Revista de Educación Religiosa, volumen II, nº 6, 2023, DOI 10.38123/rer.v2i6.313

Cuatro desafíos imprescindibles para la Catequesis de hoy

Ricardo González Hidalgo1
Universidad Finis Terrae, Santiago, Chile

Introducción

Son muchos los desafíos que enfrenta hoy la catequesis en la Iglesia y en el mundo actual. El contexto cultural y el fenómeno digital evidencian un cambio radical en la existencia de las personas ( Directorio para la Catequesis, 2020) y en sus interrelaciones. El cambio de época que vivimos como humanidad y como planeta se caracteriza por una crisis global que se manifiesta en muchas dimensiones vitales que afectan directamente la práctica catequética de la Iglesia.

Las características del perfil del catequista y de la práctica catequética, reconocidas por el Magisterio de la Iglesia, deberían responder a las exigencias siempre nuevas del evangelio, a la coyuntura histórica de cada época y a la necesidad imperiosa de anunciar la Buena Noticia de Jesús a todas las gentes. Dicha coyuntura histórica condiciona los diversos retos de la catequesis de cada época. ¿Cuáles son los desafíos que se plantean hoy a la catequesis de cara a la evangelización del mundo del siglo XXI? ¿Cuál es la coyuntura histórica condicionante de esos desafíos?

El presente ensayo busca poner de relieve cuatro desafíos imprescindibles de abordar que se plantean hoy a la catequesis. Cada uno de ellos se da como una respuesta a la crisis global que sufrimos como humanidad, acogiendo la invitación siempre renovada de Jesús y de la Iglesia de hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que él nos ha mandado. Los desafíos identificados están presentes explícita y transversalmente en los diversos documentos y enseñanzas del Magisterio de la Iglesia de los últimos 40 años.

La catequesis

La catequesis nace en la Iglesia apostólica como una forma de responder a la “última consigna” de Jesús de “hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a observar todo lo que él había mandado” (Mt 28:19s en Catechesi tradendae, #1). La catequesis, entonces, surge, en primer lugar, del testimonio apostólico; se trataba de anunciar a todos lo que ellos “habían oído, visto con sus ojos, contemplado y palpado con sus manos acerca del Verbo de vida” (1 Jn 1:1). De aquí que se le llame catequesis “al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre” (CT, #1). Es en este contexto de búsqueda de medios, por parte de la Iglesia, para hacer discípulos de Jesús en el que surgen diversos desafíos de la realidad histórica de cada época ante los cuales la catequesis debe responder.

Un complejo cambio de época

Los desafíos que enfrenta la catequesis hoy dependen de la lectura siempre nueva y actual que hagamos de la realidad. Se trata, en primer lugar, de leer correctamente los signos de los tiempos2 y de visitar, en compañía del Espíritu Santo, que es quien guía la historia, nuestra humanidad con sus dramas y crisis, con sus “gozos y esperanzas” (Gaudium et spes, #1).

Nuestra sociedad enfrenta un complejo “cambio de época, marcado por las contradicciones” (DC 2020, #319) y la catequesis no está ajena a este contexto. El cambio se puede verificar en las nuevas formas de relación entre las personas: relaciones digitales, de poder, culturales, en los nuevos valores que poco a poco va asumiendo como suyos la humanidad, en las nuevas formas políticas e institucionales, económicas y ambientales, en las nuevas expresiones de religiosidad, etc. El cambio de época que se está gestando viene precedido por diversas crisis en distintos ámbitos de la vida humana. En el presente ensayo consideraremos solo tres, por su relevancia y atingencia histórica y por su relación directa con los desafíos de la catequesis. Se trata de la crisis de sentido, la crisis ecológica y la crisis de credibilidad y confianza .

La crisis de sentido3 “es una crisis que va adquiriendo, día a día, dimensiones universales y apunta, entre otras cosas, a lo difícil que se hace hoy la búsqueda de una razón para vivir, a lo inútil que parece otorgarle un significado a la existencia y a lo cuestionable y vano que parece preguntarse por el sentido” (González, 2020, pp. 23-24). Como en toda crisis, lo que subyace a la del sentido es la desesperada pregunta que se hacen muchas personas sobre su propia identidad: quién ser y quién no ser; más aún, lo que se cuestionan es si vale realmente la pena vivir4 en este mundo lleno de contradicciones.5 Ya en 1998, el papa Juan Pablo II sostenía que “uno de los elementos más importantes de nuestra condición actual es la ‘crisis de sentido’ (…) Y, lo que es aún más dramático, en medio de esta baraúnda de datos y de hechos entre los que se vive y que parecen formar la trama misma de la existencia, muchos se preguntan si todavía tiene sentido plantearse la cuestión del sentido” (Fides et ratio, #81). La superación de la crisis de sentido y la búsqueda de un significado para la propia existencia “son una tarea de tal magnitud e importancia que requieren una atención especial de parte de toda la sociedad…” (González, 2020, p. 25). En clave evangélica, dicha crisis se expresaría con la siguiente pregunta: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?” (Mt 16:26); si todo pasa, si todo termina, si la muerte es el destino final de todo y de todos, ¿para qué vivir? De este modo, resulta imprescindible preguntarse: ¿cuál es la respuesta de la Iglesia y de la religión cristiana a estos cuestionamientos? ¿Cuál es la respuesta que encuentra el creyente en la catequesis?

El segundo reto considerado es lacrisis ecológica y medioambiental,6 que es tan grave que amenaza nada menos que la sobrevivencia de la humanidad. Nuestro planeta sufre cambios radicales provocados por los seres humanos que amenazan la vida y la continuidad de las especies. Estos cambios desajustan el equilibrio ecológico y, como nuestro ecosistema funciona como un todo interconectado, en relación de mutua interdependencia, los resultados son desastrosos. “Nunca como ahora la humanidad había tenido tanta conciencia del daño provocado al medioambiente. De hecho, son miles las personas en el mundo comprometidas en el cuidado y la protección ecológica de la creación. Sin embargo, nunca antes en la historia el ser humano había dañado tan brutalmente su entorno natural como lo hace en este siglo. La creación sufre silenciosamente por la irracionalidad e inconsciencia humanas” (González, 2021, p. 111). La Iglesia y su magisterio reciente han tomado una postura clara a favor de la ecología y el cuidado del medioambiente, como lo confirma, por ejemplo, la carta encíclica del papa Francisco Laudato si’. ¿De qué forma la catequesis ha acogido este imperativo ético-social, del cuidado ecológico y medioambiental de nuestro planeta? ¿Cómo se traduce esta preocupación en la práctica catequética?

Finalmente, el tercer desafío considerado es la grave crisis de credibilidad y de confianza7 que afecta a las instituciones, particularmente a la Iglesia en nuestro país, lo que incide directamente en su acción profética y su anuncio del Reino. Es una crisis de confianza que surge, entre otras causas, por los conocidos casos de abusos sexuales en la Iglesia, en el contexto de otras pérdidas de confianza, por ejemplo, por la corrupción política en los gobiernos, por los desfalcos económicos en los municipios e instituciones públicas y por la crisis de valores en la entera sociedad. Esta crisis de credibilidad y de confianza en la Iglesia ha producido la deserción masiva de fieles y el abandono de diversas tradiciones y actividades religiosas, lo que ha afectado significativamente la práctica catequética. ¿Cómo enfrentar, desde la catequesis, cada una de estas crisis que vivimos como sociedad, como humanidad? ¿Puede la Iglesia seguir incólume o indiferente ante las crisis que la afectan? ¿De qué forma podemos responder a la invitación de Jesús a evangelizar nuestro mundo, considerando la coyuntura histórica crítica en la cual vivimos?

Los últimos documentos del Magisterio de la Iglesia y los Directorios sobre la Catequesis nos entregan un rico material de apoyo y discernimiento para responder a los distintos desafíos que surgen de la lectura de la realidad que vivimos. Se trata de subrayar y priorizar determinados comportamientos y temáticas referidos a la catequesis en vista de una adecuada práctica, de acuerdo a los problemas identificados.

Cuatro desafíos para la catequesis

¿Qué es un desafío? Un desafío es un reto personal o institucional que nos imponemos a nosotros mismos, o se impone la institución a sí misma, para obtener uno o varios logros importantes al servicio propio o de la comunidad. Cada reto o desafío requiere de esfuerzo, lucha, decisión y convicción. Hemos identificado cuatro desafíos para la catequesis del siglo XXI, considerados imprescindibles, y que pueden servir como un pequeño aporte para revertir las crisis mencionadas: el desafío testimonial, el desafío del encuentro con Jesús vivo en la comunidad, el desafío de la actualización del lenguaje y el desafío ecológico y medioambiental.

1. El desafío testimonial

“El camino formativo del cristiano (…) siempre tuvo un carácter vivencial (…). El encuentro vivo y persuasivo con Cristo anunciado por testigos auténticos era determinante”, así se expresa el Directorio para la catequesis ; “por tanto, quien introduce en los misterios es, ante todo, un testigo” (DC 2020 #97). Ser testigos de Jesús no es solo un desafío para los catequistas y misioneros, sino para todo hombre o mujer que se reconozca como cristiano. Ya lo decía el papa san Pablo VI cuando afirmaba que la gente hoy “escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio” (Pablo VI, 1974, p. 568). El testigo es aquel que tiene un conocimiento experiencial de aquel o de aquello que proclama. Ser testigos de Jesús es haber tenido una experiencia de relación de amor y de encuentro con él.

El desafío testimonial que enfrenta todo catequista no es nuevo; sí, es urgente. En el contexto de crisis moral en el que vivimos, como Iglesia y como humanidad, el testimonio, en su doble significado,8 es imprescindible. Por una parte, se hace necesario anunciar lo que “hemos visto y oído”, como testigos de Jesús, contando a los demás nuestra propia experiencia de encuentro con él; y, por otra parte, tenemos que testimoniar con nuestra vida y nuestras palabras su mandamiento de amor mutuo. En ello radica la convicción de la Iglesia, la cual no crece por proselitismo, sino “por atracción”.9 La autenticidad y la coherencia de vida son y deberían ser el sello distintivo de todo cristiano y, en modo particular, de todo catequista.

2. El encuentro con Jesús vivo en la comunidad

El 22 de febrero pasado, el papa Francisco, refiriéndose al mandato apostólico de Jesús de ir por todo el mundo y hacer discípulos a todas las gentes, declaraba de modo tajante: “no se trata de adoctrinar o hacer proselitismo”; hacer discípulos es “dar a todos la oportunidad de entrar en contacto con Jesús” (Francisco, 2023); se trata de facilitar “el encuentro personal con Cristo” (DC 2020, #48). Si bien la peculiaridad de la catequesis es hacer madurar la fe inicial y educar al discípulo con un conocimiento más profundo de la persona y el mensaje de Jesús, la realidad pastoral es que muchos llegan a la catequesis sin el primer anuncio del evangelio, sin haberse convertido al Señor (CT, #19). La catequesis es, en la práctica, la oportunidad de un encuentro significativo y transformador con la persona de Jesús. La pregunta que cabe hacerse es: ¿qué hacer para facilitar el encuentro del Señor Jesús con cada uno de los catecúmenos?

El objetivo primigenio de la catequesis “es hacer que el anuncio de su Pascua resuene continuamente en el corazón de cada persona, para que su vida se transforme” (DC 2020, # 55),10 es decir, hacer resonar la voz, la vida, la muerte y resurrección de Jesús que nos llama a su encuentro: “el Maestro está aquí y te llama” (Jn 11:28). Pero ¿dónde están hoy los portavoces de la voz de Jesús? ¿Dónde está Jesús llamando a los suyos?

Hay una promesa de Jesús, en el evangelio de san Mateo, que asombra por su realidad y actualidad, y que puede ser la respuesta que buscamos a las preguntas formuladas. Dice así: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18:20). A Jesús podemos encontrarlo en medio de la comunidad. Dos o tres significa en la práctica “dos o más” reunidos en el nombre de Jesús. En el mundo de hoy la gente se reúne por miles de motivos diferentes: por el deporte, por la política, por el arte, por las diversiones, por celebraciones familiares, por las prácticas de piedad, entre otros. ¿Quién se reúne en el nombre de Jesús? Estar reunidos y unidos en el nombre de Jesús significa estarlo en sus enseñanzas, particularmente en su mandamiento nuevo: en el amor mutuo (Jn 13:34). Todo grupo de catequesis está llamado a convertirse en una comunidad acogedora en la que, por el amor mutuo entre sus integrantes, se haga presente Jesús en medio de ellos.11 Los efectos de la presencia de Jesús en la comunidad son los mismos que se experimentan en toda presencia suya: alegría, paz, luz y amor. Efecto de la presencia de Jesús es una alegría antes jamás experimentada; una paz profunda, intensa, liberadora; una luz que nos ayuda a entender las cosas de Dios, su Palabra, su voluntad; y, por último, un amor nuevo y original: se siente en el corazón un amor tan grande que quisiéramos invadir el mundo con ese amor, quisiéramos hacer una revolución de amor y transformar las relaciones sociales con el amor. La presencia de Jesús en medio de la comunidad reviste de una fuerza nueva al creyente, al punto de que llega a sentirse capaz hasta de “dar la vida” por los hermanos (Jn 15:13), dar la vida en las pequeñas solicitudes del quehacer cotidiano y dar la vida en las grandes empresas a las que llama el Señor.

3. La actualización del lenguaje

El tercer desafío para la catequesis es la actualización del lenguaje. Para comunicarse, el ser humano requiere hacer un triple ejercicio: aprender el lenguaje del otro, usar un lenguaje común y/o enseñar al otro el propio lenguaje. Muchas veces se desconoce el lenguaje verbal y no verbal de los catecúmenos, no se usa un lenguaje común y el catequista no traduce sus propios términos en un sistema de símbolos entendible para todos. Sin actualización y adecuación del lenguaje no hay trasmisión adecuada de la fe. El lenguaje verbal y el no verbal incluyen el contexto emocional y social de los catecúmenos; de hecho, para comunicar y comunicarse verdaderamente se requiere entrar en el otro, en su mundo, en su cosmovisión de las cosas, en sus intereses. Es necesario encontrar un “lugar común” y es en ese lugar de comunión desde donde se puede dar el aprendizaje significativo y la transmisión auténtica de la fe.

4. El desafío ecológico

El cuarto desafío es el ecológico y medioambiental. La catequesis está llamada no solo al anuncio directo de la Pascua del Señor, sino también a mostrar “cuál es la nueva visión de la vida, del hombre, de la justicia, de la vida social, del cosmos entero que surge de la fe, incluso a través de la realización de signos concretos” (DC 2020, #60). La catequesis no puede ignorar la aguda crisis ecológica y medioambiental que estamos viviendo. Se requiere un compromiso programático formal para la configuración y construcción de lo que el papa Francisco ha llamado ciudadanía ecológica. 12 Se trata de contribuir al cuidado del medioambiente, a la mantención del equilibrio ecológico de nuestro hábitat común. Catequizar es también acompañar a los catecúmenos en el aprendizaje de la vida para que aprendan a vincularse en fraternidad unos con otros y en armonía con toda la creación de Dios.

Conclusión

En el contexto de las grandes necesidades humanas, como las que representan cada una de las crisis presentadas, como el sentido de la vida, la exigencia de credibilidad y de trascendencia, el anhelo siempre vigente de comunicación entre las personas y el amor auténtico por la naturaleza, se buscaron respuestas coherentes y significativas desde la perspectiva de la catequesis.

Los desafíos identificados y sus consecuentes tareas no agotan las múltiples exigencias que debe enfrentar hoy la práctica catequética; sin embargo, ayudan a comprenderla mejor y a renovar su praxis. Por ejemplo, el desafío del testimonio apunta directamente a la credibilidad del catequista y de la catequesis: ser testigos y dar testimonio de las propias convicciones supone una experiencia creíble que es muy difícil de “contradecir”. Dar testimonio también es dar razón de la propia fe: ¿por qué creo en Jesús? ¿Qué sentido tiene mi fe y mi vida con él? ¿Y no es precisamente esto lo que tiene que comunicar cada catequista? La fe en Jesús también tiene que ver con el deseo de trascendencia inscrito en cada ser humano, de modo que la catequesis no puede ser punto de llegada del creyente, sino un punto de partida hacia el infinito, hacia el encuentro con el Señor Jesús.13 El segundo desafío es justamente el encuentro con Jesús vivo en la comunidad . En un mundo cada vez más secularizado, increyente e indiferente a lo religioso, es necesaria una comunidad unida en el nombre de Jesús, con Jesús presente en medio de ellos (Mt 18:20) que diga con su sola presencia: “Dios existe, vengan y lo encontrarán en medio de nosotros”. La experiencia del amor mutuo, “en esto reconocerán todos que son mis discípulos, en que se aman unos a otros” (Jn 13:35), y de la unidad, “que todos sean uno… para que el mundo crea” (Jn 17:21), es cuestionadora, convincente y cautivadora, porque en el amor mutuo y en la unidad el creyente se encuentra con Jesús en persona, con Jesús vivo en medio de la comunidad.

El siguiente desafío para la catequesis es el de la actualización del lenguaje. En la Iglesia Comunión del siglo XXI se requiere un lenguaje empático, inclusivo y convocante a la vez. La inculturación de la fe reclama la actualización y la adecuación del lenguaje, no solo para hacer más comprensible la Buena Noticia, sino también, y sobre todo, para impregnar la cultura con los grandes valores del evangelio. La actualización de lenguaje incluye y considera también los nuevos signos y lenguajes que nacen y pueden nacer de la experiencia viva de la comunidad cristiana.

El último desafío presentado, ya que son muchos los desafíos de la catequesis, es el del cuidado ecológico del medioambiente. El amor por nuestro planeta, por todas sus creaturas, es un testimonio evangélico de primer orden. Tardamos siglos en comprender el mensaje evangélico, trinitario, que nos explicara san Francisco de Asís con su vida y sus enseñanzas. La ecología, como ciencia de la casa común y ciencia de las relaciones, debe impregnar transversalmente toda catequesis, al punto de reconocernos hermanos con todas las creaturas del planeta. Los desafíos están planteados, es urgente responder a ellos.

Notas

  1. rgonzalez@uft.cl
  2. Los signos de los tiempos son procesos históricos por mediode los cuáles Dios habla y nos revela su voluntad, personal ysocial, por una nueva humanidad. El devenir humano y social es unlugar teológico, es decir, un espacio en donde Dios actúa y serevela al ser humano.
  3. Cf. Bauman, Z. (2003) Modernidad líquida; Boff, L. (2004)La crisis como oportunidad de crecimiento; Frankl, V. (1979)El hombre en busca de sentido; Frankl, V. (2005) El hombre en busca del sentido último; González, R. (2020) ¿Para qué vivir? La búsqueda de un sentido y un proyecto de vida trascendente; Rojas, E. (1993) El hombre light; Torralba, F. (1997) Pedagogía del sentido, entre otros.
  4. En un mundo en el que “el suicidio es la segunda causa de muerte enjóvenes entre 15 y 29 años” (Correa, 2019, p. 7), se haceimprescindible una catequesis con sentido.
  5. Por ejemplo, a raíz de una visión fracturada del ser humano por losmovimientos migratorios en el continente y por las infaltablestensiones sociopolíticas y económicas.
  6. Cf. Boff, L. (2011) Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres; Boff, L. (2016) La tierra está en nuestras manos; Boff, L.(2013) La sostenibilidad; Figueroa, E. (2016) La ecología del papa Francisco: un mensaje para un planeta y un mundo en crisis;Guridi, R. (2018) Ecoteología: hacia un nuevo estilo de vida;Tatay, J. (2018) Ecología integral, entre otros.
  7. Cf. Alvarado, C. et al. (2018) Católicos y perplejos; la Iglesia chilena en su hora más oscura; Blaumeiser, H. et al. (2019) El sueño de una Iglesia sinodal; Francisco (2020) Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social; Gänswein, G. (2023) Nada más que la verdad; Ramis, A.(2019) Crisis en la Iglesia católica chilena, entre otros.
  8. Ser testigo: contar lo que uno ha visto y oído, comunicar lapropia experiencia de encuentro con Jesús. Dar testimonio:demostrar la propia fe a través de la palabra y las accionescotidianas, ser coherente con las propias convicciones.
  9. Evangelii gaudium, #14; también Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (13 de mayo de 2007).
  10. El verbo griego katechein significa “resonar”, “hacerresonar”.
  11. “El catecumenado es un proceso que se realiza en una comunidadconcreta” (DC 2020, #64).
  12. La ciudadanía ecológica se refiere al conjunto de derechos ydeberes del individuo en relación con la sociedad en que vive. Esla responsabilidad de la persona en el cuidado de la casa común, delas relaciones interpersonales y del medioambiente.
  13. Encuentro con el Señor en cada prójimo, en la Eucaristía, en lacomunidad, en su Palabra, en el momento de la muerte.

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