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Un archivo perdido y una ventana a su acceso: el caso del “Archivo General de la Presidencia de la República” de Pinochet y el libro Chile escoge la libertad
A lost archive and a window to its access: The case of the "General Archive of the President of the Republic" during Pinochet's regime and the book Chile escoge la libertad
Un archivo perdido y una ventana a su acceso: el caso del “Archivo General de la Presidencia de la República” de Pinochet y el libro Chile escoge la libertad
Amoxtli, núm. 12, 2024
Universidad Finis Terrae
Recepción: 27 Enero 2024
Aprobación: 19 Agosto 2024
Resumen:
En 1998 veía la luz el primer libro metodológicamente historiográfico sobre el Gobierno Militar (1973-1990), Chile escoge la libertad. La Presidencia de Augusto Pinochet Ugarte. 11.IX.1973-11.III.1990 , de Gonzalo Rojas Sánchez. Si bien este texto ha sido criticado por la historiografía nacional por su posición “apologética” tanto del régimen como de la figura del general Pinochet, lo cierto es que contiene un trabajo documental único debido a que el entonces comandante en jefe del Ejército de Chile, el propio Pinochet, le permitió a Rojas acceder a un archivo que ningún otro trabajo de historia ha podido revisar: el Archivo General de la Presidencia de la República (AGPR). Este trabajo tiene como objetivo analizar las dificultades de acceder al AGPR y la opción de emplear el libro de Rojas como “ventana” para acercarse al contenido de las más de 521.000 fojas revisadas por el autor en dicho fondo documental, considerando el contexto de la batalla de la memoria: disputa político-disciplinar que, según se constata, tiene a Rojas como uno de sus protagonistas y, por tanto, explica la cancelación de su trabajo en ciertos espacios académicos. Para lo anterior, se revisan los trabajos de recepción, tanto en prensa como académicos, de los tomos estudiados, así como la producción intelectual que emplea esos volúmenes para citar el AGPR. Con todo, se busca entender el contexto de producción de la obra de Rojas, las dificultades de acceso a los archivos de la dictadura y los debates en torno a la comprensión de los historiadores como intelectuales públicos.
Palabras clave: archivos, acceso, memoria, historia reciente, debate historiográfico.
Abstract:
In 1988, the first historiographic work on the military government (1973-1990) was published: Chile escoge la libertad. La Presidencia de Augusto Pinochet Ugarte 11.IX.1973. 11.III.1990 (in English: "Chile chooses freedom. The Presidency of Augusto Pinochet Ugarte 11.IX.1973-11.III.1990"), by Gonzalo Rojas Sánchez. Although this work has been criticized by Chilean historians for being "apologetic" for the regime and the figure of General Pinochet, the truth is that this book contains a unique work on documentary sources, made possible thanks to Pinochet himself, who granted Rojas and his team access to an unseen archive, an archive that has not been used by any other historian or researcher: the Archivo General de la Presidencia de la República (AGPR). This work aims to analyze the difficulties of access to the AGPR and the alternative of using Rojas's research as a "window" to approach the contents of the archive, which contains 521,000 sheets revised by the author, considering the context of the "field of memory battles": in the political-historical dispute, this author appears as one of its protagonists, which may explain why his works have been "canceled" in certain academic spaces. To this end, the reception of the volumes under study, both in the press and in academia, is examined, as well as the intellectual production that cites the AGPR in these volumes. Overall, this research aims to clarify the context in which Rojas produced his research, the difficulties of access to the archives of the dictatorship, and the subsequent debates on whether or not historians have a public role as intellectuals.
Keywords: archives, access, memory, contemporary history, historiographical debate.
Introducción
[…] Los desastres que marcan este fin de milenio son también archivos del mal; disimulados o destruidos, prohibidos, desviados, «reprimidos». Su tratamiento es a la vez masivo y refinado en el transcurso de guerras civiles o internacionales, de manipulaciones privadas o secretas. Nunca se renuncia, es el inconsciente mismo, a apropiarse de un poder sobre el documento, sobre su posesión, su retención o su interpretación…
Jacques Derrida1
Para la historiografía chilena, el estudio del régimen de Augusto Pinochet y la Junta Militar conlleva, en la práctica, un interés y una necesidad creciente para la comprensión de los tiempos que corren y, a su vez, un desafío debido a que parte de la documentación requerida para el análisis disciplinar no se encuentra disponible. Esto último se debe a varios factores: el origen militar del gobierno autoritario permite un tratamiento de reserva ―e incluso de secreto―, más si el poder civil no pudo comprobar el contenido del material de archivalía durante y después del retorno a la democracia; la expurgación de documentación y la incapacidad, por tanto, de saber la cantidad real de papeles extraviados2; el requerimiento de la historiografía de archivos de gestión del Estado y la apertura de los archivos de la represión que puedan alimentar todos los puntos de interés de los investigadores3 y; en fin, la reserva también de la documentación generada a posteriori por las Comisiones de Verdad, debido a las dificultades humanas para abordar las emociones y experiencias de la violencia 4.
Este trabajo reflexiona en torno a esas dificultades de acceso a las fuentes de la Historia reciente a través del caso de estudio de uno de los archivos controversiales del tiempo presente de Chile, el “Archivo General de la Presidencia de la República” de Augusto Pinochet. Fondo documental guarecido ―según las fuentes5― en la Comandancia en Jefe del Ejército y que contiene, tal como consta en la literatura, la documentación administrativa oficial generada por el propio Pinochet mientras ejercía el poder de facto entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 19906.
Así, para entender la relevancia de este archivo, las razones de su “pérdida” y las posibilidades para su acceso, se debe, primero, contextualizar estas discusiones disciplinares dentro del marco histórico y conceptual de “la batalla de la memoria”; esto permitirá establecer algunos puntos en la comprensión de las discusiones públicas tanto de la Historia como de los autores que cultivan su investigación en el tiempo presente y, finalmente ―y ya de lleno en la problemática de este escrito―, tratar los problemas y desafíos respecto a un archivo aparentemente inaccesible, así como la posibilidad de usar una ventana para, aunque sea, observar a la distancia la documentación de un fondo extraviado.
Se plantea como hipótesis, por tanto, que se trata de un archivo relevante y “perdido” y, aun así, se ha decidido en algunos circuitos historiográficos no utilizar a Rojas Sánchez como ventana a la información de este fondo debido a la posición favorable de este investigador respecto del régimen de Pinochet ―una de las principales tesis históricas planteadas en los dos tomos del libro referenciado es que se trata de un presidente de la República, razón que explica la existencia, valga de redundancia, de un archivo de la institución presidencial para la gestión del general―. Todo esto permite establecer una triple conexión, a saber, entre archivos, política e historiografía.
Un archivo relevante y perdido
Según señala María Elena Iduarte, durante el período autoritario “los hechos ocurridos en septiembre de 1973 afectaron al Archivo Nacional, tanto en los primeros años como al final del régimen, estos últimos tan importantes que hasta hoy afecta al acceso a cierta documentación producida por el Estado”7. Entendiendo la irregularidad en los procesos de envíos de documentación al Archivo Nacional durante el régimen de Pinochet, el AGPR parece agrupar de forma contundente, como puede seguirse de la lectura del libro revisado, el “archivo de la administración” del período autoritario. Según consta en los volúmenes de Rojas, las unidades guarecidas presentan miles de fojas desde oficios; circulares; memorándums; cartas ―en tanto ejercicio del poder―; entre otros documentos, destacando fotografías oficiales que Rojas emplea entendiéndolo como otro fondo, el Archivo Fotográfico de la Presidencia de la República (AFPR en el libro), pero que en términos estrictos corresponde a un subfondo apartado por el tipo de soporte documental8.Dicho en otros términos, el Archivo General de la Presidencia de la República podría fungir, de ser accesible, como complemento de los fondos del ARNAD para la época 1973-1990, además de que su uso podría permitir una revisión tan detallada como la realizada por Rojas en su seguimiento de la acción institucional durante el período mencionado.
Cabe señalar aquí que Gonzalo Rojas Sánchez y su equipo son los únicos historiadores conocidos que tuvieron acceso a este depósito documental; siendo, también los tomos de Chile escoge la libertad (1998-2000) la única obra histórica que lo emplea como referencia directa y, con ello, son también los intermediarios conocidos posibles para acceder indirectamente a la documentación citada. Un ejemplo de lo anterior es una anécdota contada por el propio Rojas Sánchez quien recuerda que, años atrás, a las afueras de la Casa Central de la Universidad Católica de Chile, el diplomático y autor Carlos Huneeus le corta el paso para solicitarle ayuda para tener acceso al Archivo General de la Presidencia, a lo que Rojas le respondió que probara suerte preguntando en la Comandancia en Jefe del Ejército que es donde se encontraba la documentación. Hasta ahora, ningún texto de Huneeus referencia el archivo, por lo que, al parecer, su búsqueda fue infructuosa. Huneeus no sería el único interesado.
La activista por la desclasificación de los informes de la Comisión Valech, Javiera Campos Vera, solicitó por transparencia la documentación referenciada por Gonzalo Rojas, primero, al Ministerio Secretaría General de la Presidencia de la República, luego a la propia Comandancia en Jefe. Esta solicitud falló en favor del Ejército, al no poder encontrar la documentación bajo la forma del requerimiento de la cientista político. Teniendo presente todo lo anterior, este trabajo elabora el concepto de “archivo perdido” a partir de la solicitud de Campos, cuando se refiere en su alegato a que “[…] esto quiere decir que está perdido un archivo que, por ley, debió estar siempre en el Archivo Nacional”9. Es decir, se entiende por archivo perdido a aquel fondo documental que por relevancia y disposición legal debiese estar accesible, pero que accidentalmente ―por contingencia, de forma imprevista o incluso intencional― no ha podido encontrarse y, con ello, se hace inaccesible… inubicable.
Con todo, la relevancia de la documentación fue parte central de los comentarios a los dos volúmenes de Rojas. Por ejemplo, Lorena Rubio escribió para El Diario un apartado “Palabras de la Historia Reciente” examinando seis textos que abordan la experiencia autoritaria. Un párrafo le dedica al primer tomo de Chile escoge la libertad, donde junto con exponer la recepción polémica del libro por su visión reivindicativa de la figura de Augusto Pinochet, señala que el libro se apoya en el Archivo General de la Presidencia para construir su narrativa10. Por su parte René Girardin, en su revisión de la presentación del tomo de 1998, también hace alusión a la revisión documental del libro, a la vez que reproduce comentarios de los presentadores como Jorge Martínez Busch11. Luis Moulian, en su comentario al volumen en Ercilla, señala que las credenciales académicas de Rojas son “un buen antecedente de que el libro sobre la presidencia de Pinochet va acompañado de rigurosidad teórica y metodológica, acorde a las enseñanzas de las ciencias sociales”, criticando, eso sí, que Rojas “no da ningún fundamento de los orígenes, por lo menos al margen del Derecho, de la suma de tanto poder en una persona”. Con todo, cierra Moulian, que “el libro es muy valioso por la gran cantidad de fuentes utilizadas por primera vez, y la rigurosidad de su uso”12. El historiador Juan Ricardo Couyoumdjianpublica también una reseña del libro a través de El Mercurio evaluando que “[…] dista mucho de ser una apología”, sino que “estamos ante un documentado estudio del gobierno del Presidente Pinochet elaborado a partir de un impresionante repertorio de fuentes”. Y añade: “La mayor novedad es el uso extenso del Archivo General de la Presidencia de la República que proporciona elementos de juicio inédito”13. Bernardino Bravo también comenta del primer tomo que “se trata de un macizo pero ágil estudio sobre Pinochet, cuya primera edición se agotó de inmediato”14. En esta misma línea, y más allá de las revisiones críticas, tal fue el éxito de ventas que Chile escoge la libertad aparece en el ranking semanal de libros más vendidos de El Mercurio, junto con explicar la temprana necesidad de una segunda edición del primer tomo15.
Este fenómeno de crítica y revisión se vio disminuido para el segundo tomo del libro, donde las reseñas se limitaron más bien en publicaciones de carácter académico como los ficheros de la revista Historia de la Universidad Católica de Chile. En cuya revisión también se alude a la “[…] amplia gama de fuentes, incluyendo el archivo de la Presidencia de la República”16. Ahora, como evidencia Lorena Rubio anteriormente, si bien el texto no estuvo exento de polémicas desde su publicación, las recepciones negativas se hacen evidentes con posterioridad, sobre todo en el trabajo de Julio Pinto Vallejos respecto a la historiografía chilena del siglo XX, en que sanciona que el texto se trata de una obra “furibundamente apologética” tanto del régimen como de la propia figura de Pinochet17. Finalmente, Verónica Valdivia, en un artículo donde revisa lo que se ha escrito sobre la dictadura, referencia el texto estudiado en una sola ocasión, sólo para sancionar que “existe también cierta historiografía de los partidarios de la dictadura pinochetista”, e inmediatamente referirse a la biografía de Augusto Pinochet escrita por Gonzalo Vial Correa, sin siquiera dedicarle alguna línea en su investigación18.
Una escaramuza dentro de una batalla
Los planteamientos aquí entregados se encuentran contextualizados en un ‘momento historiográfico’ chileno denominado la “batalla de la memoria”19, nomenclatura inspirada en el libro homónimo de la historiadora María Angélica Illanes 20 y que permite la comprensión de la producción histórica posdictatorial como una disputa política y disciplinar en tanto cómo recordamos el pasado ―y en especial el pasado reciente―. Esta discusión, si bien no exclusiva, es primeramente discursiva; dicho de otro modo, se trata de diferentes formas de aproximarse y comprender al pretérito reciente, cada una con su manera de rememorar e interpretar los hechos del pasado y, con todo, en una lucha propia por consagrarse legítima y hegemónica por sobre todas las demás. La batalla de la memoria, en síntesis, es la disputa por convertirse en la memoria social y política triunfante, es decir, en la oficial, y ella será la única manera de conocer ese pasado ―reescrito y reenseñado― en pugna21.
La batalla de la memoria, durante su periodo de discusión ―que inicia desde el retorno a la democracia en marzo de 1990, debido a la disminución de las restricciones, la censura y la persecusión22, y que, se propone, puede extenderse hasta la hegemonización de uno de los discursos como política estatal, representado en la inauguración del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en enero de 2010― tiene diferentes hitos y trincheras en las que sus confrontaciones públicas pueden apreciarse23. Aquí toma relevancia la puesta en valor de la comunidad de historiadores por aquellos pioneros en la investigación disciplinar tanto del gobierno de la Unidad Popular como del régimen militar de Augusto Pinochet y la Junta ―es decir, de los estudios en Historia del tiempo presente―. De este modo, desde la metodología del arte de Clío, el primero en producir literatura histórica en formato libro en Chile24, respecto del Gobierno de Salvador Allende, fue Joaquín Fermandois con su Chile y el mundo 1970-1973. La política exterior del gobierno de la Unidad Popular y el sistema internacional de 198525; ahora bien, sobre los años de Augusto Pinochet y la Junta Militar, lo cierto es que la literatura plantea algunas dudas y contradicciones que pueden comprenderse en el marco de la batalla de la memoria.
Marcelo Casals, por ejemplo, evalúa que, más allá de no ser el primero cronológicamente ―y con dudas a este respecto, pues plantea que “depende, por supuesto, qué entendemos por historiografía, y esos límites no son siempre claros”26, explicitando sus suspicacias sobre las publicaciones previas―, el libro El golpe después del golpe. Leigh vs. Pinochet. Chile 1960-1980 de Verónica Valdivia, publicado en 2003, sí “fue el primer libro de una historiadora profesional en poner un cierto contrapunto a las interpretaciones y visiones más comunes sobre el período que veían a la dictadura como un solo gran bloque”, como también recordaba el historiador estadounidense Peter Winn en su visita a Chile en 2013, debido a la conmemoración 40.ª del golpe de Estado27. Es dable, por tanto, que los resquemores en torno a las obras previas por parte del investigador escondan un juicio contrario a Chile escoge la libertad de Gonzalo Rojas Sánchez, la cual Casals ha categorizado con anterioridad como “libros de aspiraciones historiográficas”, apoyado en la argumentación de que “su nulo impacto académico y las impresentables inconsistencias metodológicas de esos textos trasuntan un modo de raciocinio histórico pervertido por el esfuerzo estéril de legitimar una dictadura extremista”28. Con todo, y entre críticas de recepción disímiles, el primer tomo fue publicado en 1998, un lustro antes que el de Valdivia.
Entonces, considerando esta percepción de un sector de historiadores que, en síntesis de Casals, sostienen que“la particular interpretación de la historia reciente chilena de Rojas, como producto de ello, ha sido arrastrada al mismo lugar de marginalidad intelectual y política que el pinochetismo más obtuso”29, puede explicar la cancelación y el reducido uso bibliográfico del libro estudiado, incluso como fuente secundaria para acceder al Archivo General de la Presidencia de la República que, como se ha planteado, se encuentra inaccesible.
Una ventana de acceso
El AGPR tiene algunas particularidades que lo diferencian de otros fondos documentales de similar valor e interés para la interpretación de la Historia reciente de Chile. Se debe considerar la dualidad que reside en el archivo presentado debido a su origen militar ―y, por tanto, celado; muchas veces reservado, y aún más por su producción en un régimen autoritario― que, a su vez, intenta reflejar el funcionamiento del aparataje presidencial ―que es público por esencia―. Esa dualidad se explica también en su propio origen, puesto que este fondo documental se encuentra dentro de las dependencias del archivo de la Comandancia en Jefe del Ejército, siendo sistematizado por Gonzalo Rojas Sánchez bajo la nomenclatura de Archivo General de la Presidencia de la República30.
Esto último, a su vez, podría ayudar a explicar las dificultades de acceso al fondo a pesar de que sus folios han sido solicitados a través de los mecanismos que despliega la nueva normativa de trasparencia y, aun así, ha sido infructuosa la búsqueda de los investigadores. Cabe aclarar que se trata de un caso diferente, por ejemplo, de las actas de las Comisiones de Verdad ―Rettig, en los noventa, o Valech I, durante los 2000―, cuyos volúmenes se sabe dónde se resguardan, pero el acceso a ellas se encuentra restringida debido a la consideración de estas instituciones respecto del trauma y el dolor que encierran sus páginas. Con todo, cabe preguntarse, entonces, cómo originalmente el investigador y su equipo pudieron acceder a un archivo no revisado.
Según consta en la presentación de los libros de Rojas Sánchez, invitado por la Fundación Presidente Pinochet, se le encomendó escribir un libro de Historia que terminó perfilado en un trabajo sobre la institución de la Presidencia durante los diecisiete años del gobierno de las Fuerzas Armadas. El acceso como investigador privilegiado 31 a este fondo puede entenderse si se considera que, al momento de encargarse la investigación a fines de 1995, Augusto Pinochet seguía ejerciendo como comandante en jefe del Ejército ―rango que mantendría hasta el 10 de marzo de 1998―. De este modo fueron revisados del archivo objeto de este estudio más de 121.000 fojas en microfilms para el primer tomo, y 400.000 en el segundo para producir su obra, junto con más de 500 discursos de Augusto Pinochet, alrededor de 200.000 fotografías y otros insumos, como los Decretos Leyes dictados en el período solo para el primer tomo del libro, y “[…] el Archivo General de la Presidencia de la República ha estado disponible con sus 400.000 fojas relativas a esta segunda parte; igual cosa ha sucedido con el Archivo fotográfico de la Presidencia, en el que hemos revisado más de 120.000 tomas; a esas fuentes se suman más de 200 discursos presidenciales de la Colección respectiva y los cientos de oficios intercambiados entre el Presidente y la H. Junta de Gobierno”32. Estos documentos, se aclara, son citados en la obra tanto con extractos textuales del material como con referencias a las acciones de Pinochet.
Aun así, de los libros, artículos y tesis revisados que referencian Chile escoge la libertad , lo cierto es que únicamente tres de ellos lo hacen para citar, a su vez, el AGPR33. Cronológicamente, el primer autor descubierto es el abogado y capitán de navío (r) Adolfo Paúl Latorre quien, en Política y fuerzas armadasde 1999, y tan solo a un año de la publicación de Rojas Sánchez,cita el documento n. 2470/29, s. d. s. m. 76 ―referenciado en la página 311 del primer tomo― para tratar la percepción de la Pinochet respecto a la institucionalidad que nacería para reemplazar la Carta Magna de 192534. Se aclara que el libro de Paúl Latorre, como señala en su propia presentación, es el resultado de la tesis de pregrado del uniformado, orientado a Derecho Constitucional, por lo que no corresponde a un texto historiográfico.
Quien más utiliza la ventana para acceder al AGPR es Mario Spataro en el texto Pinochet. Las “incómodas” verdades―publicado originalmente en italiano en 2003―. El periodista y abogado referencia los tomos estudiados un total de ocho veces para citar decenas de documentos del archivo perdido. Al revisar los pies de página de las páginas 70, 88, 222, 226, 231, 232, 233 y 239 se puede revisar todas las extracciones bibliográficas a los tomos que remiten a la documentación extraviada35. Con todo, es menester señalar que los dos libros aquí mencionados presentan una visión positiva del régimen de Pinochet36, lo que explicaría lo prematuro del uso bibliográfico.
No fue hasta 2018 que un trabajo historiográfico ―y no adherente del Gobierno Militar― emplea el libro de Rojas Sánchez como dispositivo para el uso de un documento del archivo estudiado. En su artículo publicado en los Cuadernos de Historia de la Universidad de Chile, Jorge Olguín utilizó la referencia a una circular interna de Pinochet que señala “es propósito de la Junta de Gobierno recuperar el noble y honroso ideal portaliano de servicio público que debe ilustrar al funcionario de nuestra Administración Pública”. Este extracto remite al documento 1718/2, del 21 de diciembre de 1974, guarecido en el Archivo General de la Presidencia de la República, y citando en el texto de Gonzalo Rojas Sánchez37.
Aparte de estos tres casos, existe otra referencia indirecta al Archivo General de la Presidencia de la República en la tesis doctoral de Erna Ulloa, pero no citando a Rojas, sino que alude a la Colección de discursos del Presidente de la República, Capitán General, Augusto Pinochet Ugarte , publicado el 27 de noviembre de 1974. De él cita dos documentos como extraídos del archivo perdido: el documento 2639, del 24 de abril de 1974, y el documento 100/147, del 3 de diciembre del mismo año38. Ambos, vale aclarar, son extractos de discursos.
Conclusiones
De todo lo anterior, se puede establecer un vínculo entre tres aristas que permiten explicar lo planteado en este trabajo: primero, el reconocimiento de la existencia de un archivo perdido de interés para el estudio de la Historia reciente, como lo es el Archivo General de la Presidencia de la República, sobre todo en un contexto donde el acceso a fuentes sobre el régimen militar es una tarea difícil39; en segundo término, la comprensión ya extendida de que “la historiografía chilena está vinculada estrechamente con la política” 40 y; con ello, que esas razones políticas que movilizan tanto el estudio como la interpretación de la Historia también se aplica en las fuentes que se deciden ocupar en una investigación.
Por ello resulta clarificador que sean, primeramente, los adherentes de Pinochet quienes recurren a las fuentes que Chile escoge la libertad pone a disposición ―consciente o no― para “acceder” al archivo perdido y, a la vez, que en los trabajos de historia de la historiografía de izquierda el texto en cuestión resulta relegado a pesar del levantamiento del archivo. Aquí, como se ha argumentado ya, se halla en la comprensión de la batalla de la memoria una explicación posible a la casi nula referenciación al libro de Rojas. Dicho de otro modo, la discusión sobre este archivo tiene dos dimensiones: el acceso a la información, pero también la negación de la obra de Rojas Sánchez.
De todo, nace una urgencia cívica que exige hacerse cargo de intentar poner esta documentación extraviada al servicio de la ciudadanía y la Historia. Esto, cabe señalar, no es contradictorio con el juicio disciplinar a la obra de los autores que han tomado lugar en la batalla de la memoria; por el contrario, el uso como fuente terciaria de los tomos estudiados para llegar al AGPR resulta, de momento, la única manera en que historiadores tanto adherentes como críticos de los años de Pinochet puedan avanzar en investigaciones más completas, complejas y profundas.
“Desde pocos días antes de la presentación del Tomo 1 de Chile escoge la libertad. La Presidencia de Augusto Pinochet Ugarte, 1973-1990 , y durante meses y meses adelante, el país fue testigo y actor de la arbitraria detención del expresidente Pinochet en Londres”41, comenta en la introducción de su segundo tomo Gonzalo Rojas Sánchez. Esta coyuntura, como expresa la literatura42, abre los fuegos para la batalla de la memoria. Plantearse desde este momento historiográfico permite una lectura crítica de las decisiones disciplinares que explican ―como se ha desarrollado anteriormente― el interés y, con ello, el trabajo de los núcleos intelectuales contrarios a la dictadura por generar un(a) pionero(a). “De alguna manera, una agenda de trabajo quedó delineada”, sentencia Verónica Valdivia43. Esto, además, considerando que ya respecto del gobierno de la Unidad Popular, si bien la mayoría de la producción histórica puede catalogarse de izquierdas, el primer autor cronológicamente en abordarlo ―“curiosamente”, comenta Pinto―, “puede identificarse inequívocamente como de derechas: Joaquín Fermandois”44.
Con todo, entender el conflicto planteado desde la batalla de la memoria permite explicar que los juicios respecto de Rojas Sánchez repercuten, por tanto, en el uso de su obra a pesar de su necesidad como fuente. Finalmente, este artículo es solo otra muestra de las distintas discusiones en torno al pasado reciente en el contexto de este momento historiográfico, y lo enriquecedor que es para la revisión de la historia de la producción disciplinar presente.
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Notas
Notas de autor
Enlace alternativo
https://revistas.uft.cl/index.php/amox/article/view/416 (html)