerte correspondencia en los resultados, que destacan las estrategias creativas empleadas por los/as catequistas para diferenciar la catequesis de la dinámica escolar. La investigación muestra que se utilizan métodos inductivos, experiencias participativas, narrativas de vida y recursos visuales y digitales (videos, juegos interactivos y códigos QR).
El uso de espacios diferenciados es otra práctica destacada, ya que los catequistas rompen con la disposición tradicional de las salas de clase para crear ambientes más propicios para la experiencia de fe. Se emplean semicírculos, encuentros en capillas, patios y centros de espiritualidad, lo que permite a los catequizandos entrar en una dinámica distinta a la del aula convencional.
No obstante, se observa una disparidad en la aplicación de esta pluralidad de métodos. Si bien algunos colegios logran desarrollar una catequesis experiencial y diferenciada, en otros los métodos utilizados siguen anclados en una lógica escolarizada, con uso excesivo de textos y fichas, lo que los propios catequizandos perciben como una extensión de la jornada escolar.
El marco teórico plantea que la catequesis debe encarnarse en la realidad cultural y social de los catequizandos, promoviendo la inculturación de la fe. Esta perspectiva encuentra eco en los resultados, que muestran cómo los equipos de catequesis adaptan las metodologías a los contextos concretos de las escuelas. Los relatos reflejan un esfuerzo por utilizar elementos culturales y pedagógicos significativos para los/as estudiantes, como la incorporación de juegos, cantos, dinámicas experienciales y la participación de padres y apoderados en los encuentros.
Sin embargo, se observa una diferencia con respecto a la profundidad de la inculturación. Mientras que el marco teórico enfatiza la necesidad de una inculturación profunda, los resultados sugieren que, en la práctica, la adaptación se orienta más hacia la accesibilidad pedagógica que a la integración cultural. Es decir, los catequistas logran adaptar los métodos de enseñanza, pero no siempre se percibe una reflexión explícita sobre los elementos culturales propios de la comunidad educativa. Esta diferencia pone de relieve la necesidad de una mayor formación en inculturación por parte de los agentes catequísticos.
El marco teórico subraya que el o la catequista no solo debe enseñar, sino también testimoniar la fe con su vida. Los resultados de la investigación no abordan explícitamente este criterio, ya que los entrevistados no hicieron mención directa de ello. Sin embargo, el análisis de las narrativas permite inferir que el testimonio de vida de los y las catequistas se manifiesta en su entrega y dedicación, así como en el impacto positivo que tienen sobre los y las estudiantes. Los relatos de los/as catequizandas y apoderados sugieren que la figura del catequista es valorada no solo por su conocimiento, sino también por su cercanía y empatía.
El testimonio del catequista también se evidencia en la continuidad de la misión catequética a través de la participación activa de exalumnos y apoderados que se convierten en catequistas. Este hecho, destacado en los resultados, permite observar una dinámica intergeneracional que enriquece la comunidad educativa y refuerza el sentido de pertenencia y compromiso con la misión evangelizadora.
Además de los cinco criterios propuestos en el marco teórico, los resultados de la investigación destacan la importancia de otros elementos prácticos que merecen ser considerados como criterios adicionales de buenas prácticas. Estos criterios emergentes incluyen:
La discusión de los resultados muestra una alta correspondencia entre los criterios teóricos de buenas prácticas catequísticas y las prácticas observadas en las escuelas católicas. Sin embargo, se identifican diferencias importantes que apuntan a la necesidad de mayor flexibilidad y adaptación contextual en la aplicación de la teoría. Los criterios emergentes enriquecen la perspectiva teórica y subrayan la importancia de la retroalimentación, la acogida y la participación intergeneracional en la catequesis escolar.
Los objetivos de este trabajo eran identificar los elementos comunes de buenas prácticas catequísticas en el contexto escolar y determinar los criterios que permiten clasificarlas como tales; en un segundo momento, se buscaba verificar si estas respondían a los principios o criterios planteados por los directorios (1997 y 2020).
Los resultados y su análisis evidencian una alta correspondencia entre los principios establecidos en el marco teórico y las características de la buenas prácticas de catequesis sacramental observadas en los colegios católicos de Chile. Esta coherencia confirma que la catequesis escolar no se reduce a la transmisión de conocimientos doctrinales, sino que se constituye como un proceso formativo integral que acompaña a los/as estudiantes en su camino de fe, fomentando su encuentro personal y comunitario con Cristo. Los elementos comunes identificados —como la integración de la catequesis en un itinerario pastoral, el uso de espacios significativos, la aplicación de metodologías creativas y participativas, y la experiencia de una acogida fraterna— revelan la consistencia con el ideal de una catequesis viva, comunitaria e inculturada en el contexto escolar.
No obstante, la comparación entre la teoría y la práctica pone de manifiesto ciertas tensiones y desafíos. La práctica revela la necesidad de una mayor contextualización de los contenidos, una adaptación cultural más profunda y la flexibilidad en la implementación del itinerario pastoral. De forma significativa, emergen prácticas valiosas no consideradas explícitamente en los antecedentes teóricos y conceptuales, como la evaluación participativa de los catequizandos/as, la participación activa de exalumnos y apoderados en el proceso catequético y la acogida empática durante los encuentros. Estas prácticas se destacan por su capacidad para fortalecer la comunidad de fe y enriquecer el proceso formativo, haciendo de la catequesis un espacio de comunión intergeneracional y de encuentro significativo.
Esta investigación reafirma la importancia del marco teórico propuesto por la Iglesia para guiar la catequesis escolar, destacando el respeto por la identidad de la catequesis en la Escuela Católica. Al mismo tiempo, invita a una reflexión crítica sobre la adaptación y aplicación de dicho marco en contextos educativos reales. Este modelo, además de responder a las necesidades formativas de los estudiantes, se alinea con la misión evangelizadora de la Iglesia y con el proyecto educativo institucional (PEI) de cada colegio. Así, la catequesis sacramental escolar se proyecta no solo como un espacio formativo, sino como un verdadero itinerario de fe compartida, contribuyendo a la formación de niños/as y jóvenes comprometidos con la fe y con una Iglesia en salida, según los principios de una pedagogía sinodal y comunitaria.
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