Revista de Educación Religiosa, volumen II, nº 4, 2022, DOI 10.38123/rer.v2i4.216
Lorena Basualto Porra1
César González Núñez2
Daniel Cerda Santander3
Equipo Inspectorial de Pastoral Juvenil, Congregación Salesiana, Chile
Durante el año 2018 el Papa Francisco convocó a un Sínodo de obispos acerca de los jóvenes. Para tal convocatoria, los padres sinodales recogieron la opinión de más de quince mil jóvenes sobre diversos temas referidos a su propia identidad, visión de mundo y percepción de la Iglesia. En esta consulta, los jóvenes expresaron diversas demandas a la Iglesia, entre ellas revisar los itinerarios de catequesis; de hecho, los padres sinodales concluyeron que “la catequesis no siempre tiene una buena fama entre los jóvenes, porque les recuerda a muchos ‘un camino obligatorio y no elegido en la infancia’” (Sínodo de los Jóvenes, 2018a, #190). Así, se constituye en un imperativo evangelizador renovar los itinerarios catequéticos de la Confirmación como sacramento de la madurez cristiana que se realiza en la etapa juvenil porque no pueden desatenderse las voces juveniles, puesto que “los jóvenes son uno de los ‘lugares teológicos’ en los que el Señor nos da a conocer algunas de sus expectativas y desafíos para construir el mañana” (Sínodo de los obispos, 2018b, #64).
Cabe mencionar que la catequesis de Confirmación es una preocupación permanente de la Iglesia, sobre todo en contextos cada vez más secularizados; de allí la importancia de crear itinerarios que presenten la fe cristiana de forma atractiva y que puedan encantar a los jóvenes para motivarlos a entregar una respuesta afirmativa al llamado de Jesucristo, considerando las diversidades territoriales y la diversidad de las juventudes (Obregón, 2021; Castrillón y Carreño, 2017; Clavijo, 2014; Arboleda, 2012).
En este contexto, el presente ensayo tiene por objetivo presentar una propuesta de itinerario de Confirmación para jóvenes desde el binomiokerygma e iniciación cristiana postulado en el nuevo Directorio para la catequesis (#61-62) en el contexto chileno y, específicamente, dentro del carisma salesiano. Es por este motivo que se recoge la experiencia de la red de catequistas salesianos, quienes, por medio de sus experiencias en la catequesis de Confirmación, han considerado la importancia de desarrollar en los catequizandos diversas habilidades de tipo cognitivas, procedimentales, actitudinales y espirituales (EIPJ, 2022).
La pregunta inicial del ensayo refiere a cómo diseñar una catequesis de Confirmación que articule kerygma e iniciación cristiana según las nuevas orientaciones del Directorio para la catequesis y, a la vez, desarrollar ciertas habilidades propias de la vida de fe cristiana. Por este motivo, la propuesta considera un marco teórico en el que esta se desarrolla según la opción epistemológica de los autores en cuanto a considerar la teología sacramental, la iniciación cristiana/kerygma y algunos principios metodológicos. Posteriormente, se presenta la propuesta del itinerario sobre la base del anuncio del kerygma, la iniciación cristiana y habilidades cognitivas, procedimentales, actitudinales y espirituales, para finalizar el texto con las conclusiones, en las que se presentan los desafíos de la propuesta que se encuentran en una fase inicial de aplicación a modo de experiencia piloto en algunas parroquias y colegios salesianos.
En el marco teórico se desarrollan tres temáticas que sustentan la propuesta, las cuales se refieren a la necesidad de una renovación de la teología sacramental, resituar la catequesis desde la iniciación cristiana y el kerygma, para finalizar con algunas consideraciones metodológicas. Los tres temas responden al cambio de paradigma eclesiológico que propone el Papa Francisco en la exhortación programática de su pontificado Evangelii gaudium (2013), que luego alcanza su aplicación en la catequesis a través del Directorio para la catequesis (López, 2021). Al respecto, el Papa insiste en la centralidad del kerygma y una renovada mistagogia, es decir, la “necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana” (Evangelii gaudium, #166).
La propuesta evangelizadora del Papa Francisco y especialmente lo contenido en su carta de navegación pastoral Evangelii gaudium han marcado una nueva forma de comprender e interpretar la misión de la Iglesia en el contexto de la globalización y la secularización. El impulso evangelizador y revitalizador, desde una autocomprensión de la Iglesia en salida acentuada también en la exhortación apostólica Christus vivit (Francisco, 2019), hace de su misión fuente fecunda de diálogo, especialmente con los jóvenes. Con base en estas dos propuestas se constata la necesidad de ahondar en la noción de sacramento como elemento fundante y estructurante de un itinerario de preparación para el sacramento de la Confirmación. Para ello, se profundizará en una primera instancia en los elementos etimológicos y teológicos de la noción de sacramento que son fundamentales a la hora de comprender la Confirmación como camino y proceso de maduración en la fe.
En primer lugar, parece imprescindible retomar el origen etimológico de la palabra sacramento, en tanto se descubren dos acepciones sumamente relevantes: sacramentum, en latín, y mystērion, en griego, ambas expresiones que remiten a hacer sagrado algo y a la develación de un misterio al cual se puede acceder. El Magisterio ha recogido ambos conceptos para definir los sacramentos como “signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1992, #1131). Todo ello vinculado a la vida y a la acción de la Iglesia que se expresa mediante los signos y los símbolos del Misterio Pascual. Desde esta lógica, Borello (2013) señala:
Los sacramentos de la Iglesia son ricos en signos y simbolismos: es decir, con sus acciones, objetos, el agua, el pan, el aceite, los gestos y las palabras, la comunidad misma, representan otras realidades que son invisibles, las realidades de la fe. Ellos, por la fuerza del Espíritu Santo, introducen el acontecimiento-misterio de Cristo en nuestra historia personal y comunitaria. (p. 36)
En efecto, la sacramentalidad, es decir, lo simbólico y misterioso de la acción litúrgica de la Iglesia, queda asegurada porque es expresión del ejercicio del sacerdocio de Cristo (Sacrosanctum Concilium, #7). Existe una realidad profundamente sagrada que permite redescubrir el Misterio Pascual, ya que “el rito es una acción simbólica constituida por gestos y palabras, con una estructura preformada e institucionalizada de carácter tradicional, que favorece la participación común y la repetición” (Augé, 1995, p. 75). La participación creyente, por tanto, requiere de una comprensión de un proceso de fe paulatino y estructurado en un itinerario que implica una buena comprensión de los ritos y las oraciones, posibilitando una mayor conciencia a partir de la fe de esa acción de Dios en la historia y en la historia de quien se prepara para recibir el sacramento (SC).
Abundando en el tema, es significativa la definición de sacramento propuesta por Boff (1975), cuando señala: “Todas las veces en que una realidad del mundo, sin dejar el mundo, evoca otra realidad diferente a ella, asume una función sacramental: deja de ser cosa para convertirse en un signo o en un símbolo” (p. 22). Así pues, se puede entender y fundamentar que los sacramentos van mucho más allá de los ritos, son experiencias vitales que se extienden en el tiempo como historia de salvación y memorial de esperanza a partir de signos relevantes para el creyente.
Ahora bien, la relación de la noción de sacramento con la propuesta del itinerario de Confirmación implica ir descubriendo la salvación como un don y una tarea que orientan la cotidianidad en la vida y no se limitan solo a aspectos meramente rituales o celebrativos; es transversal, ya que es necesario acompañar al confirmando porque en este proceso “hay una consagración, una identificación marcada en nosotros por el Espíritu como un sello, que tiene una función en orden a la redención definitiva” (Fernández, 2005, p. 29). Ese sello se constituye en la Confirmación como invitación concreta a vivir y caminar permanentemente desde la fe en Jesucristo. Es una vocación que se expresa en íntima relación con el bautismo desde el carácter de signo, es decir, todos los cristianos desde las diversas vocaciones y carismas están llamados a ser reflejo de ese amor inagotable y filial de la Trinidad. Este desarrollo cristiano acentuado en la Confirmación conduce necesariamente a una experiencia plenificadora y también humanizadora: hace de la propia existencia una misión que puede, con madurez y libertad, asumir y testimoniar la novedad del proyecto salvífico del Evangelio frente a los desafíos de un mundo complejo e incierto (EG, #52-75).
Este itinerario para la Confirmación tiene implicancias concretas en la vida cristiana que motiva y anima la mirada de acogida, ya que “es un regalo divino que favorece una mayor apertura hacia la gracia” (Fernández, 2005, p. 35). Esta apertura sostiene la dimensión universal del mensaje de Cristo, que ante el pecado no juzga sino más bien perdona: “Tampoco yo te condeno. Vete, y no vuelvas a pecar” (Jn 8:11). Desde esta perspectiva, la noción de sacramento en relación con el proceso de preparación a la Confirmación es una propuesta articulada de desarrollo del creyente que se orienta a una salvación que considera a la persona en su integridad, velando por el camino y el proceso emprendido, que valora su historia y también su singularidad en pos de que encuentre desde la fe el sentido de la vida.
La catequesis de Confirmación, como otros sacramentos de la iniciación cristiana, requiere de una profunda revisión y necesidad de intentar caminos nuevos para alcanzar su propósito: “hacer que el anuncio de la Pascua de Jesús resuene continuamente en el corazón de cada persona” (DC 2020, #55). Al respecto, ha sido relevante la publicación en el año 2020 del Directorio para la catequesis, que vino a ampliar horizontes y profundizar el sentido mismo de la evangelización de acuerdo a los cambios culturales, proponiendo un anuncio más significativo y situado.
En este sentido, el Directorio pretende dar un salto catequético cualitativo en el que la persona y el mensaje de Jesús no sean un mero barniz superficial que acontece en la vida de los jóvenes. Por este motivo, uno de los aspectos centrales es iniciar el anuncio a partir de la experiencia humana, dado que:
La catequesis, siguiendo el ejemplo de Jesús, ayuda a iluminar e interpretar las experiencias de la vida a la luz del Evangelio. El ser humano de hoy experimenta situaciones fragmentarias de las que él mismo lucha por captar el sentido verdadero. Ello puede incluso conducirle a una vida separada entre lo que cree y lo que vive. La relectura de la existencia con ojos de fe le ayuda a tener una mirada sabia e integral. (DC 2020, #199)
Si no se parte de la experiencia se corre el peligro de aquello que los padres sinodales concluían con respecto a lo señalado por los jóvenes:
Muchos notan que los recorridos de la iniciación cristiana no siempre logran introducir a los niños, adolescentes y jóvenes en la belleza de la experiencia de fe. Cuando la comunidad se constituye como lugar de comunión y como verdadera familia de los hijos de Dios, expresa una fuerza generadora que transmite la fe; en cambio, donde cede a la lógica de la delegación y predomina la organización burocrática, la iniciación cristiana se malinterpreta y se concibe como un curso de educación religiosa que habitualmente termina con el sacramento de la Confirmación. (Sínodo de los obispos, 2018b, #19)
Como se puede apreciar, se trata de una autocrítica en la que los padres sinodales manifiestan que los procesos de gestión terminan nublando lo más importante que es la experiencia de la fe, o bien, se minimiza a un curso de educación religiosa. El llamado es a repensar la catequesis de Confirmación en clave de iniciación cristiana, pues los mismos obispos señalan:
La vocación del cristiano es seguir a Cristo pasando por las aguas del Bautismo, recibiendo el sello de la Confirmación y convirtiéndose con la Eucaristía en parte de su cuerpo (…). En el camino de la iniciación cristiana es ante todo la Confirmación el sacramento que permite a los creyentes revivir la experiencia pentecostal de una nueva efusión del Espíritu para el crecimiento y la misión. Es importante volver a descubrir la riqueza de este sacramento, comprender su vínculo con la vocación personal de todo bautizado y con la teología de los carismas, cuidar mejor la pastoral, a fin de que no sea un momento formal y poco significativo. Todo camino vocacional tiene al Espíritu Santo como protagonista: Él es el “maestro interior” por el que dejarse guiar. (Sínodo de los obispos, 2018b, #61)
De este desafío, busca hacerse cargo el Directorio para la catequesis, en el que se retoma el itinerario catecumenal como matriz metodológica fundamental para su renovación. Al respecto, el Directorio afirma:
La inspiración catecumenal de la catequesis no significa reproducir al pie de la letra el catecumenado, sino asumir su estilo y dinamismo formativo (…) Se vuelven a proponer los elementos principales del catecumenado, que, después del discernimiento necesario, hoy deben entenderse, valorarse y actualizarse con valor y creatividad, en un esfuerzo de verdadera inculturación. (DC 2020, #64)
En este sentido, el Directorio recupera elementos tales como: carácter pascual; carácter iniciático; carácter litúrgico, ritual y simbólico; carácter comunitario; carácter de conversión permanente y de testimonio, y carácter progresivo de la experiencia formativa. Finalmente, es necesario señalar que el Directorio considera que la iniciación cristiana debe poseer tres características: (1) formación básica y esencial, “en cuanto es una profundización inicial del kerygma que explica los misterios fundamentales de la fe y los valores evangélicos fundamentales”; (2) orgánica y sistemática, “en cuanto es coherente y está bien ordenada (...) es decir, no improvisada u ocasional”; y (3) integral de la fe, “porque es un aprendizaje abierto a todos los componentes de la vida cristiana” (DC 2020, #71).
Esta propuesta del Directorio de enfatizar la importancia de una catequesis de inspiración catecumenal no es algo nuevo; ya lo planteaba el Concilio Vaticano II (2000, #64) cuando señalaba la necesidad de restaurar el catecumenado de adultos no solo para los adultos no bautizados sino para aquellos que, estando bautizados, no habían recibido la iniciación cristiana (Calles, 2017). En este sentido, Barrios (2021) considera que una de las novedades del Directorio es la insistencia en plantear la catequesis con estas características y, por lo tanto, debiese plasmar la construcción de los nuevos itinerarios de catequesis al modo de un camino que se debe transitar si es que se busca una renovación.
Uno de los desafíos más importantes dentro de la pedagogía de la fe, es un adecuado desarrollo metodológico que permita a los jóvenes crecer y participar progresivamente del itinerario catequístico. Esto, porque desde hace décadas que se plantea la necesidad de transitar hacia un nuevo paradigma metodológico centrado en la persona y no en la doctrina; sin embargo, la tentación siempre está en volver a dinámicas contenidistas que parecen más seguras y objetivas (Fuelpaz, 2021). Para abandonar una catequesis de tipo escolástico y memorística se proponen algunos criterios metodológicos para tener en cuenta en la catequesis de Confirmación a fin de que esta toque la vida de los jóvenes desde las experiencias que protagonizan. En este sentido, el catequeta Tonelli (1985) establece cuatro criterios:
En relación con este aspecto metodológico, importa insistir en que “una sólida espiritualidad y un testimonio de vida cristiana en el catequista constituye el alma de todo método” (DC 2020, #113). Esto es así dado que el catequista se constituye como el mediador que facilita tanto la comunicación entre Dios y los catequizandos, así como con la comunidad y al interior del grupo de jóvenes. Por lo mismo, el Papa Francisco (ChV, #246) desarrolla la idea de un mentor para los jóvenes, en cuanto que la relación personal del catequista con ellos se debe caracterizar por el ardor educativo, la creatividad y la adaptación, así como por el respeto a la libertad y a la madurez propia de cada persona.
La propuesta de un renovado itinerario de catequesis de Confirmación se articula considerando dos fuentes que surgen desde experiencias catequéticas diversas. La primera corresponde a la articulación entre iniciación cristiana y kerygma, que retoma el Directorio para la catequesis proponiendo un catecumenado actualizado a la cultura presente y a los nuevos contextos y organizando los tiempos del catecumenado en un itinerario catequístico que considera: (1) “precatecumenado”, etapa en la que tiene lugar la primera evangelización en orden a la conversión y en la que se hace más explícito el kerygma, aunque la vitalidad del primer anuncio debe estar siempre presente en todas las etapas de forma transversal; (2) el tiempo del “catecumenado”, que está destinado al tiempo de la catequesis integral y se accede a él con el rito de la admisión y entrega de las Escrituras; (3) el tiempo de la “purificación e iluminación”, que proporciona una preparación más intensa para los sacramentos de iniciación; en este periodo se realiza la entrega del Símbolo de la fe y la Oración del Señor; (4) tiempo de la “mistagogia”, que se caracteriza por una experiencia cada vez más profunda de los misterios de la fe y de la inserción en la vida de la comunidad. De esta manera: “precatecumenado”, “catecumenado”, “purificación e iluminación” y “mistagogia” (DC 2020, #63) son etapas que se han considerado en esta propuesta del itinerario de Confirmación con sus respectivos ritos, dejando para el final la celebración del sacramento de la Confirmación precedido de la celebración del sacramento de la Reconciliación considerada como un nuevo bautismo.
Estas etapas se articulan con una segunda fuente que es la experiencia de la red de catequistas salesianos, quienes, después de revisar la catequesis de Confirmación, consensuaron en algunas habilidades fundamentales que debiese tener un cristiano maduro en la fe (EIPJ, 2022). Ellas se trabajaron desde cuatro habilidades, recogiendo los aportes de las ciencias educativas (Delors, 1996; Vásquez, 2018) a saber: (1) habilidades cognitivas, en el sentido de comprender las verdades fundamentales de la fe cristiana; (2) habilidades procedimentales, entendidas como la capacidad de aprender a manejar ciertas técnicas para escrutar las Escrituras, orar y discernir los signos de los tiempos; (3) habilidades actitudinales, referidas a reconocer algunas actitudes y virtudes propias de la praxis creyente; y (4) habilidades espirituales, en tanto se valora la experiencia cristiana como horizonte de sentido y búsqueda de la trascendencia.
Fruto de estos encuentros es la propuesta de itinerario catequético de Confirmación que se presenta a continuación, en el que cada etapa considera la renovación de una catequesis de inspiración catecumenal con sus respectivos ritos que el joven catequizando va asumiendo en la libertad de un proceso en el que es acompañado por sus catequistas y la comunidad eclesial. A la vez, se muestran las habilidades que en cada etapa el catequizando va desarrollando y que se van revisando, utilizando como método los escrutinios que se desarrollaban en el catecumenado primitivo que buscaban dialogar en torno al crecimiento de la fe, emulando el método de Jesús cuando pregunta a sus discípulos, por ejemplo en el diálogo que sostiene en Cesarea de Filipo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?” (Mt 16:15). El nombre de los encuentros que se proponen es una síntesis cognitiva de las habilidades que se pretende desarrollar; lo fundamental es el despliegue de competencias y no el tema en abstracto, al modo de un contenido a trabajar. Por último, cada etapa considera una habilidad genérica que se fundamenta en la acción del Espíritu Santo en la historia de la salvación, es decir, la manifestación del Espíritu Santo como creador, maestro interior, animador de la comunidad, fuerza evangelizadora y fuente de discernimiento.
La primera etapa considera algunos encuentros que posibilitan al confirmando que vincule su propio camino de vida y de fe con esta nueva experiencia a la que se le invita a participar. El énfasis está puesto en descubrir su historia personal, sus preguntas, búsquedas y traspaso de la fe. El rito con el cual termina esta primera etapa pretende enfatizar que es una decisión libre del joven iniciar este camino hacia la Confirmación; camino en el que le acompañarán sus catequistas, padres, padrinos y la comunidad.
Etapa 1: Espíritu Santo: Creador (Precatecumenado) | ||||
Rito: Admisión | ||||
Habilidad genérica 1: Identifica la fuerza del Espíritu creador en su historia y en el camino de fe iniciado en el Bautismo | ||||
Habilidades | Encuentro | |||
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Cognitivas | 1.1 | 1.2 | 1.3 | 1.4 |
1Ca. Aprende a conocerse a sí mismo | X | |||
1Cb. Comprende la importancia de crecer en comunidad | X | |||
1Cc. Identifica los hitos más significativos en su historia de vida | X | |||
1Cd. Descubre la acción del Espíritu Santo en los sacramentos de iniciación cristiana | X | |||
1Ce. Reconoce el actuar de Dios en su historia | X | |||
1Cg. Comprende su Bautismo como sacramento de iniciación cristiana | X | |||
Procedimentales | 1.1 | 1.2 | 1.3 | 1.4 |
1Pa. Narra verbalmente y/o por escritos su historia de vida | X | |||
1Pb. Discierne su historia de vida como historia de salvación | X | |||
Actitudinales | 1.1 | 1.2 | 1.3 | 1.4 |
1Aa. Se integra e interactúa con la comunidad de los confirmandos | X | X | ||
1Ab. Agradece a Dios por la vida, asombrándose de la creación y del amor de Dios | X | |||
Espirituales | 1.1 | 1.2 | 1.3 | 1.4 |
1Ea. Toma conciencia de sí mismo | X | |||
1Ec. Descubre el amor de Dios en su vida | X | |||
1Ed. Acepta iniciar el camino de preparación a la Confirmación | X | X | ||
Nombre de los encuentros 1.1. Acogida: iniciamos nuestro camino en comunidad 1.2. Nuestra historia de fe 1.3. Aproximación inicial al sacramento de la Confirmación 1.4. Rito de admisión |
Fuente: Elaboración propia
La segunda etapa enfatiza la acción del Espíritu Santo en la historia de la salvación y la del catequizando, permitiendo que el Espíritu lo configure con Cristo. Para que sea posible este proceso necesita ser iniciado en las Escrituras a fin de que descubra en ellas el rostro de Cristo; de allí la importancia del rito de la entrega de las Escrituras y aprender el uso de algunas técnicas de acercamiento a la Biblia, entre ellas, la Lectio divina. Finalmente, todo el misterio de Jesucristo se realiza y vive en el sacramento de la Eucaristía; por eso se invita al joven a renovar su amor a ella, puesto que ya realizó el proceso de la iniciación eucarística y ahora se le estimula a vivirla de una forma más consciente, asumiendo algunas responsabilidades de participación activa en las celebraciones de la comunidad.
Segunda etapa: Espíritu Santo: Maestro interior (Catecumenado) | ||||||
Rito: Entrega de las Escrituras y renovación del misterio eucarístico | ||||||
Habilidad genérica 2: Descubre al Espíritu Santo como maestro interior que configura al cristiano con Cristo | ||||||
Habilidades | Encuentro | |||||
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Cognitivas | 2.1 | 2.2 | 2.3 | 2.4 | 2.5 | 2.6 |
Reconoce la Escritura como Palabra inspirada | X | |||||
Comprende su Bautismo como sacramento de iniciación cristiana | X | |||||
Reconoce la acción del Espíritu Santo en la historia de salvación desde su dimensión trinitaria | X | |||||
Identifica las principales enseñanzas de Jesús | X | |||||
Sintetiza el núcleo de la experiencia cristiana en el acontecimiento pascual | X | |||||
Descubre el Espíritu Santo como maestro interior que lo configura con Cristo | X | |||||
Reconoce al Espíritu Santo como persona divina que anima a la Iglesia en la vida sacramental, litúrgica, comunidad orante y misionera | X | X | ||||
Procedimentales | 2.1 | 2.2 | 2.3 | 2.4 | 2.5 | 2.6 |
Participa activamente en la Eucaristía reconociendo su estructura de celebración pascual | X | |||||
Aprende y utiliza el método de la Lectio divina | X | X | X | |||
Actitudinales | 2.1 | 2.2 | 2.3 | 2.4 | 2.5 | 2.6 |
Reconoce la importancia del silencio, la meditación de las Escrituras y el acompañamiento como instancias de maduración en la fe | X | |||||
Toma conciencia de la presencia del Espíritu Santo en la vida comunitaria y sacramental | X | |||||
Se integra e interactúa con la comunidad de los confirmandos | X | X | ||||
Espirituales | 2.1 | 2.2 | 2.3 | 2.4 | 2.5 | 2.6 |
Valora la Eucarística como fiesta del encuentro con Cristo | X | X | ||||
Ora con la Palabra de Dios | X | X | ||||
Valora las Escrituras de Dios como Palabras de vida | X | X | X | X | X | |
Practica diversos tipos de oración | X | |||||
Nombre de los encuentros 2.1. La acción del Espíritu Santo en la historia de salvación 2.2. Jesús y el Espíritu Santo 2.3. Espíritu Santo y kerygma 2.4. Renacidos del agua y del Espíritu Santo 2.5. Espíritu Santo y vida sacramental 2.6. Entrega de las Escrituras y celebración de la Eucaristía |
Fuente: Elaboración propia
La tercera etapa del itinerario está centrada en el credo apostólico y en la oración del Padrenuestro, para de esa forma repasar a modo de espiral los fundamentos de la fe cristiana en concordancia con la vida concreta. Es decir, se busca que el misterio trinitario ilumine cada momento de la existencia, reconociendo su actuación en la historia personal de salvación. De allí la importancia de las entregas: el Credo y el Padrenuestro son experiencias que la comunidad comparte con los catequizandos a modo de traspaso de la fe y experiencia eclesial.
Tercera etapa: El Espíritu Santo anima la comunidad (Purificación o iluminación) | |||||||
Rito: Entrega del Símbolo de la fe (Credo) Entrega de la oración dominical (Padrenuestro) | |||||||
Habilidad 3: Evidencia la acción del Espíritu Santo en la Iglesia como animación santificadora | |||||||
Habilidades | Encuentro | ||||||
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Cognitivas | 3.1 | 3.2 | 3.3 | 3.4 | 3.5 | 3.6 | 3.7 |
Comprende el acontecimiento de Pentecostés como acontecimiento constitutivo de la Iglesia | X | ||||||
Identifica los dones y frutos del Espíritu Santo como gracias santificantes en el camino de la fe | X | ||||||
Valora el llamado a la santidad como el camino de fe propio del discípulo | X | ||||||
Comprende el Padrenuestro como oración de los hijos de Dios | X | X | |||||
Sintetiza las verdades de la fe cristiana a través del Símbolo de la fe | X | X | |||||
Procedimentales | 3.1 | 3.2 | 3.3 | 3.4 | 3.5 | 3.6 | 3.7 |
Bosqueja su propio proyecto de vida personal y cristiano considerando la vocación a la vida sacerdotal, religiosa, matrimonial y laical | X | ||||||
Desarrolla una narrativa que le permite dar razón de su fe | X | X | |||||
Aprende y utiliza el método de la Lectio divina | X | ||||||
Actitudinales | 3.1 | 3.2 | 3.3 | 3.4 | 3.5 | 3.6 | 3.7 |
Asume su propia corresponsabilidad en la Iglesia | X | ||||||
Acepta la recepción del Credo y el Padrenuestro como signos identitarios del cristiano y de la comunidad católica educativa o parroquial | X | X | X | X | |||
Espirituales | 3.1 | 3.2 | 3.3 | 3.4 | 3.5 | 3.6 | 3.7 |
Valora la vida comunitaria de pertenencia a la Iglesia | X | X | X | ||||
Desarrolla una imagen de Dios misericordioso | X | ||||||
Desarrolla la búsqueda del camino de santidad | X | X | |||||
Nombre de los encuentros 3.1. La Iglesia nace en Pentecostés 3.2. Dones y frutos del Espíritu Santo 3.3. El llamado a la santidad 3.4. El Padrenuestro como oración de los hijos de Dios 3.5. El Símbolo de la fe como síntesis de las verdades de fe 3.6. Diálogo preparatorio a la entrega del Credo y el Padrenuestro 3.7. Rito de entrega del Credo y el Padrenuestro |
Fuente: Elaboración propia
En la cuarta etapa se hace la opción por realizar una experiencia misionera, aunque, en rigor, debiese considerarse para después de la celebración del sacramento de la Confirmación. La apuesta por situarla antes es para que los jóvenes gusten de la misión y que el sacramento tenga más sentido en cuanto que esta vivencia les permita optar por constituirse en discípulos de Cristo que anuncia el Evangelio. En esta etapa se recupera el rito del effata del Bautismo, en el que se acentúa la cualidad del bautizado como discípulo misionero.
Etapa 4: Frutos del Espíritu Santo: evangelización(mistagogia) | ||||||||
Rito: Effata | ||||||||
Habilidad 4: Decide realizar una experiencia de anunciodel Evangelio como una forma de profundizar su fe | ||||||||
Habilidades | Encuentro | |||||||
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Cognitivas | 4.1 | 4.2 | 4.3 | 4.4 | 4.5 | 4.6 | 4.7 | 4.8 |
Comprende el acontecimiento de Pentecostés como inicio de la acción evangelizadora de la Iglesia | X | |||||||
Comprende la acción misionera de la Iglesia en el anuncio integral de la Buena Noticia | X | X | ||||||
Conoce algunos documentos magisteriales que fundamentan la misión de la Iglesia | X | |||||||
Descubre la apertura a la trascendencia y la búsqueda de Dios como una característica propia del ser humano | X | |||||||
Identifica la misión del católico en la sociedad civil | X | |||||||
Diseña una experiencia de anuncio de la Buena Noticia | X | |||||||
Procedimentales | 4.1 | 4.2 | 4.3 | 4.4 | 4.5 | 4.6 | 4.7 | 4.8 |
Desarrolla la planificación de proyectos de apostolado en distintos ambientes | X | |||||||
Maneja textos de la Doctrina Social de la Iglesia | X | |||||||
Actitudinales | 4.1 | 4.2 | 4.3 | 4.4 | 4.5 | 4.6 | 4.7 | 4.8 |
Asume su discipulado misionero dando testimonio de Cristo | X | X | X | |||||
Reconoce la dignidad de cada persona al ser creada a imagen y semejanza de Dios | X | |||||||
Respeta las diversas religiones y creencias | X | |||||||
Asume ser un buen cristiano y un honesto ciudadano | X | |||||||
Valora el envío misionero de Jesucristo a través de la Iglesia | X | |||||||
Espirituales | 4.1 | 4.2 | 4.3 | 4.4 | 4.5 | 4.6 | 4.7 | 4.8 |
Valora el discipulado como una forma de fortalecer la fe | X | X | X | X | ||||
Asume su pertenencia a la comunidad católica educativa o parroquial | X | X | X | X | ||||
Experimenta la fuerza del Espíritu Santo en la acción misionera | X | X | X | X | X | |||
Experimenta la acción del Espíritu Santo como semillas del Verbo | X | X | X | X | ||||
Nombre de los encuentros 4.1. Pentecostés como inicio de la acción evangelizadora 4.2. Anuncio integral de la Buena Noticia 4.3. Búsquedas trascendentales y religiosas 4.4. Buenos cristianos y honestos ciudadanos 4.5. Diseña una experiencia de anuncio de la Buena Noticia 4.6. Rito Effata 4.7. Experiencia misionera 4.8. Diálogo sobre la experiencia misionera |
Fuente: Elaboración propia
En la quinta etapa se trabaja en la preparación del sacramento de la Confirmación, para lo cual se invita antes a celebrar el sacramento de la Reconciliación como un nuevo Bautismo. Es importante preparar bien el rito del sacramento de la Confirmación como una experiencia del Espíritu Santo en la que se cierra el ciclo de la iniciación cristiana. Ciertamente, será tarea de los catequistas y de la comunidad en sentido amplio suscitar espacios de continuidad de crecimiento en la fe y formación permanente en los nuevos confirmandos, en el sentido de prolongar el tiempo de la “mistagogia”.
Quinta etapa: Celebración del sacramento de la Confirmación | ||||
Rito: Sacramento de la Reconciliación Sacramento de la Confirmación |
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Habilidad 5: Valora la experiencia de la celebración del sacramento de la Confirmación como opción personal del seguimiento de Cristo | ||||
Habilidades | Encuentro | |||
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Cognitivas | 5.1 | 5.2 | 5.3 | 5.4 |
Descubre el sacramento de la Reconciliación como un nuevo bautismo | X | X | ||
Comprende el sacramento de la Confirmación como una etapa de madurez cristiana | X | X | ||
Procedimentales | 5.1 | 5.2 | 5.3 | 5.4 |
Desarrolla un método para realizar su examen de conciencia en vistas al sacramento de la Reconciliación | X | X | ||
Desarrolla experiencias de vida cristiana: oración, meditación, participación en la Eucaristía, lectura de la Palabra de Dios, vida comunitaria; y realiza obras de caridad | X | X | ||
Actitudinales | 5.1 | 5.2 | 5.3 | 5.4 |
Actúa como testigo de Cristo en su entorno | X | X | ||
Se aprecia en sus obras el amor al prójimo, especialmente por los más pobres | X | X | ||
Espirituales | 5.1 | 5.2 | 5.3 | 5.4 |
Valora la vida comunitaria de pertenencia a la Iglesia | X | X | ||
Puede descubrir el paso de Dios por su vida cotidiana | X | X | ||
Acepta recibir el sacramento de la Confirmación de manera libre y consciente | X | X | ||
Nombre de los encuentros 5.1. El sacramento de la Reconciliación como nuevo Bautismo 5.2. Celebración del sacramento de la Reconciliación 5.3. Diálogo preparatorio al sacramento de la Confirmación 5.4. Celebración del sacramento de la Confirmación |
Fuente: Elaboración propia
Actualmente, esta propuesta de un nuevo itinerario de catequesis de Confirmación que surge desde la red de catequistas salesianos se encuentra en una etapa de aplicación inicial, al modo de una experiencia piloto. A cada colegio y parroquia se les ha entregado un subsidio catequético impreso en el que se desarrolla cada uno de los encuentros en la perspectiva de desplegar las habilidades señaladas. Al cabo de un año se pretende recoger las impresiones de los catequistas y los catequizandos sobre esta experiencia y retroalimentar este libro mediante un proceso de co-construcción que se alimenta desde la praxis evangelizadora. Una vez que se recojan estos aportes se procederá a realizar una edición final de un libro para el catequizando y otro para el catequista, con la convicción de que un texto de catequesis siempre es dinámico y es posible continuar nutriéndolo de nuevas dinámicas e insumos. Los destinatarios de este itinerario de catequesis de Confirmación son los jóvenes que se preparan en colegios y parroquias salesianas, pero los autores creen que también puede ser una propuesta interesante para otros ambientes y, de ese modo, hacer una contribución a la Iglesia chilena.
Es cierto que ni un buen modelo de itinerario ni un excelente libro asegura la conversión y el crecimiento en la fe de un joven; sin embargo, la disciplina catequética tiene la responsabilidad de proponer, con base en los nuevos documentos magisteriales y la praxis de la catequesis, nuevos espacios de desarrollo de la fe en los que el joven pueda realizar sus búsquedas. Para esto es necesario propiciar estudios académicos de tipo teológico-pastoral, pero también se requiere levantar investigaciones de tipo cualitativas que permitan acceder al campo de la catequesis y evaluar el impacto de esta en los catequizandos con el propósito de realizar mejoras continuas epocales y contextuales en medio de una realidad cultural y eclesial cada vez más desafiante y compleja.
Ciertamente, la misión del catequista es fundamental para un buen desarrollo de la catequesis, pues un buen insumo catequístico no prospera si no hay un buen mediador del mensaje y del acompañamiento. De allí la importancia de que las habilidades cognitivas, procedimentales, actitudinales y espirituales que se busca desarrollar en el catequizando sean trabajadas también por los catequistas y la comunidad cristiana, pues el despliegue de un itinerario que dé frutos necesita de una comunidad que sepa dar testimonio de la fe. Considerar estos aspectos es relevantes para una adecuada implementación de este itinerario.
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