Revista de Educación Religiosa, volumen 2, nº 7, 2023, DOI 10.38123/rer.v2i7.392
Creo que no se puede sino dar gracias a Dios por este nuevo número de Revista de Educación Religiosa. Esto porque, en medio de tantas situaciones difíciles que están ocurriendo en nuestras naciones latinoamericanas, el hecho de que existan personas que siguen reflexionando y experimentando nuevas soluciones o acercamientos para las distintas variables de la educación religiosa es casi milagroso.
Salvo el artículo de Cruz, que resalta el profundo sentido de mistagogia en los procesos de iniciación a la vida cristiana, particularmente en la dimensión sacramental, en este número de nuestra revista el acento está en la educación religiosa escolar. De los artículos, unos son de orden más didáctico, como el de Rivera, quien propone un trabajo en aula orientado a fortalecer la conciencia ética de los estudiantes acerca de la paz, la democracia y los derechos humanos; el de Maya y Álvarez, que presenta un enfoque interesante sobre cómo utilizar las redes sociales en este contexto pedagógico, y el de Romero, que explora de modo original el uso de algunos sellos postales en Religión. Otros son de orden más teórico, como el de Morales-Torres y Astudillo y su acercamiento a la figura de Alberto Hurtado; el de Tejedor y la identidad del educador católico; el de Triana, que sondea la relación de ciertos estudiantes respecto de la Sagrada Escritura; y la investigación de Becerra sobre las percepciones que tienen distintos actores sobre los estándares y programas de la ERE en Colombia.
Este foco en la escuela, específicamente en la acción que llevan adelante miles de docentes de Religión en nuestro continente, hace pensar en qué grado este cuerpo específico de maestros cuenta con las herramientas y habilidades para operar como un dispositivo de resistencia, por así llamarlo, contra la desesperanza y el vacío existencial que muestra gran parte de nuestra población. Cierto, no son ni pueden ser entendidos como los únicos responsables llamados a remediar esta situación, pero no es difícil darse cuenta de que tienen una especial experticia precisamente en este aspecto que parece estar en franca erosión hoy: la esperanza.
Espero que este número de Revista de Educación Religiosa, además de los interesantes artículos que presenta, sea globalmente un mensaje para todos los actores involucrados en esta área del conocimiento en cuanto a que no se debe abandonar la tarea de acompañar a los niños y jóvenes, y si es posible a sus familias, así como a los colegas de la comunidad escolar, a fin de dar horizonte y sentido trascendente a los esfuerzos, tristezas y alegrías de cada día.
Javier Díaz Tejo
Editor