Revista de Educación Religiosa, volumen III, nº 1, 2024
DOI 10.38123/rer.v3i1.425

Entre la Iglesia y los jóvenes: caracterización de las experiencias religiosas en jóvenes vinculados a la espiritualidad ignaciana en la transición secundaria-universitaria

Between Church and Youth: Characterization of Religious Experiences in Youth People Connected to Ignatian Spirituality in the Secondary-to-University Transition

Pascale C. Larré Vargas1ORCID logo
pclarre@uc.cl
Pontificia Universidad Católica de Chile

Blanca Besa Bandeira2ORCID logo
bbesa@uahurtado.cl
Universidad Alberto Hurtado

Carolina Flores Marabolí3
carolina.flores2022@alu.uct.cl
Universidad Católica de Temuco

Matías Echiburú4ORCID logo
matias.echiburu@uc.cl
Universidad Alberto Hurtado

Resumen
Tanto en Chile como en el mundo, los grupos societarios más jóvenes han demostrado un flujo constante de cambios culturales y religiosos. Esto desafía las formas en que ellos se relacionan con las propuestas pastorales tradicionales, y si estas pueden responder, o no, a los desafíos de su transición secundaria-universitaria, etapa significativa para sus búsquedas vocacionales y religiosas. Este artículo presenta categorías que emergieron de una investigación cualitativa promovida por la Compañía de Jesús, cuyo objetivo fue caracterizar la forma en que los jóvenes, en sus primeros años de universidad, se relacionan con las propuestas pastorales ofrecidas por la espiritualidad ignaciana en Chile. El trabajo de entrevistas y grupos focales permitió identificar algunos temas: la importancia de los espacios de espiritualidad y servicio, la reflexión político-social en la espiritualidad, el impacto de la formación ignaciana en la vocación y elección de carrera, los cambios en disposición de tiempo y participación religiosa en esta transición de etapa educativa y los desafíos que implica. En cuanto a la experiencia religiosa, se destacan los vínculos comunitarios, junto con la reflexión y el servicio. Al cierre de este texto se ofrecen algunos aspectos de discusión referidos a los estudios realizados en el área y se concluirá con prospectivas en la materia.
Palabras clave: religiosidad juvenil, espiritualidad ignaciana, voluntariado, transición secundaria-universitaria, vínculos comunitarios
Abstract
In Chile, as well as globally, younger societal groups have demonstrated a consistent flux of cultural and religious changes. This situation challenges the way they engage with traditional pastoral proposals, and the extent to which these proposals have the capacity to address the demands of their transition from secondary to higher education—a significant period for vocational and religious exploration. This article aims to provide categories derived from a qualitative research commissioned by the Society of Jesus. The research sought to characterize how young adults, in their initial years of university education, interact with pastoral initiatives rooted in Ignatian spirituality in Chile. Through interviews and focus groups, several themes emerged: the significance of spiritual and service-oriented spaces, political and social reflection within this spirituality, the influence of Ignatian formation on vocational discernment and career choices, shifts in time allocation and religious involvement during this transitional phase, and the associated challenges. Notably, communal bonds, reflective practices, and acts of service emerge as salient features of religious experience. The article concludes with discussions on relevant scholarly inquiries in the field and outlines future research prospects.
Keywords: youth religiosity, Ignatian spirituality, volunteering, secondary university transition, community ties

Introducción: breve descripción de la pastoral juvenil ignaciana en Chile

El Área de Juventudes y Vocaciones de la Compañía de Jesús en Chile, en conjunto con el Instituto de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad Alberto Hurtado, han unido esfuerzos para comprender las búsquedas religiosas de las y los jóvenes en la actualidad, a fin de responder de manera coherente a sus cambios y tendencias. En este marco, este artículo expone categorías que facilitan el diálogo entre los intereses, búsquedas y demandas religiosas de jóvenes en etapa de transición, desde el término de su educación secundaria a los primeros años de educación superior, en relación con las propuestas religiosas que les ofrece la Compañía de Jesús. Se presentará una síntesis de estos temas, que se contrastarán con los resultados de estudios previos realizados sobre religiosidad juvenil y sobre la transición colegio-universidad.

La investigación se centra en dos ciudades de Chile, Santiago y Concepción, en donde se encuentran dos sedes de la Red Juvenil Ignaciana (RJI), que fue el lugar de estudio. En ambas regiones también está presente la Red Educacional Ignaciana (REI) en Chile, iniciativa de colaboración que vincula a 10 establecimientos jesuitas y 6 colegios “compañeros en la misión”, es decir, instituciones de otras entidades sostenedoras cuyos proyectos educativos se inspiran en los principios de la Compañía de Jesús5. Niños y jóvenes tienen la posibilidad de participar en movimientos o comunidades pastorales, tal como lo es la CVX (Comunidad de Vida Cristiana)6, y el MEJ (Movimiento Eucarístico Juvenil)7. A lo anterior debemos agregar que los estudiantes de estos colegios también pueden participar en oraciones cantadas, los tradicionales “ejercicios espirituales”, campamentos y actividades solidarias, entre otras experiencias.

El estudio contó con la participación de estudiantes universitarios de primer y segundo año (que luego pasaron a segundo y tercer año, respectivamente) de universidad, fundamentalmente exalumnos de colegios ignacianos o quienes habían participado en instancias como CVX, MEJ o el Centro Universitario Ignaciano (CUI), espacio de la Universidad Alberto Hurtado8.

El presente artículo busca, además, ser un aporte para la pastoral educativa y juvenil en Chile, no solo porque en la investigación participaron jóvenes vinculados a instituciones educativas escolares y universitarias, sino porque muestra cómo la educación religiosa, presente en distintos contextos formativos, impacta en las búsquedas, valores y espiritualidad de los jóvenes universitarios. Cabe señalar que los estudios realizados en Chile sobre religiosidad juvenil se han enfocado en edades específicas en el marco de una misma etapa educativa, sin indagar en los periodos de transición entre estas etapas. No obstante, podrá observarse la importancia de estudiar los momentos de transición, que permiten evaluar la mirada comparativa que los propios jóvenes tienen sobre su experiencia de fe en distintas etapas educativas.

I. Antecedentes empíricos sobre juventudes y el desafío de comprender la experiencia religiosa de jóvenes que ingresan a la universidad

Para comprender el panorama religioso juvenil local y específico de los jóvenes entrevistados, es necesario revisar algunos antecedentes en los estudios socioculturales y sociorreligiosos sobre juventudes en Chile.

Respecto de los estudios socioculturales, un dato de interés para nuestra investigación es la baja participación de jóvenes en diversas iniciativas. En la 14.ª Encuesta de Participación, Jóvenes y Consumo de Medios, de la Universidad Diego Portales y Feedback Research (Etchegaray, 2021), aplicada a jóvenes entre 18 y 29 años, se destacan entre las actividades voluntarias “expresar tu opinión a través de redes sociales”, “de protección del medioambiente”, “destinadas a promover los derechos de las mujeres”, “destinadas a promover los derechos de las diversidades sexuales”. De estas, solo la primera logra alcanzar más del 50% de participación, mientras que el resto de las actividades no alcanza el 30%. Esto contrasta con la encuesta INJUV (2022), que indica que el 2022 se alcanza la mayor cifra de participación en voluntariados con un 37,1%, mientras que un 54,1% participaría en organizaciones o grupos que defiendan alguna causa social. Entre las actividades en las cuales, de hecho, participarían las y los jóvenes, las comunidades virtuales y las agrupaciones por hobbies son las mayoritarias (24,8 % y 11,3%, respectivamente), y la Iglesia se encuentra en tercer lugar.

Respecto de los estudios sociorreligiosos, las encuestas de los últimos años han mostrado una constante tendencia de los jóvenes a la desafiliación religiosa. Así lo ha mostrado la encuesta Bicentenario UC 2022 y la Encuesta Nacional de la Juventud de la INJUV. Ambas coinciden en el ascenso de la no afiliación religiosa del 2018 al 2022: de un 29% a un 41%, en jóvenes de 18 a 34 años (Encuesta Bicentenario, 2022), y de un 57,4% a un 63,6%, en jóvenes de 15 a 29 años (Encuesta INJUV, 2022).

Aunque estos datos son ilustrativos, no son totalmente determinantes para comprender las tendencias religiosas en jóvenes, ya sea en términos de sus prácticas o de sus adhesiones religiosas. Este es “el problema de los no”, por el cual quienes afirman “no ser religiosos” conforman un amplio espectro de personas con diversas cosmovisiones o con posiciones religiosas no institucionalizadas, las cuales quedan invisibilizadas en esta categoría y que problematizan los límites de lo que es considerado “religioso” (Hedges, 2021).

Consideramos que este es el caso de muchos jóvenes que no se sienten parte de una religión o que no adhieren a una creencia formal, pero que experimentan distintas exploraciones y adhesiones que pueden considerarse espirituales o religiosas en un amplio sentido (como el karma, las energías personales, etcétera); o, incluso, vivencian más de una creencia religiosa tradicional. Así, un acercamiento más cualitativo a las experiencias específicas de cada joven puede evidenciar la particularidad de nuevas “orientaciones religiosas”. Tal como lo señala Cerda-Planas (2022a), la integración de elementos como las dimensiones noética, sensitiva, ritual, consecuencial y comunitaria, aplicados a grupos focales, ayuda a comprender la complejidad de la religiosidad juvenil.

Desde una perspectiva teológico-empírica, la misma autora ha estudiado la religiosidad juvenil, específicamente en estudiantes entre 15 y 16 años de distintas clases sociales y educados en diferentes confesiones. Los resultados de su trabajo arrojan elementos de continuidad con los estudios realizados hasta la época, pero también hallazgos interesantes y relevantes para esta investigación, como la importancia de temas como el de la vida después de la muerte y el impacto ambivalente de la educación religiosa en la religiosidad juvenil (Cerda, 2022b).

En ese sentido, es posible constatar un evidente descenso en las prácticas religiosas tradicionales, pero también una escasez de descripciones específicas de las experiencias religiosas actuales de los jóvenes. Desde ese punto de vista, un antecedente directo de esta investigación es el estudio realizado por Bahamondes et al. (2020) sobre las representaciones sociales de la Iglesia y la fe de jóvenes pertenecientes a establecimientos educacionales jesuitas en Chile. En esa investigación, los jóvenes identifican la fe con espacios sociales o de contacto con personas en situaciones adversas. En continuidad con esta orientación, en nuestro estudio se observará que las y los jóvenes entrevistados identifican sus experiencias de Dios, lo espiritual o lo transcendente con dimensiones muy prácticas, de servicio o voluntariado.

Ante este panorama, nuevamente se muestra la necesidad de fortalecer los estudios cualitativos de la religiosidad juvenil, pero también desde un punto de vista de la “religiosidad vivida” que logre ilustrar los cambios en sus experiencias, búsquedas e intereses, considerando sus propios lenguajes y vivencias. Este enfoque nos ayuda a distinguir quién considera algo como religioso, por qué lo caracteriza como especial y por qué motivos ; esta perspectiva excede lo que se considera religioso y significativo desde un punto de vista canónico y convencional (Taves, 2011).

Por otra parte, las investigaciones locales basadas en evidencia empírica han estudiado la religiosidad juvenil en etapas específicas del desarrollo, como la adolescencia o la juventud universitaria, pero no han abordado el marco de la transición entre estas etapas, en las que podrían constatarse cambios religiosos significativos de observar. La transición entre la educación secundaria y la superior constituye un proceso de transformación significativa en la vida de las y los jóvenes. Durante esta etapa, conocida como adultez emergente (periodo de vida entre los 18 y 29 años), la mayoría comienza a forjar su identidad, exploran nuevas posibilidades y se enfrentan a la incertidumbre que acompaña la búsqueda de un proyecto de vida con sentido (Papalia et al., 2012). Este proceso implica un cambio de rol y de ambiente para quienes lo experimentan, y trae aparejado para ellos un grado de incertidumbre porque se enfrentan a un espacio de mayor diversidad.

Sacristán (2009) destaca que toda transición educativa supone la posibilidad de experimentar momentos críticos de duda, perplejidad, inquietud, e incluso malestar, pero también, la necesidad de afrontar exigencias de adaptación personal, lo cual puede favorecer transformaciones futuras. La educación superior no solo implica un nivel más elevado de aprendizaje académico, sino también un espacio en el que los individuos exploran su identidad, sus valores y su relación con el mundo que les rodea, lo que incluye sus experiencias espirituales y/o religiosas.

Asimismo, pareciera que los jóvenes no siempre están adecuadamente preparados para esta transición, ya sea debido a las diferencias entre el tipo de enseñanza de la escuela y el de la universidad, o por las diferencias educativas según los distintos grupos sociales. En este marco, los autores han demostrado la importancia de las variables no curriculares para motivar el camino universitario (Venezia y Jaeger, 2013).

Con estos antecedentes, consideraremos cómo la transición entre la educación secundaria y la superior impacta en las experiencias religiosas de los jóvenes, en particular entre quienes están vinculados a la espiritualidad ignaciana. ¿Es posible que en el paso a nuevas formas de socialización y educación en la universidad reevalúen sus posiciones religiosas? ¿Qué lugar representan las instancias religiosas ofrecidas por la Compañía de Jesús en la exploración religiosa de los jóvenes en su paso a la educación superior? Para responder estas interrogantes, necesitaremos considerar como perspectiva de estudio la “religiosidad vivida”, de manera de poder descubrir nuevas categorías en la narración que ellos mismos realizan sobre su experiencia religiosa y la espiritualidad ignaciana.

II. Metodología

El objetivo de la investigación fue caracterizar la forma en que jóvenes universitarios se relacionan con las propuestas pastorales ofrecidas por la espiritualidad ignaciana, considerando sus propios intereses y experiencias religiosas. En última instancia, se ha buscado generar categorías que faciliten el diálogo entre los intereses, búsquedas y demandas religiosas de jóvenes en transición formativa –desde el término de su educación secundaria a los primeros años de educación superior–, y las propuestas religiosas que la Compañía de Jesús les ofrece en Chile.

La investigación tuvo un enfoque cualitativo, pues buscaba descubrir significados e interpretaciones profundas desde la subjetividad de los participantes. Así, su marco epistemológico-teórico se encuentra en la fenomenología social, teoría comprensiva e interpretativa de la acción social que se centra en explorar la experiencia subjetiva de la persona en el contexto de la vida cotidiana y lo que llega a constituir su propio sentido común (Mieles-Barrera et al., 2012). Partiendo de esta base, se sostiene que el sentido común, aquel significado que cada persona tiene sobre su experiencia subjetiva, posee estructuraciones particulares que es posible explicitar cuando se da cuenta del proceso mediante el cual se construye tal sentido y se crean las asociaciones que lo sostienen.

La investigación se desarrolló en tres fases: la primera implicó un trabajo personal con los participantes mediante entrevistas semiestructuradas; en la segunda, se llevó a cabo la sistematización y el análisis de los datos obtenidos; finalmente, en la tercera fase se trabajó nuevamente con los participantes en forma grupal, con el objetivo de generar nuevas categorías de manera participativa y horizontal.

Para realizar la investigación se seleccionaron jóvenes de primer y segundo año de universidad que hubieran tenido algún vínculo con la espiritualidad ignaciana, ya sea en la etapa escolar o universitaria. Los participantes fueron contactados a través de convocatorias abiertas, y se logró reunir a siete personas de Santiago y cinco de Concepción. Participaron 12 entrevistados de entre 19 y 23 años.

En las entrevistas, se generaron espacios de confianza que permitieran a las y los jóvenes expresarse con libertad acerca de sus creencias. Con este fin, se trabajó con pautas construidas a partir de algunos ámbitos clave, como espiritualidad, prácticas y experiencias religiosas, inquietudes vocacionales y búsquedas personales, entre otras. Si bien se buscó ahondar en estas cuestiones, siempre se privilegió una conversación flexible, que dejara a los participantes compartir con confianza sus intereses y experiencias en sus propios términos. Con el consentimiento de los jóvenes, las entrevistas se grabaron en audio para su posterior transcripción y análisis.

La información resultante de las entrevistas se abordó mediante un análisis temático (Mieles-Barrera et al., 2012). Este proceso consistió en una codificación abierta, luego una codificación focalizada y, finalmente, la síntesis de temas relevantes. En primer lugar, se tomaron extractos de las transcripciones y se codificaron utilizando conceptos, palabras o ideas que lograran capturar breve y concisamente los contenidos expresados por los entrevistados. Luego, se buscó agrupar los códigos resultantes en diferentes categorías más generales que recogieran los significados de la primera codificación. Así se empezaron a dilucidar experiencias y percepciones comunes, lo que permitió elaborar los ocho temas finales que se presentan como resultado de la primera etapa de esta investigación.

Este proceso fue fundamentalmente inductivo, por lo que se buscó mantener consistencia y coherencia entre los significados expresados por los participantes, los códigos formulados y los temas que se desarrollaron. Creemos que los temas presentados reflejan adecuadamente los intereses y experiencias religiosas de los jóvenes entrevistados, así como las distintas formas en que se han vinculado con las instancias religiosas ofrecidas por la Compañía de Jesús en Chile.

Finalmente, se conformaron dos grupos focales que contaron con la participación de algunos de los entrevistados en Santiago y Concepción. Como base de la discusión, se utilizaron cuatro de los temas que emergieron del proceso de análisis. El objetivo de los grupos focales fue contrastar las experiencias e inquietudes religiosas que las y los jóvenes plantearon en la primera etapa con la aproximación que la espiritualidad ignaciana ha tenido hacia sus temas de interés; posteriormente, se buscó la formulación colectiva de nuevas aproximaciones que las instancias de espiritualidad ignaciana puedan desarrollar en consideración a los resultados de la investigación.

III. Temas asociados a los relatos de los jóvenes

A continuación, se presentan los ocho temas resultantes de las entrevistas con los jóvenes. Cada tema fue agrupado de la siguiente forma:

1. Vínculo de los jóvenes con la espiritualidad ignaciana:

  1. Formación ignaciana propicia espacios de espiritualidad y servicio.
  2. Valorización de la reflexión político-social en la espiritualidad.
  3. Impacto de la formación ignaciana en la vocación y elección de carrera.

2. Transición desde la educación secundaria a la educación superior:

  1. Cambios en la disponibilidad de tiempos y el modo de participación en instancias religiosas.
  2. Transición implica desafíos personales, sociales y académicos.

3. Caracterización de la experiencia religiosa de los jóvenes.

  1. Valorización e importancia de los vínculos comunitarios en la experiencia religiosa.
  2. Experiencia religiosa como servicio e importancia de los espacios de reflexión.
  3. El vínculo con lo institucional no es fundamental para la experiencia religiosa.

1. Vínculo con la espiritualidad ignaciana

Los jóvenes entrevistados llegaron a vincularse con la espiritualidad ignaciana en distintos tiempos y espacios. Ahora, como puntos centrales de la conexión con las instancias ignacianas en las que participaron, se puede distinguir: (1) la espiritualidad y las actividades de servicio que se ofrecen a los jóvenes; (2) la oportunidad de compartir en comunidad; (3) y la posibilidad de realizar apostolados.

Para los jóvenes egresados de colegios pertenecientes a la REI, las actividades formativas y pastorales de sello ignaciano han estado siempre presentes en el ambiente escolar: “En el colegio siempre fue como constante, así como el MEJ, que el campamento, que en CVX” (Entrevista 8); “Sí. Estuve en MEJ. Estuve en CVX también. Y pastoral igual en el colegio, como delegada… y participando en las actividades del colegio” (Entrevista 9).

Con el tiempo, esta mayor disponibilidad de experiencias les ha permitido tener nociones acerca de la espiritualidad ignaciana, aunque existe cierta dificultad para definirla con un lenguaje articulado y técnico.

La CVX secundaria permite que los jóvenes se conozcan entre sí y conformen comunidades de vida y servicio en las que pueden compartir temas personales y espirituales. Por su parte, las personas que participan del CUI destacan el espacio por su apertura y por las posibilidades de servicio que ofrece.

Creo que participar en estas instancias… como que igual... no sé si me hacen ser, sentirme importante, pero sí siento que aporto con mi granito de arena como a la sociedad y como que con eso me siento tranquila, en verdad. Y como que siento que eso ha sido importante para mí... Te hacen como quizás encontrarte un poco, como... un poco tu camino. (Entrevista 5)

Así, los espacios de espiritualidad y servicio se hacen importantes en un sentido personal y espiritual. Esta importancia la hacen visible también en sus búsquedas vocacionales o de nuevos espacios de participación, una vez que están en la universidad.

Otro aspecto destacado en los testimonios es cómo las y los jóvenes vinculan la religión y la espiritualidad con el contexto más amplio en el que se insertan. Esto parte de la noción de que la espiritualidad implica detenerse y reflexionar, ya sea como una escucha interior o prestando atención al mundo que los rodea.

Yo creo que lo espiritual va un poquito en ‘cómo me siento con esto que estoy viviendo’. Y pensar en silencio, yo creo, como meditar, en el fondo como... Porque, no sé, uno puede discutir con cualquier persona, en cualquier momento del día, pero no sé si uno se detiene realmente a reflexionar sobre esa situación... (Entrevista 12)

Esta capacidad de reflexión es considerada una parte fundamental de la espiritualidad, y para algunos es un sello ignaciano. Los espacios de servicio y reflexión mueven a los jóvenes a hacerse conscientes de su propia situación social, al mismo tiempo que adoptan una perspectiva más amplia sobre las realidades de desigualdad que hay en el país:

Me sirven como para ver el mundo de otra forma, como no siempre desde el juicio... como de entender que no todos tienen las mismas oportunidades... como que también siento que lo espiritual también va como mucho con la política y también te cuestionas caleta... (Entrevista 5)

La conexión entre espiritualidad y política fue explicitada en varias ocasiones por los encuestados, quienes creen que la espiritualidad y la religión deben tener una relación clara con los problemas sociales y la contingencia nacional.

Jesús sí ha sido una figura que me permitió cuestionarme las iglesias. De hecho, con la imagen de Jesús fue como que comenzó esta cuestión de que ¿por qué tengo que usar ternos para ir a la iglesia el día de domingo si Jesús iba con chalas? (Entrevista 11)

Finalmente, una de las cuestiones que se destacaron en las entrevistas fue el impacto que la formación valórica tiene en su vocación y elección de carrera. El valor del servicio se traduce en darle una cierta orientación práctica a la forma de vivir y expresar su fe. Esto se evidencia en el hecho de que, a pesar de la variedad de las carreras de origen de los entrevistados, la mayoría coincide en darle un enfoque social a su elección, destacando la posibilidad de servicio y conexión con otros:

Pero a mí me faltaba como esa parte de servir, que a mí me gusta mucho. También por algo quiero estudiar Enfermería, que tiene que ver mucho con el contacto con el otro que necesita. Entonces, igual las dos experiencias que tuve me marcaron mucho. (Entrevista 2)

En este caso, nuevamente, las experiencias de servicio han sido clave en marcar la vocación de la entrevistada, cuya significación ha logrado trascender la etapa escolar. Así, el ejercicio profesional es visto como una manera de continuar practicando los valores aprendidos en la etapa educativa precedente y de mantenerse en contacto con las necesidades de los demás.

2. Transición desde la educación secundaria a la educación superior

Cuando se inicia la etapa universitaria, las vivencias de carácter espiritual o religioso adquieren una nueva perspectiva. En la etapa precedente, el tiempo destinado a las actividades religiosas, pastorales o espirituales solían darse en el horario escolar o en dinámicas extracurriculares; sin embargo, la vida universitaria conlleva una nueva rutina que influye en la disposición y distribución del tiempo disponible para participar de instancias religiosas o espirituales.

Fue un año como tan caótico que ni siquiera he tenido como el tiempo como para… como para darme un tiempo a mí. Como todo lo que hacía era como la U, la U, la U […] hasta tenía clases los sábados. Entonces, de lunes a sábado, desde las ocho hasta las ocho de la tarde era como Universidad, Universidad, Universidad. Y nunca he parado como a… a como las cosas que hacía antes. (Entrevista 6)

Este testimonio refleja los nuevos desafíos que enfrentan las y los jóvenes una vez que ingresan a la universidad. La gran mayoría de los entrevistados coincide en que el primer año se vuelve un proceso agobiante y difícil de llevar; sin embargo, también nos encontramos con excepciones en las cuales los participantes mencionan que la formación que adquirieron en su establecimiento les permitió adaptarse al primer año de educación superior:

No, pensé que iba a ser como más complicado todo, la adaptación, el grupo nuevo… pero la verdad es que se fue dando como todo súper fácil, como que las primeras personas que conocí como que me llevé súper bien, […] el grupo curso también, como que nos ayudamos entre todos… (Entrevista 10)

Los cambios mencionados también pueden variar según la ubicación geográfica, la institución académica y las circunstancias personales de cada individuo. Ingresar a la educación superior podría involucrar otras transiciones, como cambiar de ciudad de residencia y de hogar habitual, complejizando aún más el proceso (Gallardo et al., 2013), lo que puede ser una experiencia emocionalmente desafiante para los y las jóvenes, quienes pueden comenzar a cuestionar, o bien a confirmar, su identidad y valores personales: “Ahí obviamente era como imposible hacer amigos, a menos que uno fuera muy extrovertido… [risas] y no era mi caso. Entonces, estuve como un semestre entero sin como muchos amigos…” (Entrevista 9).

Al cuestionar y reevaluar sus creencias, las y los jóvenes pueden mostrar un alejamiento de las prácticas religiosas de su infancia y una dificultad en mantener las mismas actividades religiosas en las que participaban en sus establecimientos o entornos familiares, debido a la falta de estructura. En estos casos se produce un quiebre, ya que el ingreso a la universidad implica más pluralismo y genera otras prioridades.

Porque la Universidad es un lugar mucho más amplio que el colegio. Entonces, si bien en el colegio hay algo que todos tienen en común, que es el mismo colegio, pero aquí todos vienen de colegio distintos, de ciudades distintas, de regiones distintas, que se llegan a una realidad que no es compartida... pero en la Universidad es tan amplia que no… que es muy difícil acceder a eso también. (Entrevista 1)

Con todo, los entrevistados no presentan una desafección de lo religioso en sí y muestran un interés constante por participar en actividades religiosas o espirituales. Comienzan a priorizar sus actividades de acuerdo con los tiempos de que disponen dentro del mundo universitario, en el que la demanda académica es más alta. Esto genera un paso drástico desde la oferta religiosa dada por el colegio de manera heterónoma hacia una diversidad de proyectos vitales que deben explorar autónomamente. La autonomía que adquieren al ingresar a la universidad les permite tomar decisiones más independientes sobre su participación voluntaria. Para ajustarse al nuevo ambiente y a su rol, las personas necesitan dar sentido a lo que les sucede, proceso que nunca es aislado, sino que se vive junto con quienes las rodean.

3. Caracterización de la experiencia religiosa

Un primer punto a destacares que ninguna persona entrevistada aludió a experiencias religiosas individuales, es decir, a aquellas que son buscadas, generadas y/o vividas en solitario. Por el contrario, casi todas mencionaron la importancia de la comunidad a la hora de referirse a estas experiencias. Esta constatación demuestra la importancia de analizar el impacto de los vínculos sociales en la experiencia religiosa juvenil. Hay aquí una primera cuestión interesante: parece que no hay en estos jóvenes una vivencia individualista de la espiritualidad, sino que esta se entiende y llega a la experiencia con un cierto soporte comunitario o relacional.

Entre los tipos de vínculos, nos llama primeramente la atención la preponderancia y lugar que tiene la persona responsable. Si bien algunos jóvenes nombraron algunas relaciones familiares como significativas respecto de sus experiencias religiosas (principalmente madres o abuelas), fue la o el adulto a cargo de la experiencia a quien le atribuyeron un rol significativo en la valoración de esta. Si la relación con esa persona es mala, se produce un quiebre tanto en la experiencia religiosa como en la relación con Dios. De hecho, al preguntarles a los jóvenes sobre sus experiencias negativas, todos mencionaron relaciones con personas o situaciones en las que se sintieron discriminados, poco valorados o reconocidos. En todos los casos, este quiebre tuvo como consecuencia que se alejaran de la fe o dejaran de participar en actividades religiosas o espirituales, especialmente cuando la mala experiencia se vinculaba con temas de orientación sexual o de género:

El mismo tema de la homosexualidad, los temas como más polémicos, el aborto..., porque yo he tratado de tener un discernimiento en ciertas discusiones y de separarlas. O sea, sí, a mí, que me hayan tratado de Anticristo […] sí me afectó, o sea sí me dio lata, […] es como una discusión en mi mente, que digo: “No, que no te afecte”. (Entrevista 4)

Por el contrario, muchos de los entrevistados aludieron a la acogida como un factor relevante para abrirse a las experiencias que caracterizan como religiosas. En este sentido, un resultado importante de esta investigación fue constatar la relevancia que tienen la forma y la actitud con que las personas responsables invitan, reciben y llevan adelante esas experiencias. En esta línea, las actitudes más valoradas fueron la escucha desinteresada, la alegría y el interés genuino por conocerlos y acompañarlos en sus procesos:

Sí, yo creo como que el amor como que confluye como aquí en el CUI, con las personas y los vínculos […] Como que siento que siempre están preocupados como de ti, como que no sé si es una cuestión más asistencialista, pero como que sí, si tú estás como triste como... puedes confiar en una persona de aquí, ¿cachas? […] Y como que siento que igual es un respaldo fuerte… porque al final como que no te sientes tan, tan solo. (Entrevista 5)
[…] mi profesor jefe […] era una persona muy comprensiva con todos, era simpático, siempre se mostraba alegre […] Siempre te recibía con una sonrisa, entonces igual aprecio harto eso, […] que ayuden tanto como educacionalmente, podría decirse, como espiritualmente. (Entrevista 7)

En ese sentido, las y los jóvenes expresaron que valoraban los vínculos que establecían con ellos los guías o líderes pastorales y que las relaciones de confianza y cuidado eran fundamentales en lo que consideraban una experiencia religiosa significativa. Así, más que el tipo de actividades a las que se los convocaba, parece que el interés y la significación de sus relaciones resultó decisiva en este sentido, incluyendo tanto las características personales del/la encargado/a como el modo de establecer vínculos con los participantes.

Un segundo elemento interesante tiene que ver con el lugar otorgado a las relaciones entre pares. Muchos dieron cuenta de que una motivación y razón importante para participar en este tipo de instancias era conocer gente: “Los campamentos son buena experiencia, porque se conoce gente” (Entrevista 7); “Gracias a campamento de formación conocí a otras personas y a mi mejor amiga […] CVX me ayudó a conocer a otras personas y abrir mi círculo” (Entrevista 3). O haber conocido en estas actividades amistades que hoy son muy significativos en su vida:

Con ella me hice bien cercana y con los demás como que igual conocí hartos amigos que eran como de mi edad gracias a eso […] Y con la mayoría sigo hablando hasta ahora; entonces, como que son amigos con los que puedo ir a estas actividades y después puedo seguir compartiendo con ellos durante la vida. (Entrevista 9)

La relación con los pares es un factor común en las entrevistas, que evidencian cómo este tipo de experiencias han potenciado y les han permitido establecer vínculos profundos y duraderos. Sin embargo, parece que el vínculo con las personas responsables tiene un valor más significativo. En este sentido, cabe preguntarse si la importancia dada a la relación con los pares se debe más bien a su etapa de desarrollo en lugar de tener un impacto directo con lo propiamente espiritual.

Al preguntarles a los jóvenes sobre qué experiencias religiosas han tenido y qué es lo que las caracteriza, todos se refirieron a dinámicas de servicio y/o entrega a otras personas. Actividades como voluntariados y los campamentos de las CVX fueron mencionados de manera recurrente: “Como que en ese campamento yo realmente sentí como que conecté” (Entrevista 8).Más aún, en muchos casos nos parece que hay una identificación de la experiencia religiosa con el servicio o, a lo menos, no se entiende separada de este:

Bueno, la verdad es que a mí me pasa que no veo la espiritualidad como ejercicio de una religión. Entonces, por eso se me hace como más ajeno el pensar cómo puedo conectar en mis tiempos libres con la espiritualidad. Entonces, por eso mencionaba como los actos de servicio. Creo que para mí, al menos, los actos de servicio se han transformado en un ejercicio de espiritualidad bastante interesante. ( Focus group Santiago)

Así, el servicio se transforma en el medio privilegiado por el que los y las jóvenes se relacionan con Dios o la trascendencia. Es una manera no intimista de vivir lo religioso, sino al contrario, desde el contacto y relación con otros. Dicho de otra manera, los participantes de la investigación entienden que la espiritualidad debe tener un correlato en la vida concreta, en nuestras decisiones y acciones cotidianas: “[…] yo sigo manteniendo como mi conexión, así como en ayudar o en […] como la gente y todo eso. Va más como por ese lado. Entonces, como el momento religioso es como cuando cada uno alcanza esa conexión” (Entrevista 10).

Cabe señalar que el acento en el hacerse ve tensionado por la necesidad de contar con espacios de reflexión sobre sus experiencias. Estos espacios no se entienden como instancias individuales o personales; los y las jóvenes valoran los espacios comunitarios de diálogo y conversación donde puedan compartir sus vivencias en el voluntariado.

Asimismo, es relevante destacar que no cualquier espacio sería propicio para tener esa reflexión, pues no les resulta fácil hablar de estos temas con “cualquier persona”. Para poder “abrirse” y “hablar de temas más profundos”, señalaron la importancia de contar con espacios seguros y de confianza:

Pero por eso siento que es muy difícil que se dé una conversación al respecto o un espacio como seguro, por así decirlo, para hablar de esos temas, si es que no está como más o menos establecido […] es muy difícil llegar a hablar de esos temas como de la nada […] Entonces, si no es como un espacio, un momento como establecido para hablar de esos temas, yo creo que es muy difícil que se dé esa confianza. Pero también rodearse con gente como de mente abierta y que tú sepas como que puedes contar con ellos en cualquier cosa; yo creo que uno también debiese poder como expresarse y sentirse libre de poder hablar de esos temas sin que te juzguen o no te quieran escuchar. ( Focus group Santiago)

Por último, un tercer elemento que caracteriza la religiosidad juvenil, en las entrevistas realizadas, es la escasa presencia de experiencias tradicionales vinculadas a lo institucional. Esta constatación podría indicar que esta no es la forma habitual como los y las jóvenes se relacionan con Dios. Incluso, en aquellos entrevistados que venían de colegios católicos, donde se propicia la participación institucional, este tipo de experiencias se pierde en su paso a la universidad.

Sin embargo, esta ausencia de vínculos institucionales no indica un desinterés por lo religioso. De hecho, los jóvenes muestran una persistencia en la búsqueda de oportunidades que les brinden momentos de conexión interior y les permitan vivir su espiritualidad. Ahora bien, tanto el tipo de instancias religiosas como las creencias son plurales:

Como entender que podemos [ser] perfectamente personas laicas o personas que tenemos una espiritualidad fuera de una religión, converger en factores comunes de acción social o de espiritualidad diversa. ( Focus group Santiago).

Si bien nos parece que la persistencia en la búsqueda de experiencias religiosas y en la fe es un rasgo común, creemos que esta dimensión de sus vidas deja de estar entre sus prioridades. Frente a las múltiples demandas universitarias, parece que este no es un elemento que resulte lo suficientemente significativo para que lo prioricen frente a otros. De hecho, uno de los factores más mencionados como causa para dejar de participar o abandonar sus formas de religiosidad fue la falta de tiempo. No es que desaparezca la búsqueda, pero parece que esta no es prioritaria.

IV. Discusión final

Entre las investigaciones que enmarcan los antecedentes de este estudio, se pueden identificar algunas líneas de continuidad en cuanto a la participación y priorización de los jóvenes de las actividades voluntarias, junto con la representación de su experiencia religiosa a través de los espacios de voluntariados sociales y comunitarios.

El aspecto central que aparece en las entrevistas es la necesidad de contar con espacios de reflexión o confrontación en los que puedan dialogar acerca de las experiencias vividas en las instancias práctico-sociales mencionadas. En ese sentido, su experiencia religiosa, lejos de ser un encuentro intimista o individual, es social, reflexiva y comunitaria, o así lo es al menos para los y las jóvenes que participan de esta forma de espiritualidad. En el contexto de una nueva etapa educativa, los lugares de socialización religiosa podrían traducirse en instancias significativas para compartir desafíos y experiencias.

Por otra parte, es posible percibir una baja priorización de los espacios religiosos voluntarios ante la alta demanda académica universitaria u otras prioridades vitales y obligaciones, como pueden ser el trabajo o la familia. Esto es coherente con las bajas cifras de participación de la juventud en actividades voluntarias que muestran las encuestas realizadas por el INJUV y la UDP mencionadas anteriormente. Sin embargo, quienes fueron entrevistados siguen valorando la dimensión social de su praxisreligiosa, al punto que impacta en sus elecciones vocacionales y su caracterización de lo religioso.

Desde el punto de vista de las ofertas pastorales, parece oportuno considerar una transición gradual de las propuestas religiosas entre la etapa secundaria y la universitaria, e integrar espacios flexibles en cuanto al tiempo y la organización. Ello porque las y los jóvenes evidencian un paso abrupto desde los espacios pastorales obligatorios, homogéneos y/o guiados en el colegio, hasta los espacios voluntarios, plurales y autónomos que encuentran en la universidad. De ahí la necesidad de pensar en la posibilidad de establecer una mayor gradualidad en la transición, permitiendo que los últimos años de colegio vayan reforzando en los y las jóvenes una educación en autonomía, diálogo y pluralismo.

Por otra parte, los espacios tradicionales de espiritualidad, como la oración personal o los Ejercicios Espirituales, fueron escasamente mencionados, lo que puede leerse como una tendencia constante desde hace una década ya indicada por otras encuestas (Cerda, 2021). Los Ejercicios Espirituales tienen específicamente una pregunta vocacional; sin embargo, pareciera que las actividades de voluntariado social han impacto más en sus elecciones vocacionales.

A su vez, se reconoce con mayor importancia el lugar de las personas responsables y los espacios religiosos de acogida. Así como la familia sigue mostrando su relevancia en una etapa inicial de la socialización de la fe, para los y las entrevistadas la percepción de los valores de tolerancia y acogida de los responsables de cada instancia son claves para indicar la distancia o cercanía con que ellos y ellas se hacen parte de los espacios religiosos.

Estos resultados señalan que el enfoque de la “religiosidad vivida” no solo es útil para analizar expresiones populares de religiosidad, sino también específicamente para comprender la experiencia religiosa de jóvenes en transición educativa; aunque estos se declaren creyentes, su experiencia puede diferir de las definiciones disciplinares, interpelando incluso a la reflexión teológica.

Como se mencionó anteriormente, el escenario de la transición colegio-universidad está marcado por la apertura a nuevas posibilidades, intereses y proyectos de vida; es un momento de exploración de la propia identidad, valores y lugar en el mundo. En la esfera religiosa, la transición del colegio a la universidad marcó entre los jóvenes entrevistados una separación de los espacios estructurados para el desarrollo de su vida religiosa y espiritual, que eran reforzados en la etapa escolar por el proyecto educativo ignaciano. Lo anterior no significó, sin embargo, un abandono total de los valores y creencias religiosas.

Además, desde esta óptica podemos observar de mejor manera cómo la religiosidad no se acaba o limita a la participación en instituciones religiosas, sino que se extiende también al ámbito cotidiano. En este sentido, como señala Morello (2021), es de esperar que, si la vida diaria cambia, los sujetos darán respuestas creativas a los nuevos desafíos que deban enfrentar. En este caso, es interesante apreciar cómo el contexto religioso institucional de la etapa secundaria es un espacio en el que los jóvenes aprenden y socializan su experiencia religiosa, y cómo esta formación entrega una base que luego es confrontada con nuevas ideas y espacios, propiciados por la transición a la universidad (Orellana, 2023). Frente al cambio, los jóvenes reinventan y se reapropian de sus prácticas y creencias religiosas, adecuándolas a las nuevas preguntas vocacionales y a la diversidad del mundo universitario.

Conclusiones

El estudio aplicado a jóvenes en transición desde el colegio a la universidad ha iluminado algunos campos de interés para profundizar en la religiosidad juvenil. Sin embargo, también ha abierto otras preguntas y desafíos por explorar. Quisiéramos ofrecer algunas prospectivas para los estudios relacionados con la temática de religiosidad juvenil en Chile y algunas zonas de exploración que quedan pendientes por investigar. La primera de ellas se relaciona con la necesidad de estudiar otras etapas de transición juvenil, como la de salida de la universidad y la entrada al mundo laboral. Si la experiencia religiosa juvenil ya es compleja a nivel local, y las prioridades se reevalúan en el periodo de ingreso a la educación superior, conviene estudiar cómo el orden de las valorizaciones, los proyectos y la redistribución de los tiempos se replantean en esta nueva transición, afectando también al lugar de lo religioso en la vida de las y los jóvenes.

En este contexto, dos desafíos adicionales cobran relevancia para ser estudiados. El primero de ellos es el del orden o escalas de prioridades del mundo juvenil. Si lo religioso y las actividades grupales voluntarias no son prioridades para muchos jóvenes hoy en día, ¿qué es lo que está ocupando los primeros lugares en su orden de valorizaciones? ¿Qué expresan de acuerdo con sus proyectos y esperanzas? En este sentido —y como segundo desafío—, aunque nuestro estudio contaba con una diversidad de jóvenes en términos socioeconómicos, esta dimensión no se abordó de manera intencionada y comparativa, lo que deja un espacio interesante por investigar. Incluso respecto de las prioridades, estas pueden haberse visto afectadas por elementos como el trabajo y la distancia, entre otros.

El enfoque cualitativo nos ha permitido generar categorías desde el relato mismo de los jóvenes, ahondando en sus experiencias religiosas, nociones sobre lo ignaciano, y desafíos en la etapa de transición. Conviene advertir que la diversidad y el ritmo del mundo juvenil es un constante desafío y exige un seguimiento recurrente de sus cambios y pluralidad.

Notas

  1. Licenciada en Filosofía, licenciada y magíster en Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Docente adjunta en la misma institución.
  2. Licenciada en Filosofía, licenciada y magíster en Teología, Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudiante de Doctorado en Teología en la misma institución. Directora del Centro Universitario Ignaciano y miembro del Instituto de Teología y Estudios Religiosos (ITER), Universidad Alberto Hurtado.
  3. Profesora de Educación Media en Historia y Geografía, Universidad del Bío-Bío, diplomada en Estudios Teológicos de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Magíster en Análisis Geográfico de la Universidad de Concepción y Magíster en Ciencias Religiosas, Universidad Católica de Temuco. Coordinadora de la Red Juvenil Ignaciana Biobío.
  4. Antropólogo sociocultural de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Investigador colaborador ITER.
  5. La REI está compuesta por 16 instituciones educativas ubicadas entre Antofagasta y Puerto Montt, cuya misión es “formar hombres y mujeres plenos, que con sus talentos puedan transformar la sociedad en una más justa y solidaria, siendo fieles así al llamado de Cristo” (Red Educacional Ignaciana, 2022).
  6. Formada por “cristianos hombres y mujeres, adultos y jóvenes, de distintas condiciones sociales que desean seguir más de cerca a Jesucristo y trabajar con Él en la construcción del Reino, y que han reconocido en la Comunidad de Vida Cristiana su particular vocación en la Iglesia” (Consejo Ejecutivo Nacional de CVX, 2023).
  7. Movimiento de formación cristiana para niñas, niños y jóvenes de 5 a 25 años. MEJ invita a los jóvenes a vivir al estilo de Jesús, en una relación de amistad, de corazón a corazón, basada en una espiritualidad eucarística para la misión (Red Mundial de Oración del Papa, 2023).
  8. El CUI vela por que la identidad jesuita y católica de la Universidad se encarne en todo el quehacer universitario, buscando profundizar e inspirar la experiencia ignaciana del encuentro con Jesús y el ser humano a través de procesos formativos, de voluntariado y de acompañamiento al alcance de toda la comunidad universitaria (CUI, s. f).

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