Revista de Educación Religiosa, volumen II, nº 2, 2020, DOI 10.38123/rer.v2i2.106

La dimensión social de la catequesis: Una aproximación desde la hermenéutica evangélica de la vida1

José Orlando Reyes Fonseca2
Pontificia Universidad Javeriana
Colombia

Introducción

Entre sus compromisos por la renovación del anuncio del Evangelio en los actuales escenarios multiculturales de la humanidad, el 23 de marzo de 2020 el papa Francisco aprobó el nuevo Directorio para la Catequesis bajo la responsabilidad, entre otras de sus competencias, del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

A partir de la promulgación del Directorio se ha sido testigo de innumerables eventos teológico-pastorales en torno a la catequesis, así como la publicación de innumerables artículos en los más diversos medios del mundo entero. El presente artículo no es uno más; por el contrario, sin desconocer los existentes, invita a volver a repensar, someramente, lo social de la catequesis en el actual escenario de la humanidad.

La reflexión se delimita e inscribe, entonces, en uno de los principales y particulares desafíos de la educación de la fe llevados a cabo en los procesos evangelizadores de la Iglesia: la dimensión social. Dimensión compleja por excelencia, en razón al entramado de diversos factores que intervienen a la hora de reflexionar sobre lo social de la evangelización, en general, y de la catequesis, en particular.

La evangelización y la catequesis son dos caras de una misma moneda. La catequesis evangelizadora coadyuva al encuentro con el acontecer transformador en Cristo, el Señor muerto y resucitado. En otras palabras, si lo prefieren, la catequesis es un ámbito de la evangelización; en consecuencia, lo social de la catequesis es lo social de la evangelización, en lugares y circunstancias singulares (Directorio para la Catequesis, #43).

Así las cosas, y a modo de tesis, asumiendo todo riesgo, propongo para un diálogo proactivo rescatar sucintamente la hermenéutica evangélica de la vida (HEV) desde la perspectiva del papa Francisco; una hermenéutica como horizonte de sentido y comprensión de la dimensión social de la catequesis que, junto con sus demás dimensiones, propende a la actualización del mensaje cristiano al servicio de los hombres y mujeres en el actual momento de la humanidad. Para el presente escrito, recobrar lo contextual y lo sapiencial, dos rasgos o notas de la HEV, son suficientes, los que darán cabida para una posterior profundización.

En respuesta a lo anterior, el punto de partida y, a la vez, de llegada permanente para la HEV es el contexto histórico de situación en el que acontece la educación de la fe a través de la catequesis, una catequesis que busca comprender “la vida y la historia humana” (DC, #51-72), la cual está entretejida con su contexto. En consecuencia, el primer apartado pretende describir, brevemente, la coyuntura social como trasfondo para acercarnos a lo social de la catequesis.

Luego, el segundo apartado intenta, sin caer en una arqueología, una aproximación sucinta a la comprensión de la hermenéutica evangélica de la vida en la perspectiva del obispo de Roma, indicando, a su vez, su recepción en lo social de la catequesis, una catequesis cuyo objetivo es “hacer que el anuncio de la Pascua de Jesús resuene continuamente en el corazón de cada persona, para que su vida se transforme” (DC, #43).

Se recuerda, a modo de conclusión, que la concretización en lugares y circunstancias de lo social de la catequesis demanda la participación de toda la humanidad, y sigue siendo una de las tareas actuales de los evangelizadores educadores.

1. Trazos de la opaca radiografía de una compleja coyuntura social. Una tarea pendiente

No tengo la más mínima pretensión ni la capacidad académica para describir y analizar económica, política, social y religiosamente el actual escenario mundial. Ni menos, proponer soluciones a la actual crisis generalizada por la que atraviesan innumerables comunidades humanas. Más bien, no siendo pretencioso y consciente de las limitaciones del caso, quiero poner, a modo de panorama, los escenarios genéricos a causa del Covid-19 para ubicar, contextualmente, la siempre vigente dimensión social de la educación de la fe en general, y de la catequesis, en particular.

La atmósfera epidemiológica a causa del Covid-19 que comenzó en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan como epidemia y, masificada a nivel mundial en 2020-2021 como pandemia, endemia y sindemia, evidenció, aun más, según los expertos, la fragmentación política, económica, social y religiosa a nivel global, nacional y local; sin anular con ello los beneficios u oportunidades que también pueden traer para los seres humanos las nuevas normalidades (Fuente, 2020; Pastrana y Velosa, 2020; Gardini, 2020; Bringel, 2020).

Sin hilar delgado, se constata una fragmentación con un indicador acuciante y en crecimiento acelerado en el 2021, entre otros, de la pobreza; la pobreza extrema y la desigualdad y vulnerabilidad entre los ciudadanos del mundo. “Mientras tanto, los conflictos continúan, y con ellos el dolor y la muerte”3.

Un informe especial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020)4 revela que este continente vive un bajo crecimiento económico y alta desigualdad social. Además, se experimentan el debilitamiento de la cohesión política y diversas manifestaciones de descontento social, la pérdida de ingresos y condiciones de precariedad laboral e inseguridad social y económica, junto con el crecimiento acelerado de una porción considerable de hogares que viven sobre la base del endeudamiento y sobreendeudamiento, causante de la pérdida de sus patrimonios.

Asimismo, se evidencia el riesgo de infección en la población más desprotegida, por la desigualdad en el acceso equitativo a las vacunas anti-Covid-19. “Líderes globales han advertido en una reunión del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que la falta de acceso a las vacunas en el mundo en desarrollo y los países de ingresos bajos no solo exacerbará las desigualdades económicas y sanitarias globales, sino que también se convertirá en un obstáculo en la lucha contra la pandemia de coronavirus” (Deutsche Welle, 2021).

Finalmente, no se puede marginar el incremento desenfrenado de la desnutrición en la población, en especial en la infantil, y la alta mortalidad entre las personas mayores de 60 años. Todo lo insinuado hasta aquí es una minúscula descripción parcial del drama humano en un sinnúmero de países del mundo (CEPAL, 2020) , sin descontar a nuestros conciudadanos.

No es el momento para un análisis detallado de la coyuntura de la realidad, pero tampoco su desconocimiento; por eso, esta opaca radiografía requiere de hondura como bien lo han iniciado Walter Kasper (“El coronavirus como interrupción: suspensión y salida”), Bruno Forte (“La fe en el Dios de Jesucristo y la pandemia”) y Georg Augustin (“Dar testimonio de la vida en un mundo de muerte”) en la obra editada por Kasper y Augustin (2020). También hacen su aporte en la obra colectiva Covid19 (2020) de MA editores, Víctor Codina (pp. 9-12: “¿Por qué Dios permite la pandemia y calla? ¿Es un castigo? ¿Hay que pedirle milagros? ¿Dónde está Dios?”), Leonardo Boff (pp. 13-16: “La fuerza de los pequeños”), Paolo Costa (pp. 73-77: “Somos frágiles, pero no indefensos: el cambio es posible”), Sonia Montecinos (pp. 91-96: “Coronavirus y 18-O: lo que no se resuelve y queda reprimido saldrá de nuevo”), entre otros (Carrera, 2020; Boff y Moltmann, 2020). En definitiva, los nuevos escenarios a causa del Covid-19 invitan a seguir tomando conciencia de que somos una sola humanidad con una común vulnerabilidad (Flaquer, 2020).

Ahora bien, en este sombrío pero esperanzador contexto histórico, se revitalizan con mayor intensidad en el corazón de hombres y mujeres de buena voluntad las palabras del Concilio Vaticano II: “El gozo y la esperanza, la angustia y la tristeza de los hombres de nuestros días, sobre todo de los pobres y toda clase de afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo, y nada hay de verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón” (Gaudium et spes, #1).

Y una manera particular de hacer resonancia al hoy de la humanidad es preguntarnos crítico-propositivamente, entre otras cuestiones, por la dimensión social de la catequesis, una catequesis consciente de colaborar en la educación de la fe en aras de la “profundización del kerygma” (Evangelii gaudium, #160-162; DC, #5) en la nueva etapa contextualizada de la evangelización de la Iglesia (DC, #19-42). Intencionalidad a desarrollar a continuación.

2. Aproximación a la hermenéutica evangélica de la vida en el papa Francisco. Horizonte de sentido y comprensión de la dimensión social de la catequesis

El 30 de enero de 2021, en la celebración de los 60 años del nacimiento de la Oficina Nacional de Catequesis del Episcopado Italiano, el papa Francisco recordó la necesidad de permanecer en la línea del Concilio Vaticano II, un rasgo evidente en su pontificado. “La catequesis inspirada por el Concilio está continuamente a la escucha del corazón del hombre, siempre con un oído atento, siempre buscando renovarse” (Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en la reunión organizada por la Oficina Nacional de Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana).

Un “oído atento” a los verdaderos “gritos” de la humanidad que claman por el reconocimiento de sus derechos que se han ido desvaneciendo. Así, lo que está en la base de ellos no es simplemente razón, sino humanidad. Es la humanidad en general o porciones significativas de ella las que reclaman sus propios derechos: el derecho a la ternura, al cuidado, a la memoria, al consenso, a la tierra, al acuerdo, a pensar la utopía y en una educación de calidad, entre otros.

La catequesis kerygmática y misionera (DC, #50), al estar en permanente escucha de los “gritos” de la humanidad, debe hacer suya la “hermenéutica evangélica para comprender mejor la vida, el mundo, los hombres” (Veritatis gaudium, #3). De ahí que el planteamiento del Papa argentino acentúa el reto de interpretar la vida, la existencia real de los seres humanos desde la Palabra de Dios en cuanto facilitadora de una apertura a un mañana lleno de esperanza en diálogo permanente con disciplinas y saberes de la sociedad del conocimiento.

Este es el desafío: la nueva hermenéutica que va en esa dirección. La hermenéutica de la memoria, de la pertenencia a un pueblo, de la historia; la hermenéutica de caminar hacia una esperanza, la hermenéutica ‒repito algo que me gusta decir‒ de los tres lenguajes, juntos, armoniosos: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón, el lenguaje de las manos, para que uno piense qué sentir y hacer; escuchas lo que piensas y haces; haces lo que sientes y piensas5.

La hermenéutica evangélica de la vida es, finalmente, para Jorge Mario Bergoglio, un horizonte de sentido y comprensión que vincula aspectos contextuales, sapienciales y bíblicos, así como memoria, pertenencia y esperanza en la cotidianidad del existir, convirtiéndose así en la actualización social del mensaje cristiano en los procesos educativos de la fe, y en particular, de la catequesis. “Es la comunidad cristiana entera la que tiene competencia para interpretar los ‘signos de los tiempos’ y para hacer que existan diferentes figuras históricas de la plenitud insondable del misterio de Cristo” (Geffré, 1984, p. 24).

De este modo, recuperar la hermenéutica evangélica de la vida permite encontrarse en el día a día con la resonancia de nuevos sentidos y nuevas comprensiones de la vida que cierran la brecha entre fe y vida, razón y ciencia, teología y pastoral, laicos y ministros ordenados, Iglesia e iglesias, creyentes y ateos, ricos y pobres, ilustrados e ignorantes, poderosos y súbditos.

Si bien el contexto discursivo de la hermenéutica evangélica es la teología, la catequesis no riñe con ella, por el contrario, se nutre de su reflexionar teológico (DC, #68); por eso, la recepción de tal hermenéutica en la catequesis es uno de sus mayores compromisos a la hora de acompañar la formación de ciudadanos y creyentes pertenecientes a la aldea global y llamados a “madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora”6.

¿Cómo logra la catequesis la recepción de la hermenéutica evangélica de la vida? Propongo que se consolide su estatuto disciplinar (razón y lenguaje) desde el horizonte existencial del saber sapiencial propio de las culturas narrativas (Reyes, 2016, pp. 91-181; DC, #127) a las que pertenece la catequesis, antes que al horizonte técnico-instrumental del saber cientificista (Reyes, 2016, pp. 23-88).

Razón y lenguaje de la educación de la fe (catequesis) pertenecen al saber narrativo en su horizonte existencial sapiencial, el cual se expresa en términos metafóricos, parabólicos, aproximativos, evocativos, poéticos y prolépticos7, los cuales no secan al ser sino lo dicen sin decirlo, lo expresan sin expresarlo, lo evocan dejándolo completamente en el misterio de sí mismo. Y esa es quizás la forma más original de la fe, por ser la forma primordial del ser. “Al mismo tiempo, la catequesis asume creativamente los lenguajes de las culturas de los pueblos, a través de los cuales la fe se expresa de manera propia, y ayuda a las comunidades eclesiales a encontrar nuevas maneras, adecuadas a los interlocutores” (DC, #127).

Así las cosas, la catequesis desde lo sapiencial en cuanto saber personal y comunitario expresa su identidad a través de su “objeto” propio (el mundo de la vida), principio fundamental (comprensión de las experiencias de la vida), “método” para acercarse a ella (hermenéutico), realidad en la que se inscribe (pluralismo cultural) y finalidad que pretende (la reflexión sobre la vida y la facticidad, la narratología del vivir y del experimentar cotidiano en función de la construcción integral del ser humano) (Reyes, 2016, pp. 107-108). En otras palabras, se potencializa una catequesis contextual, sapiencial, bíblica (“La Sagrada Escritura es esencial para progresar en la vida de fe; su centralidad en la catequesis permite transmitir de una manera vital la historia de la salvación”, DC, #55). De igual manera, una catequesis de la memoria (“La fe contiene la memoria de la historia de Dios con las personas. Custodiar esta memoria, despertarla en los demás y ponerla al servicio del anuncio es la vocación específica del catequista”, DC, #83). “La memoria es una dimensión constitutiva de la historia de la salvación (…) Por lo tanto, la memoria es un aspecto constitutivo de la pedagogía de la fe”, DC, #125). Finalmente, una catequesis con pertenencia y esperanza (“frente a la división, la deshumanización y la violencia”, DC, #194).

La catequesis desde lo sapiencial requiere de otro espacio académico para su profundización; por el momento, queda enunciado. Por cuestiones de espacio, han sido abordadas las dos primeras notas de la hermenéutica evangélica: contextual y sapiencial, quedando su saldo para una nueva ocasión.

Aproximación a la dimensión social de la catequesis. Un esbozo aún por trazar

Abordar la dimensión social de la catequesis es, indiscutiblemente, referirla a la dimensión social de la evangelización; la catequesis es evangelización, es un modo educativo sui géneris de formación-maduración de la fe en el cual acontecen procesos educativos diferenciados encaminados al “encuentro vivo con el Señor que transforma la vida” (DC, #33-42). No estamos halando de cosas distintas, es un mismo suceder de la acción evangelizadora, dado que la evangelización, a través de la catequesis, propende a “transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (Evangelii nuntiandi, #18).

Para el obispo de Roma, la dimensión social de la evangelización kerygmática y misionera en el contexto del anuncio del evangelio en el mundo actual se caracteriza por la vida comunitaria y el compromiso de salir de sí e ir al encuentro de los otros, los hermanos, cuyo centro dinamizador es el amor sin límites que ennoblece a todo ser humano; además, su promoción bajo el signo de la libertad y el cuidado integral encaminado a una vida social fraterna, justa, pacífica y digna para todos.

De este modo, entonces, el kerygma y la experiencia cristiana concretizan sus consecuencias sociales en todos los ámbitos de la vida humana animados por la esperanza, la inclusión del clamor de los más indefensos y abandonados, y los diálogos sociales en función de la reafirmación del compromiso por la construcción de la paz (EG, #176-258). En este ambiente, la catequesis está llamada a ser como un “laboratorio de diálogo” (DC, #41-42).

En cada lugar y circunstancias, las consecuencias sociales de los procesos evangelizadores acompañados por los catequistas-educadores se concretizan; de ahí su complejidad y su inevitable uniformidad. No podemos hacer una exposición detallada de las inexcusables transformaciones y liberaciones sociales que brotan del anuncio y la vivencia del evangelio.

Resta indicar que la dimensión social de la catequesis está dada en cuanto se sitúa en una Iglesia insertada en la comunidad humana multicultural que busca a través de todos sus medios posibles ser signo profético, fraterno y plenitud de vida para todos en sus particulares ambientes urbanos y rurales (DC, #190-231).

Desde sus orígenes hasta el día de hoy, la catequesis en salida, kerygmática, mistagógica y misionera (EG, #163-168) sigue siendo una mediación educativa encaminada a hacer resonar8 la experiencia del resucitado a nivel personal o comunitario en colectivos humanos contextualizados que buscan configurar libremente su existencia en Jesucristo, “el eternamente joven” (Christus vivit, #13); de ahí que, para los creyentes, sin él no se podrá tener “un corazón siempre joven” (Christus vivit, #13) al servicio de todos los seres humanos. “El servicio a la persona concreta es el motivo principal por el que la Iglesia mira a las culturas humanas, con una actitud de escucha y diálogo” (DC, #193).

Esta opción comprometida de servicio identitaria de la vida y la formación humano-cristiana del ciudadano y creyente es, principalmente, el mojón nuclear y vital de la dimensión social de la catequesis, que busca su constante renovación desde el “contexto cultural e histórico en la que se realiza” (DC, #2). Argumento no trivial si esta apuesta es constitutiva de la misionalidad vigente y pertinente de una “Iglesia en salida”9.

Una catequesis a partir de los contextos históricos de situación supone la consolidación de la “familia humana hospitalaria”10, en donde podamos sentirnos “hermanos todos” en un espíritu de fraternidad social, es decir, “una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite” (Fratelli tutti).

Eclesialmente, la catequesis es un “pilar maestro para la educación de la fe”11; por eso, “propone la doctrina social de la Iglesia como punto de referencia para una formación cristiana capaz de motivar la evangelización de las realidades temporales” (DC, #231); en razón de ello, la catequesis no puede estar al margen, entre otros asuntos, del Pacto Educativo Global (Klein, 2021) que impulsa una educación de calidad, pertinente, abierta, creadora de paz y justicia e incluyente, de alianza interdisciplinaria y transdisciplinaria.

Una educación de calidad capaz de la escucha paciente para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna y con un espíritu de solidaridad universal. Para ello, debe dar pasos importantes: 1. La valentía de colocar a la persona en el centro; 2. La valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad; finalmente, 3. La valentía de formar personas disponibles al servicio de la comunidad humana. Todo lo anterior lo ha planteado, insistentemente, el papa Francisco12.

Ahora bien, al pertenecer la catequesis a la “aldea de la educación”, ¿cómo podría sumarse al Pacto Educativo Global sin menoscabo de la especificidad de sus procesos formativos de la fe? Sin caer en fórmulas mágicas, la catequesis, sin duda alguna, puede contribuir desde el dato de la revelación y la experiencia de fe a la formación de ciudadanos y creyentes con sentido de pertenencia a las actuales sociedades con las que interactúan, y con la clara conciencia de que “todos necesitamos vivir relaciones humanas reales y no solo virtuales”13.

La catequesis, entonces, al asumir la hermenéutica evangélica como horizonte de sentido y comprensión de su dimensión social está invitada a una “comprensión más amplia y profunda de la realidad”14 y de los hombres que en ella habitan y, a su vez, convocada a asumir la invitación a buscar junto a todos los actores sociales las soluciones a las interrogantes angustiantes de los seres humanos contextualizados15, propiciando, entre otros, “mecanismos socioeconómicos humanizantes para toda la sociedad”16; en síntesis, a continuar o iniciar procesos de transformación sin miedo; de igual manera, a mirar hacia el futuro con esperanza para cultivar el sueño de un humanismo solidario que responda a las esperanzas de los hombres y mujeres de este momento histórico de la humanidad17.

Todo esto es viable si la catequesis evangelizadora educadora facilita, a través de las mediaciones educativas encaminadas al nacimiento y avivamiento de la fe, que los ciudadanos y creyentes vuelvan su mirada al evangelio18, al encuentro con el amor primero, infinito y del asombro.

En este contexto, recobra sentido la invitación metafórica del papa Francisco de volver a Galilea19, donde el Señor Resucitado nos precede. ¿Qué significa ir a Galilea, lugar de la vida cotidiana? Para él significa: volver a empezar, seguir nuevos caminos e ir a las fronteras20. Por eso, para la catequesis la fe “no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje pasado de moda. Está vivo, aquí y ahora. Camina contigo todos los días, en la situación que estás viviendo, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde te parece que no los hay, te impulsa a ir contracorriente con respecto al remordimiento y a lo 'ya visto'. Incluso si todo te parece perdido, ábrete con asombro a su novedad: te sorprenderá”21.

Conclusión

Como lo indiqué en la introducción, se ha querido proponer a la hermenéutica evangélica de la vida como horizonte de sentido y comprensión de la dimensión social de la catequesis desde los planteamientos del papa Francisco en sintonía con la doctrina social de su magisterio; de ahí su abundante citación.

Espero que el intento no haya sido en vano; por el contrario, que permita pensar en la creación de espacios académicos interinstitucionales para su afinamiento contextualizado en beneficio de quienes seguimos en la laudable tarea de evangelizar educando como catequistas más allá de la mera instrucción para el septenario sacramental, y con el pleno convencimiento de que “el tiempo presente exige y reclama dar el paso de una lógica insular y antagónica (…), a otra lógica, capaz de promover la interconexión que propicia una cultura del encuentro (…)22.

La catequesis tiene que volver a su estatuto epistemológico con el fin de no disolverse en las calles y avenidas de este mundo. La catequesis tiene que hacer presencia en las culturas de su tiempo23: “educando la conciencia cristiana en una imagen auténtica del Dios que ‘es amor’, que está trabajando sin reserva ni descanso para nuestra salvación y que nos convoca a acogerlo y a colaborar con Él” (Torres, 2000, p. 88).

Asumida de esta manera, la dimensión social de la catequesis le permite al catequista ciudadano y creyente ser más sensible ante los “gritos” del que sufre y más comprometido con la creación de una sociedad que haga posible y sostenible el Reino de Dios24. Por eso, los educadores evangelizadores catequistas somos viento y no veleta. “Viento de promesa que aviva la ilusión de un mundo mejor. Que ese viento se transforme en vendaval de esperanza”25 para todos.

Notas

  1. jose.reyes@javeriana.edu.co
  2. Artículo inédito base de la ponencia presentada por el autor en el Congreso de Educación Religiosa “Diálogos Académicos sobre Catequesis 2021”, organizado por el Instituto “Escuela de la Fe” de la Universidad Finis Terrae y otras entidades.

  3. Puede ver la ponencia en este video: https://www.youtube.com/watch?v=ni2VDlvTV3o
  4. Francisco. Encuentro de Oración por la paz Nadie se salva solo-Paz y fraternidad, Roma, octubre 10 de 2020.
  5. Para ampliar la información sobre el drama humano se recomienda el Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el seminario “Nuevas formas de solidaridad”.
  6. Francisco. Lectio Divina del Santo Padre Francisco. Roma, Pontificia Universidad Lateranense, marzo 26 de 2019.
  7. Francisco. Mensaje del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo, septiembre 12 de 2019.
  8. En cambio, el saber cientista en su horizonte técnico-instrumental se convierte en gestor de una sociedad del conocimiento que da razón de su propia identidad en términos de racionalidad y lenguaje observativo, probativo, demostrativo, verificativo, argumentativo, denotativo y legitimativo.
  9. Catequesis. “Este término no aparece en el Nuevo Testamento, se conoce sin embargo el verbo katechein, literalmente resonar, hacer eco” (Diccionario teológico, 1999; Paz, 2015).
  10. Para el papa Francisco la Iglesia en “salida” es la comunidad de discípulos misioneros que primerean (tomar la iniciativa para…), que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan (EG, #24).
  11. Francisco. Mensaje Urbi et Orbi del Santo Padre Francisco, Roma, abril 4 de 2021.
  12. Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el Congreso Internacional sobre la Catequesis, Roma, septiembre 27 de 2013.
  13. Francisco. Mensaje del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo, septiembre 12 de 2019.
  14. Francisco. Mensaje Urbi et Orbi del Santo Padre Francisco, Roma, abril 4 de 2021.
  15. Francisco. Mensaje en vídeo del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo, mayo 14 de 2020.
  16. “Necesitamos de muchas voces capaces de pensar, desde una perspectiva poliédrica, las diversas dimensiones de un problema global que afecta a nuestros pueblos y a nuestras democracias” (Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el seminario “Nuevas formas de solidaridad”, Roma, febrero 5 de 2020).
  17. Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el seminario “Nuevas formas de solidaridad”, Roma, febrero 5 de 2020.
  18. Francisco. Mensaje del Santo Padre Francisco para el lanzamiento del Pacto Educativo, septiembre 12 de 2019.
  19. “El evangelio es el acontecer del resucitado en las personas y al acontecer en las personas las va transformando en otro Jesús. Es decir, si yo soy inundado por Jesús y me ocupa y me domina y toma cuerpo en mí, la imagen que yo doy por fuera es la de Cristo. Si Jesucristo me posee, la imagen que doy por fuera es una transparencia de Jesús. Por eso el evangelio no es una doctrina abstracta, ni tampoco historias de Jesús. El evangelio hace de mí otro Jesús que camina en dos pies por la calle… El evangelio es Cristo mismo sucediendo en las personas” (Baena, 1998, p. 39).
  20. “Durante la actividad pública de Jesús (entre los años 28 y 30 d.C.) se mencionan frecuentemente cuatro de las zonas principales en que se dividía el territorio de los israelitas. Galilea, Judea, Samaría y Decápolis; Galilea, donde estaba establecida la familia de Jesús (Mt 2:19-23) y donde seguramente se desarrolló la totalidad de su vida oculta y gran parte de su actividad pública (Mc 1:14)” (Ortiz, 2003, p.137). La zona de Galilea estaba conformada por Nazaret, Caná, Cafarnaúm, Tiberíades, Genesaret, Corazín, Naín, el lago de Galilea, Magdala y el Monte Tabor (p. 138-140).
  21. Francisco. Homilía en la Vigilia Pascual, Roma, abril 3 de 2021.
  22. Francisco. Homilía en la Vigilia Pascual, Roma, abril 3 de 2021.
  23. Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el seminario “Nuevas formas de solidaridad”, Roma, febrero 5 de 2020.
  24. Véase Gesché (2013), pp. 14-15. Además, con Torres (2000) se asume que “la fe no existe jamás en estado puro, sino siempre en el seno de una interpretación determinada. Pero, si ha de vivir en la historia, no pude quedar estancada en un tiempo determinado, sino que debe atravesarlos todos, adaptándose a sus necesidades y aprovechando sus posibilidades” (p. 76).
  25. En relación con el significado de Reino de Dios se asume con José María Castillo y Juan Antonio Estrada (1985) lo siguiente: 1. “el mensaje y el proyecto de Jesús no se puede reducir ni a una moral individualista ni a la sola religiosidad”; 2. “el reinado de Dios tampoco consiste en la sola práctica de la caridad, tal como suele entenderse corrientemente”; 3. “el proyecto del reino de Dios es una utopía, en el sentido más estricto de esta palabra. Utopía, en efecto, según la etimología del término, es lo que no tiene lugar; 4. El proyecto del Reino no se puede implantar a nivel de toda la sociedad. Por una razón muy sencilla: el proyecto del Reino no se puede implantar por la fuerza de la imposición colectiva. El proyecto del Reino tiene que venir mediante la conversión de los corazones y de las conciencias”; 5. “el proyecto del reinado de Dios es realizable en la medida en que hay grupos de tipo comunitario que se ponen a vivirlo, no como una meta ya lograda, sino como un proyecto dinámico, como una tarea a realizar paulatinamente y progresivamente” (pp. 39-44).
  26. Francisco. Discurso del Santo Padre Francisco a los participantes en el encuentro mundial. Roma, octubre 28 de 2014.

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