Revista de Educación Religiosa, Volumen II, nº 1, 2019, DOI 10.38123/rer.v1i2.16

Reseñas

Scott Fitzgibbon & Fernanda Soza (Editors). Saint Alberto Hurtado, S.J., Social Morality. Miami, Florida, Convivium Press, 2018. 477 págs.

Hosffman Ospino, PhD, colombiano, Profesor Asociado de Teología y Educación en la Escuela de Teología y Ministerio de Boston College, presenta esta primera traducción al inglés del libro y la considera obra maestra.

Scott Fitzgibbon es graduado en la escuela de Leyes de Harvard, donde fue editor de la Harvard Law Review. Fernanda Soza, chilena, graduada en la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile y en la Escuela de Leyes de Boston College, Estados Unidos de América, es abogada titulada en la Corte Suprema de Chile y aprobada en el Estado de Massachusetts. Ambos docentes en la Escuela de Leyes de Boston College son los traductores y editores de la obra.

Explican en una Introducción que el libro es traducción anotada del manual inconcluso Moral social de Alberto Hurtado Cruchaga (1901-1952), dactilografiado de noche los últimos años de su intensa vida, con comentarios manuscritos, a veces redactados en forma confusa y parcialmente ilegibles, donde alude a gran cantidad de autores, obras, instituciones y teorías. No siempre identifica los números de sus capítulos y subtítulos, que ellos ordenaron como mejor pudieron. Agregaron más de 670 notas de pie de página para explicar tales referencias, cuidadosamente investigadas, su importancia y su contexto, entre paréntesis cuadrado cuando las agregaron y sin paréntesis cuando son del autor. Citó su libro El Orden Social Cristiano con numerosos pasajes de documentos eclesiales, que ellos, para favorecer la lectura fluida, despojaron de esas referencias, limitándose a lo que él planteaba.

En su afán por aproximarse en lo posible a la traducción literal para reflejar la voz de Hurtado, sus implicaciones y talante en lo razonablemente posible, se expresan con paralela rareza o inelegancia cuando ocurre en español. Traducen al inglés materiales citados, con tres excepciones. 1) Toman las citas bíblicas de The Catholic Study Bible, Oxford University Press3, 2016, vinculada a The New American Bible, edición revisada de 2010. 2) Los pasajes de documentos eclesiales que tienen traducción inglesa en el sitio web del Vaticano se toman de allí, salvo aviso en contrario. 3) Los textos del Código Social de Malinas se toman de la traducción llamada A Code of Social Principles hecha en 1937 por la International Union of Social Studies.

La Pontificia Universidad Católica de Chile editó en 2004 y 2006 la Moral Social de Alberto Hurtado publicada por Patricio Miranda Rebeco, obra pionera que transmite el lenguaje del autor, facilitada a los actuales editores, cuya versión inglesa es la más documentada de la teología moral social del santo.

John Gavin, S.J., titula su introducción biográfica en inglés del santo canonizado el 23 de octubre de 2005: “La verdadera caridad empieza una vez cumplida la justicia. La vida y enseñanzas de San Alberto Hurtado”, reeditada de “Studies in the Spirituality of Jesuits” 43 (2011). Muerto su padre cuando tenía cuatro años, su madre Ana tuvo apoyo de familiares para alojamiento y sostén, y estudió en el colegio jesuita de San Ignacio. Ya ordenado sacerdote y doctorado en educación, escribió: “La causa de la crisis actual no es económica ni política. Es sobre todo moral y viene de una falta general de educación. La riqueza y el placer gobiernan un mundo de irresponsabilidad universal y feroz individualismo. Es hora de formar milicias de personas rectas, armadas de principios sólidos y completamente resueltos a formar hombres”1. Su síntesis biográfica tiene por telón de fondo la espiritualidad con que vive sus tres enseñanzas esenciales: la divinización de la persona humana, el cuerpo místico de Cristo (según Émile Mersch, S.J.) y la relación entre justicia y caridad.

El temario del tratado es el siguiente: 1. Introducción. Moralidad individual y social. 2. Vida social y sociedades naturales. 3. La familia: misión y constitución de la familia. La educación de los hijos. 4. La sociedad civil. El Estado. 5. Las clases sociales. 6. La sociedad internacional. 7. El desorden social. La cuestión social. 8. Sistema para resolver la cuestión social. 9. Fundamentos de la moral social católica. 10. Principios de moral social católica. 11. El trabajo y la vida económica. 12. Derechos y deberes de los trabajadores. 13. La ocupación organizada. Sindicalismo. Corporativismo. 14. La propiedad privada. 15. La vida comercial. 16. La moneda y los negocios. 17. El préstamo a interés. 18. La reforma social. 19. La vida sobrenatural. Caracteriza su exposición la frecuente alusión vigorosa a situaciones sociales contemporáneas sobre todo chilenas que exigen buscar en la fe la voluntad de Dios al respecto.


Hno. Enrique García A., F.S.C.

Notas

  1. Alberto Hurtado. Una verdadera educación. Santiago, Editorial Salesiana, 2005, 76.

Manuel Salas Fernández. La formación jesuita de Alberto Hurtado de Chillán a Lovaina 1923-1936. Santiago, Universidad Alberto Hurtado y Pontificia Universidad Católica de Chile, 2018. Es versión castellana de su tesis doctoral en Historia aprobada en la University of Texas at Austin, Estados Unidos de América.

La Introducción plantea la dificultad de toda biografía por razón de la complejidad del ser humano. Califica al Padre Hurtado como “el representante más importante del pensamiento social cristiano en el país y su mayor difusor. Esto último lo hace ser uno de los personajes más relevantes de la historia de Chile en el siglo XX en estas materias, si no de América Latina” (p. 19). El objetivo de la tesis es “explicar cómo se preparó este hombre excepcional” (p. 20). Una segunda parte de la Introducción explica cuestiones metodológicas atendidas. La tercera comienza con datos biográficos entre los cuales reconoce: “Su madre, al igual que sus tíos y él mismo, son todos activos miembros de la Tercera Orden Franciscana, lo que no era raro en la sociedad cristiana de la época, y su colaboración ahí lo marcará para toda la vida” (p. 40).

La obra trata en sus capítulos: I, Alberto y la impronta de San Ignacio. II, Los años de noviciado en Chillán y del juniorado en Córdoba. III, El Colegio Máximo de Sant Ignasi de Sarriá-Barcelona. IV, Todo parte de lo mismo: la Universidad Católica de Lovaina. V, El Colegio Máximo de San Jan Berchmans de Lovaina. VI, “Volver a templar el alma antes de lanzarse definitivamente a la acción”. Consideraciones finales. La copiosa Información de Fuentes de variado género desde la página 357 a la 405 incluye 15 publicaciones de San Alberto Hurtado y 5 colecciones de escritos suyos.

En sus Consideraciones finales agrega: “Su formación religiosa la recibió en un hogar dirigido por una madre ya viuda que, ante su soledad, se apoyó y refugió en sus hijos. Esa situación, para una mujer joven como ella y perteneciente a la alta sociedad santiaguina, con serios problemas económicos heredados, evidentemente no fue para nada fácil, tanto asegurar la vida como la educación de los niños. Aun siendo así, los inició en una intensa vida social, incorporándolos a un ambiente de constantes actividades caritativas en las que participaban junto a otros parientes” (p. 273).

En la película Quién sabe cuánto cuesta hacer un ojal, de Ricardo Larraín editada por el Canal XIII de Televisión en 2005, sobre el discernimiento en insistente oración realizado por Alberto Hurtado cuando terminaba sus estudios de abogado, hay más de un racconto sobre su infancia y adolescencia donde su madre es quien le forma el corazón en la ardiente caridad, una de cuyas formas importantes de ejercicio es la educación, y Alberto fue catequista desde adolescente, también durante su noviciado en Chillán, se doctoró en educación y en lo social fue un formador de personas y de líderes, no un activista.

Esta tesis hace comprender a San Alberto Hurtado en su vinculación al espíritu de la Compañía de Jesús desde su inspiración carismática por San Ignacio de Loyola. Lo muestra afrontando en ella controversias internas y con el mundo exterior. Al explicar con qué serios recursos intelectuales y espirituales maduró su personalidad en circunstancias históricas tan conflictivas detenidamente estudiadas, ilustra cómo la búsqueda constante de la voluntad de Dios (“¿Qué haría Cristo en mi lugar?”) le permitió discernir entre opciones complejas, manteniendo su proyecto de vida estable y original en ejemplar paz y alegría. Es un trabajo de ciencia histórica utilizable como lectura espiritual.


Hno. Enrique García A., F.S.C.

Federico Aguirre. Arte y teología: El renacimiento de la pintura de íconos en Grecia moderna. Santiago, Ediciones UC, 2018. Prólogo de Miguel Castillo Didier. ISBN: 978-956-14-2290-2.

No es habitual encontrarnos con un académico chileno que desarrolle temáticas vitales para la tradición cristiana ortodoxa. Ese es el caso de Federico Aguirre: magíster en Teología (Atenas), doctor en Culturas y Lenguas del Mundo Antiguo (Barcelona) y pintor iconográfico. La obra que aquí presento plasma lo que ha sido su recorrido académico e invita al lector, quien no tiene la necesidad de estar versado en teología ortodoxa ni arte iconográfico, a plantearse una pregunta para nada anodina: “¿puede la tradición del ícono constituirse en una propuesta artística contemporánea?” (p. 289). Se trata de una cuestión estimulante que no nos puede dejar indiferentes porque, como el mismo autor intentará con denuedo mostrar, toca el núcleo de la tensión entre tradición y modernidad.

Sin embargo, ya en la introducción se nos advierte que el objetivo del libro no es responder tal cuestión, sino que dar con un marco metodológico que permita plantear adecuadamente la pregunta: “si bien es cierto que la historia del interés moderno por el ícono se remonta al siglo XIX y cristaliza en la conformación de dos disciplinas académicas –Bizantinística y teología ortodoxa contemporánea–, también es un hecho la ausencia de un marco metodológico común a ambas disciplinas, lo que origina, entre otros problemas, la perplejidad para abordar el asunto que aquí nos ocupa: la consideración del ícono como puente entre tradición y modernidad” (p. 33).

Para lograrlo, Aguirre dispone un itinerario que se compone de tres estadios, cada uno desarrollado en los tres capítulos del cuerpo del escrito. En un primer momento, se estudia la obra del pintor

P. Kóntoglou que restituye el ícono como fenómeno surgido de la modernidad, recuperando el sentido de la tradición. Luego, en la obra del pintor y teólogo G. Kordis se encuentran las bases para comprender la tradición del ícono como lengua plástica contemporánea distinguiendo entre las cuestiones estéticas y teológicas inherentes al ícono y por consiguiente liberando su especificidad plástica de un a priori dogmático. Finalmente, se recurre a las reflexiones del filósofo y teólogo Ch. Yannarás para delimitar los presupuestos ontológicos tras el lenguaje que despliega el ícono y cómo este entra en diálogo con la filosofía contemporánea, ejercicio del que surge la idea de la “imagen eclesial”, que expresa tanto el rol gnoseológico de la imagen en la tradición cristiana oriental como el carácter relacional de la interpretación del ser en tal horizonte de pensamiento. Así, nuestro autor consigue demostrar la hipótesis inicial de que se ha operado un cambio en la interpretación moderna del ícono bizantino: “tanto la cuestión de la tradición que planteamos a lo largo del Capítulo I como la cuestión de la obra de arte que tratamos en el Capítulo II se interrelacionan, alcanzando una formulación propiamente hermenéutica. De este modo, en el contexto de su “giro hermenéutico”, el “ícono bizantino” no constituye solo una pieza de museo ni se limita a transmitir un contenido doctrinal predeterminado, sino que literalmente «da lugar» al acontecer histórico (Geschichte) de la Iglesia y a la experiencia personal del Dios trinitario. Y esta posibilidad se fundamenta y es salvaguardada justamente por el modo “relacional” en el que la representación (Darstellung) del ícono se lleva a cabo como posibilidad efectiva de comunión y de conocimiento de la verdad de la existencia” (p. 294).

En su conjunto, Aguirre consigue desarrollar su argumento con rigor académico y empleando un lenguaje preciso, lo que lo obliga a echar mano de un amplio repertorio de términos técnicos que pueden resultar frustrantes para lectores no familiarizados con la teología y la filosofía. No obstante, su cuidada redacción vuelve amena la lectura, y la forma en la que ha dispuesto su razonamiento capta rápidamente la atención del lector. Además, lo que no está explicado en el cuerpo del escrito viene detallado, en la mayoría de los casos, en notas al pie de página, y las ilustraciones que incorpora, armoniosamente integradas en el proceso argumentativo, contribuyen a precisar su contenido. En consecuencia, la experiencia de lectura, lejos de ser fatigosa, resulta sugestiva y, pese a que en ocasiones se deba recurrir al diccionario, es un libro accesible a un público bastante más amplio de lo que se pudiera sospechar atendiendo solo a su título.

Ahora bien, ¿qué valor aporta este libro a la educación religiosa más allá de la cuestión tan general sobre la relación entre tradición y modernidad? A mi juicio, su aporte específico también tiene relación con la semejanza que puede establecerse, mutatis mutandis, entre el caso del ícono bizantino en la Grecia moderna y el fenómeno comúnmente llamado “religiosidad popular”, de enorme desarrollo y vigencia en la Iglesia de nuestro país. ¿Acaso tales experiencias de fe no oficiales no dan lugar a preguntas y problemas similares que requieren de una adecuada perspectiva hermenéutica que nos permitan un acceso académico al fenómeno sin desdibujarlo? En efecto, este libro ofrece perspectivas que ayudan a evitar juicios simplistas ante cualquier otro tipo de práctica religiosa tradicional que perviva pese a su notable contraste con la cultura occidental.


Juan Pablo Sepúlveda Hernaiz