Revista de Educación Religiosa, Volumen II, nº 2, 2020, DOI 10.38123/rer.v2i2.115

Valderrama Gutiérrez, J. (2020). Fortunato Berríos, vida, obra y época de un presbítero notable. Talca. Prólogo de Mons. Galo Fernández, obispo de Talca.

El autor, licenciado en educación, autor de Historia de Talca (2019), cita a otros que han escrito sobre este sacerdote.

José Fortunato Berríos (Santiago, 1839 - 21 de diciembre de 1889, hacienda Panguilemu), huérfano de padre a los 10 años, fue acogido con su madre en Talca, en casa de un hermano de ella. De 15 años entró a trabajar en una casa comercial. A los 20, con otros jóvenes, fundó la Pía Sociedad de San Luis Gonzaga para la caridad con los necesitados, aportándoles sobre todo médico, remedios y alimentos. Llegaron a ser más de dos mil socios. Para mantener alto su espíritu, construyeron la capilla San Luis Gonzaga en 5 Oriente con 8 Norte, en Talca, agregando un local para retiros espirituales y otro para hospedar a indigentes, dándoles alguna animación religiosa. En el barrio sur agregaron la capilla Jesús Obrero y en el barrio norte la capilla de María.

Orientado por el santiaguino Pbro. Miguel Rafael Prado, laborioso en Talca de 1859 a 1875, hizo estudios personales hacia el sacerdocio. Fallecida su madre en 1866, en 1867 recibió órdenes menores, en 1869 se trasladó al Seminario de Santiago y a fin de ese año fue ordenado presbítero. Mientras, promovió vocaciones religiosas y sacerdotales dentro y fuera de sus consocios de San Luis Gonzaga, que lo consideraban su padre espiritual. El Pbro. Miguel Rafael Prado fundó en Talca el Seminario menor y mayor San Pelayo en 1870 con aprobación del arzobispado de Santiago y, como primer rector, lo nombró vicerrector. Enseñó historia sagrada, antigua y griega, latín, griego, francés, historia natural y geografía física, según la necesidad. Algunos de los que llamaba sus hijos de la Sociedad San Luis Gonzaga, al ser ordenados presbíteros, le pedían en su ordenación ser su padrino de altar o predicar en su primera misa, ocasiones de alegría suya memorable para ellos y para la sociedad talquina. Al partir Miguel Rafael Prado, fue segundo rector de 1875 a 1888. Conmovido por las muertes de niños abandonados por sus padres vagando por la ciudad, emprendió la petición de limosnas para crear una Casa de Huérfanos. Algunas damas donaron terrenos y casas, otras se ofrecieron a adoptar a algunos. En 1883 se abrió con 44 niños y creció a medida que aumentaban los recursos. Hoy se llama Hogar San José.

Don José Fortunato Berríos, como lo llamaba la gente, ganó mucho ascendiente en Talca y alrededores. Terminada la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana del 5.4.1879 al 22.10.1883 quedó constancia de que había obtenido vasos sagrados y ornamentos para el servicio religioso del ejército. Al regresar el batallón Talca en mayo de 1884, en desfile acogido por la ciudad con arcos de triunfo, fuegos artificiales aportados por la colonia de italianos, flores y cantos, los soldados enfermos y heridos fueron recibidos en la Casa de Ejercicios. Durante la epidemia de cólera en 1886 a 1889 le pidieron las Hijas de la Caridad ser capellán en el Hospital de Talca. Se cerró entretanto el Seminario para evitar contagios, obtuvo permiso para tener oratorio en el lazareto para los apestados y poder celebrar misa a las Hermanas; ayudaba a confesarse y a bien morir. Acudía adonde lo llamaban, cabalgando grandes distancias a toda hora. Entonces, Chile tenía tres millones de habitantes y de cólera murieron más de 20.000.

En todo Chile se hablaba del Padre José Fortunato Berríos, no solo como filántropo sino como un santo que se daba a todos los necesitados acercándolos a Dios. En 1888, al deteriorarse su salud, renunció a la rectoría del Seminario San Pelayo y se dedicó más a los huérfanos. Cuando se agravó su enfermedad pulmonar, se trasladó al fundo Panguilemu, donde había un grupo de huerfanitos, y pasaba largos tiempos en oración en la capilla ante el sagrario, preparándose a morir. Antes de su muerte de pulmonía recibió los últimos sacramentos acompañado del vicario de Talca, Monseñor José Luis Espíndola Cobo, otros sacerdotes y médicos, algunos formados en la Sociedad San Luis Gonzaga. Su cuerpo fue trasladado a Talca en un carro tirado a mano por socios de San Luis Gonzaga y desde la estación ferroviaria de Talca a la iglesia La Matriz la multitud lo acompañó dos horas caminando solo doce cuadras. El ministro de Culto Julio Bañados Espinoza la declaró pérdida nacional. La Municipalidad de Talca lo declaró Protector Perpetuo de la ciudad. Su cuerpo se venera incorrupto en la nueva iglesia San Luis Gonzaga de Talca.

En una visita de San Luis Alberto Hurtado a la ciudad, comentó al obispo don Manuel Larraín Errázuriz: “Yo conozco a vuestro José Fortunato Berríos, que bien merece estar en los altares, así como su importante obra cristiano-social. Y debo decir que su santa figura fue mi inspiración cuando fundé el Hogar de Cristo”. El Pbro. Luis Vaccaro Cuevas escribió la siguiente reseña: “Un sacerdote cuya memoria histórica gravita de manera notable en la memoria de la Iglesia talquina. Su fama de santidad y su testimonio de caridad pastoral han permanecido presentes en el recuerdo de muchos creyentes, lo mismo que sus restos incorruptos que se encuentran en la Parroquia San Luis de Talca” (El Pbro. José Fortunato Berríos: Epistolario inédito del rector del seminario San Pelayo de Talca. Estudio aproximativo. Anuario de Historia de la Iglesia en Chile, 24, 2006, p. 187).

Al morir surgió la iniciativa de hacerle un monumento público, que apoyó la Municipalidad de Talca. El Pbro. Miguel Rafael Prado promovió la recolección de fondos. En 1904, junto a la iglesia San Luis Gonzaga, en el vértice norponiente de la plaza Las Heras de Talca, el párroco de esa iglesia inauguró el monumento con un busto de don José Fortunato Berríos. Se dañó en el terremoto de agosto de 1906 y quedó destruido en el terremoto de Talca del 1.12.1928. En la diócesis de Talca, una comisión prepara la causa de beatificación y canonización. Es muy importante evitar el culto prematuro, para evitar igualmente la larga postergación del proceso eclesiástico. Informes de favores obtenidos por su intercesión y testimonios de fama de santidad se envían a la arquitecta Postuladora Diocesana, Sra. Ximena Lazo Rivera [xlazo@pozolazo.cl].

Hno. Enrique García Ahumada, F.S.C.