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Dar pruebas de identidad: el valor de los libros en el devenir del colectivo Historias Desobedientes
Giving proof of identity: the value of books in the evolution of the group Historias Desobedientes
Dar pruebas de identidad: el valor de los libros en el devenir del colectivo Historias Desobedientes
Amoxtli, núm. 11, 2023
Universidad Finis Terrae
Recepción: 18 Diciembre 2023
Aprobación: 28 Mayo 2024
Resumen: Este artículo se centra en el valor que tuvieron los libros en el devenir de Historias Desobedientes, una agrupación conformada por hijas e hijos de perpetradores que condenan los delitos cometidos por sus familiares en la última dictadura argentina. Desde su surgimiento en 2017, los libros fueron objetivos materiales y simbólicos claves en la materialización y visibilización de los posicionamientos colectivos. Como argumento central, se sostiene que las/os integrantes de la agrupación se apoyaron en los libros para dar “pruebas” de sus compromisos y valores ante activistas y familiares del movimiento de derechos humanos local y así doblegar las sospechas que suscitaba el lazo de sangre con perpetradores. El análisis se funda en el material provisto por una serie de libros escritos y/o leídos por las/os integrantes de Historias Desobedientes, en fuentes de elaboración propia, entre las que se incluye una reunión con tres integrantes mujeres del colectivo y prácticas de observación participante en la presentación del primer libro del colectivo.
Palabras clave: hijas e hijos de perpetradores, libros, memoria, acción colectiva, Argentina.
Abstract: This article focuses on the value of books in the evolution of Historias Desobedientes, a group formed by children of perpetrators who condemn the crimes committed by their relatives during the last Argentine dictatorship. Since its emergence in 2017, the books were key material and symbolic objectives in the materialization and visibilization of collective positionings. As a central argument, it is argued that the members of the group relied on the books to provide "proof" of their commitments and values to activists and family members of the local human rights movement, and thus to overcome the suspicions raised by their blood ties with the perpetrators. The analysis is based on material provided by a series of books written and/or read by members of Historias Desobedientes, on self-reported sources, including a meeting with three female members of the collective, and participant observation practices at the presentation of the collective's first book.
Keywords: children of perpetrators, books, memory, collective action, Argentina.
Introducción
En los últimos años, cobró notoriedad un nuevo actor en las disputas por la memoria del pasado reciente en Argentina: la agrupación “Historias Desobedientes. Familiares de genocidas por memoria, verdad y justicia” (HD, de aquí en más). Fundada en mayo de 2017, sus integrantes condenan los crímenes cometidos por sus familiares en la última dictadura argentina (1976-1983) y adhieren a las demandas de “memoria, verdad y justicia” de los organismos de derechos humanos que surgieron en este periodo para reclamar por el paradero de los desaparecidos. Si bien desde la segunda mitad del siglo XX han existido, tanto a nivel local como internacional, intervenciones públicas de hijos de perpetradores que repudian el accionar de sus progenitores1, HD sentó precedente por tratarse de la primera iniciativa de carácter colectivo2.
Desde su emergencia, el devenir de la agrupación conectó con el mundo del libro y la edición. En 2016, el testimonio de una de las principales fundadoras de HD, Analía Kalinec, ganó visibilidad al formar parte del libro Hijos de los 70: historias de la generación que heredó la tragedia argentina3, escrito por las periodistas Carolina Arenes y Astrid Pikielny. Aunque el título generó controversias en la arena pública, pues reunía en un mismo producto las voces de hijos de desaparecidos y de hijos de perpetradores, también permitió que la historia de Analía circulara y comenzara a interpelar a otros hijos de perpetradores4. Poco tiempo después, cercana a la fecha de fundación de HD, sus integrantes publicaron dos libros sobre la génesis de la organización y sus historias personales: Escritos desobedientes5 y Nosotrxs. Historias desobedientes6. En ellos, las/os integrantes cristalizan sus experiencias en un producto que “simboliza7 la adhesión del colectivo a un marco de valores y visiones socialmente legitimadas del pasado reciente8. La apelación al objeto libro se selló con la autobiografía de Analía Kalinec, Llevaré su nombre. La hija desobediente de un genocida9 y con la publicación colectiva de Desobediencia de vida10, una compilación de cuentos ficcionales.
Consiguientemente, resulta llamativa la publicación de cuatro libros en el breve lapso de tiempo que transcurrió desde que se fundó la agrupación hasta la actualidad11. Entre los trabajos académicos que existen sobre HD se indagan aspectos muy sugerentes sobre la génesis y la posición ético-política de sus integrantes, aunque sin poner el foco en el valor que han tenido los libros en el devenir colectivo. Guglielmucci12 estudió las narrativas de sus integrantes y las implicancias de la ruptura con la “herencia familiar”, Teresa Basile13 analizó el modo en que estos nuevos actores intervienen en la construcción social de la figura de los perpetradores, mientras que Peller14 se centró en la importancia del feminismo como perspectiva que, en el caso de las integrantes mujeres, operó como condición de posibilidad para “desobedecer” los mandatos legados. Otros trabajos han incorporado tangencialmente una perspectiva material que complementa el análisis de contenido. Scocco15 abordó la emergencia pública de HD y abrió una serie de interrogantes sobre la línea editorial de la revista Anfibia, que entre 2014 y 2017 publicó seis crónicas sobre hijos/as de represores y Casali16, por su parte, reseñó el primer libro de HD y ponderó el impreso y su escritura como prácticas performáticas que facilitaron el reconocimiento mutuo entre sus miembros. Así y todo, en el grueso de los trabajos los libros de HD son invocados mayormente por su contenido y menos por su condición de objeto material y simbólico, lo cual no se pondera como defecto sino como resultado del interés temático de las investigadoras.
Este artículo busca analizar el valor que tuvieron los libros en el devenir de HD, atendiendo en particular su incidencia en la materialización y visibilización de los compromisos colectivos. Como parte del argumento central se recupera el concepto “pruebas de identidad” de Mariana Garzón Rogé17, acuñado por la autora para dar cuenta de la construcción de la identidad partidaria en el primer gobierno de Juan Domingo Perón. En su investigación, Garzón Rogé muestra cómo los militantes debían probar su peronicidad ante sus pares mediante prácticas de clasificación y legitimación que sedimentaban, a su vez, en un juego de inclusiones y exclusiones tendientes a diferenciar al “buen” peronista del “falso” o “mal” peronista. Aquí no interesa dar cuenta de algo así como la “identidad colectiva” de HD, pero sí reponer los esfuerzos que realizaron sus integrantes para legitimarse como activistas y revertir las marcas de alteridad que portan como hijos de perpetradores. La idea vector que organiza este artículo es que en ese proceso algunos libros sobre los setenta18 ―en especial los que editaron como colectivo― funcionaron como auténticas “pruebas de identidad” al permitirle a sus integrantes trazar distancias con respecto a sus familiares y a otras agrupaciones de hijos de represores, y en líneas más generales, sentar convicciones políticas y éticas en un objeto culturalmente prestigioso que puede circular en espacios diversos. Esta hipótesis supone atender conjuntamente aspectos ideológicos, materiales y simbólicos de la relación que mantiene HD con los libros19.
En los apartados que siguen se analizan las interacciones de los integrantes de HD con dos libros en particular. Uno de ellos es el ya mencionado libro Hijos de los 70, de las periodistas Carolina Arenes y Astrid Pikielny y el otro es Escritos desobedientes, el primer libro que editó HD como colectivo. Ya sea como lectores, colaboradores y/o autores, las/os integrantes de HD apelaron de distintos modos y en distintos momentos a estos libros para “probar” lo que son y lo que no sonen términos individuales y colectivos. El análisis se funda en el contenido de ambos libros, fuentes de elaboración propia, entre las que se destaca una entrevista colectiva a tres integrantes de HD, y prácticas de observación participante en una de las presentaciones de Escritos desobedientes, en noviembre de 2018. En ambos casos se trata de las primeras incursiones que hice como parte del trabajo de campo sobre HD, por lo que las reflexiones que aquí se presentan son provisorias antes que concluyentes.
El libro Hijos de los 70 y el surgimiento de Historias Desobedientes
A lo largo de la historia, los libros han ejercido una influencia significativa, moldeando sensibilidades y percepciones en contextos específicos20. En Argentina, los libros han tenido un rol relevante en las disputas por la memoria del pasado reciente. La publicación del "Nunca Más", en 1984, marcó un punto de inflexión en la historia editorial al cristalizar un nuevo régimen de memoria humanitario21. Aunque con menor impacto, obras como "El vuelo" de Horacio Verbitsky en la década de 1990 también contribuyeron a visibilizar prácticas represivas de la última dictadura, como los "vuelos de la muerte". Con la consolidación de las políticas de derechos humanos durante los gobiernos kirchneristas (2003-2015), asistimos a la revitalización de un género de libros dedicado a discutir los años setenta en Argentina desde posturas diversas22. Ante una diversidad de libros que defendían, cuestionaban o invalidaban las políticas de memoria y derechos humanos, el mercado editorial se convirtió en un espacio privilegiado para las disputas sobre el pasado reciente, reflejando así la complejidad y la importancia del libro.
Quizá por ello no es casual que el surgimiento de Historias Desobedientes, en mayo de 2017, hallara en el mundo del libro y la edición una de sus condiciones de posibilidad. La producción y circulación del testimonio de Analía Kalinec, fundadora de HD, permiten dar cuenta de este aspecto. En 2008, Analía recibió el llamado de su mamá con una noticia inesperada: la causa de Eduardo Kalinec, su padre, sería elevada a juicio oral. Como miembro de la Policía Federal, Kalinec había actuado en el circuito represivo conocido como ABO (Atlético-Banco-Olimpo): tres centros clandestinos dependientes del Primer Cuerpo de Ejército y del Batallón de Inteligencia 601. Hasta ese entonces su familia le había asegurado que las denuncias no tenían fundamento y que eventualmente el padre sería absuelto por la justicia. Por eso mismo, el llamado de su madre obligó a Analía a interiorizarse con los testimonios que hasta ese momento había ignorado, y que ubicaban a Eduardo Kalinec participando en secuestros y torturas en el marco de la represión ilegal. Algunos de esos testimonios lo recordaban por el apodo que usaba en los “interrogatorios” ―“Doctor K”― y por el sadismo con que trataba a los detenidos.
Progresivamente, con las evidencias en mano, Analía fue iniciando en sus propios términos “un camino sin retorno”23. A fines de 2009, concedió su primera entrevista a Miradas al Sur. Allí dio cuenta del distanciamiento que, con mucho dolor, estaba elaborando con respecto a su familia. Sin embargo, su testimonio pasó desapercibido. En la sección de comentarios de la revista se aprecian tan solo dos opiniones aisladas por parte de los lectores.
Seis años más tarde, en 2016, Sudamericana publicó Hijos de los 7024. El libro reúne las historias de hijos de desaparecidos y de hijos de represores, y Analía fue incluida en uno de los 23 capítulos que lo componen25.
Como se desprende de la imagen 1, una de las historias que se visibilizó en la tapa fue la de Analía Kalinec, a partir de una frase que augura la temática del capítulo que lleva su nombre: “¿Qué me estás diciendo, papá, que justifique la tortura?”. El testimonio de Analía fue uno de los primeros en ser coproducido con las autoras, a partir de una serie de entrevistas en profundidad que iniciaron en 2010 cuando el proyecto estaba en ciernes. Para la fundadora de HD la participación en el libro fue clave en el proceso de asumirse como “hija de genocida”, ya que en el diálogo con las autoras pudo materializar su posicionamiento ético y político en un producto con capacidad de circulación en ámbitos diversos.
Aunque en ese entonces no existían controversias en torno al proyecto editorial en curso, más adelante resultó problemática la inscripción de Analía en esta compilación de historias, fundamentalmente por el sello editorial que publicó Hijos de los 70. Desde 2005, Random House-Sudamericana había tenido un rol clave en la publicación de libros revisionistas del pasado reciente que discutían con la posición asumida por los organismos de derechos humanos en Argentina y con las políticas llevadas a cabo en la materia por los gobiernos kirchneristas26. Y si bien este libro en particular no buscó polarizar el debate de los 70, ni replicó la tónica altiva propia de los libros de la “grieta”27, la mirada crítica de las autoras hacia algunos aspectos de la memoria promovida por el Estado resultó consonante con la línea que había inaugurado Pablo Avelluto durante su gestión como director editorial. En efecto, en la introducción las autoras reconocieron el valor de las políticas de DDHH del kirchnerismo, al tiempo que señalaron que:
Hijos de los 70 no pretende consagrar una verdad o una tesis, sino más bien mostrar un cierto estado de la memoria que se manifiesta en experiencias singulares que siguen reclamando su lugar, algún lugar, en el relato de la historia y en la construcción colectiva de la memoria”.28
Cuando el libro fue lanzado al mercado editorial tendió a ser asociado o pensado como “libro opositor”, sobre todo por parte de algunos sectores comprometidos con las demandas de memoria, verdad y justicia. Esta valoración se sostenía, como se dijo previamente, en el sello editorial que publicó Hijos de los 70, pero también en el vínculo de la dupla autoral con La Nación29 ―diario en el que por entonces se desempeñaban ambas autoras como periodistas―, así como en el contexto político de publicación, marcado por el ascenso de la coalición Cambiemos al poder30. Para algunos sectores, el libro presagiaba la orientación que asumiría el nuevo gobierno en materia de derechos humanos31.
Luego de su publicación, el libro generó instancias de sociabilidad entre algunos de los descendientes que dieron su testimonio para la compilación. Hijos de perpetradores, hijos de exmilitantes e hijos de desaparecidos comenzaron a reunirse de manera informal y distendida. Estos encuentros acarrearon ciertos “beneficios emocionales”32 para quienes participaron de ellos, vinculados a la posibilidad de la escucha y la contención recíprocas entre personas que, desde distintos lugares y experiencias, se hallaban atravesadas por la década 70. Analía asistió a varios encuentros y, según transmitió, pudo “conectar” con algunos de los participantes, como Félix Bruzzone (escritor e hijo de desaparecidos). También experimentó incomodidad en relación con aquellos hijos de perpetradores que, al defender a sus familiares, asumían una postura sustancialmente distinta a la suya.
En los meses posteriores a la publicación del libro, y en paralelo a las reuniones entre “hijos de los 70”, Analía creó una página de Facebook a la que denominó “Historias desobedientes y con faltas de ortografía”. Allí comenzó a volcar reflexiones sobre su historia familiar con la expectativa de que otros hijos se identificaran en su prosa. De este modo conoció a Liliana Furió, la hija de un ex agente de inteligencia juzgado por su actuación en dictadura, quien al leer el testimonio de Analía en Hijos de los 70 decidió ponerse en contacto con ella. En palabras de Analía:
Nos conectamos a través de las redes sociales. El primer encuentro fue con Lili, en 2016. Me dijo que su papá también estaba condenado por delitos de lesa humanidad. Ella había leído mi testimonio en el libro Hijos de los 70. Historias de la generación que heredó la tragedia argentina y necesitó buscarme. En cuanto supimos de nuestra mutua existencia corrimos a encontrarnos. Nos abrazamos. Reímos y lloramos. Y nunca más nos separamos.33
Ambas construyeron un vínculo afectivo y de confianza, y a partir de esa incipiente amistad comenzó a ganar forma la idea de crear una agrupación que condenara la actuación de sus familiares en dictadura. Paralelamente, Analía siguió participando de las reuniones que se hacían esporádicamente entre hijos de “ambos lados” hasta que en mayo de 2017 se produjo un acontecimiento parteaguas. A comienzos de ese mes, un fallo de la Corte Suprema de Justicia declaró aplicable el cómputo del 2x1 para el represor Luis Muiña, un agente civil que participó de secuestros, torturas y desapariciones de trabajadores del hospital Posadas, en la provincia de Buenos Aires. Ante la posibilidad fehaciente de que este fallo sentara precedente para futuros casos de lesa humanidad, un amplio arco de sectores sociales y políticos liderado por los principales organismos de derechos humanos locales convocó a una movilización masiva para la semana siguiente. El fallo de la Corte Suprema dio lugar a un conjunto de declaraciones públicas de hijas que condenaban los crímenes cometidos por sus familiares y que se manifestaron en contra del fallo. Varias de ellas entraron rápidamente en contacto entre sí y en el correr de los días conformaron el colectivo Historias Desobedientes: familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia.
Aunque previo a este suceso el nombre del colectivo ya existía, y también había una forma incipiente de estructura creada por Analía, las fundadoras de Historias Desobedientes identificaron la movilización social contra el “2x1” como el “mito de origen” del colectivo34. Desde entonces, las referencias públicas de Analía a Hijos de los 70 se espaciaron y fueron soslayadas ante la importancia otorgada a los organismos de DDHH y sus luchas35. Esta progresiva distancia con respecto al libro se advierte en el diálogo que tuve con Analía en enero de 2019, tres años después de haberse publicado Hijos de los 70:
Cuando sale el libro Hijos de los 70 estamos hablando marzo de, 2016, yo estaba boyando por la vida y sola con esta historia a cuestas sin haberme cruzado todavía con otros hijos de represores… yo había perdido el vínculo con mis hermanas por mis posicionamientos. El libro Hijos de los 70, además, tiene la particularidad de que a mí me entrevistan muchos años antes. Me entrevistan con seis años de diferencia, yo en esos 6 años hago un recorrido y eso también queda bien expresado en el libro[…] Después nos empezamos a contactar los que dimos testimonio para el libro: Félix Bruzzone, Aníbal Guevara, Mariana Leis… Me invitan a una… a una reunión, a una cena, a charlar a la casa de Luciana Ogando, porque parece que querían hacer un documental sobre el libro. Yo era una pajuerana, imaginate, voy porque yo… estaba necesitando un lugar donde tramitar esto. Para mí era algo como más catárquico, más de encuentro. Además, había hijos de desaparecidos también. Para mí era un mundo inexplorado… y esto de tramitar…36
Si bien Analía manifestó sentirse a gusto con el capítulo que lleva su nombre, fue en la instancia de circulación y recepción del libro cuando terminó de consumar una visión más política y general de la obra. Como hemos expresado en otra oportunidad, las opiniones y balances del libro de quienes dieron su testimonio no dependieron solamente de la obra en sí, sino que se hilvanaron en una “dinámica compleja en la que intervinieron las propias lecturas, las opiniones de terceros, el circuito de promoción y los fenómenos que este desencadenó”37. En el caso de Analía, esto se trasluce en el modo en que significó su participación en Hijos de los 70 y en las reuniones que se sucedieron posteriormente, como experiencias conectadas al desarraigo personal que estaba atravesando en ese momento, producto de haber roto el vínculo con su familia. También realzó su ingenuidad y su inexperiencia como claves que permitían “esclarecer” su involucramiento en esas instancias38. Otro aspecto a considerar es que en dicha entrevista participaron otras dos integrantes de HD: Bibiana Reibaldi y Laura Delgadillo (me referiré a ellas más adelante), por lo que es posible que las palabras de Analía tuvieran adicionalmente un efecto de demostración hacia sus compañeras.
En Escritos desobedientes, el primer libro que HD publicó como colectivo, Liliana Furió afirmó que el colectivo “nació abruptamente y de manera sorpresiva incluso para quienes lo gestamos”39. También se refirió a Hijos de los 70 como la “prehistoria” de HD40. Seguidamente, cuestionó su participación en el último encuentro entre hijos de perpetradores e hijos de desaparecidos, al que se sumó por invitación de Analía:
Hoy me replanteo muchas cosas respecto al grupo que surgió de ese libro. A pesar de la necesidad obvia que teníamos de testimoniar y recibir contención por parte de escuchas afines, creo que terminamos participando de un espacio que tenía una carga innegable de operación política, con una clara tendencia a la tan mentada “reconciliación”.41
La progresiva distancia de Analía Kalinec, o el llano rechazo de Liliana Furió hacia Hijos de los 70 son reveladoras de una posición, colectiva que aspiraba a anclarse en valores concebidos como opuestos a los que emanaba el libro de Sudamericana y los encuentros que se sucedieron a partir de él. Es también sugerente que la crítica hacia Hijos de los 70 fue materializada y formulada desde otro libro, Escritos desobedientes, lo que alumbra a estas publicaciones y sus circuitos de producción y circulación como terrenos predilectos donde se dirimen, se juegan y se construyen posicionamientos colectivos. Los libros, como queda aquí demostrado, ayudan a las personas a comunicar qué son y qué no son42; y pueden oficiar como “pruebas de identidad”, certificando los principios y compromisos de sus autores, colaboradores y/o lectores ante terceros43. Este aspecto se retoma en el siguiente apartado.
Escritos desobedientes como “prueba de identidad”
En 2018, HD publicó Escritos desobedientes: Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia, por Marea Editorial. Este fue el primero de los tres libros que lanzó la agrupación al mercado editorial, además del relato autobiográfico de Analía Kalinec44. La decisión de publicar en Marea tuvo que ver con un allegado que les facilitó el contacto con Constanza Brunet, directora editorial de Marea. Este sello cuenta con una colección de “historia urgente” con diversos títulos sobre la memoria del pasado reciente, que evidencian un fuerte compromiso político de parte de los editores con la temática45. Periodistas e investigadores en ciencias sociales y humanísticas publican títulos que se caracterizan por un estilo distendido, ensayístico y políticamente alineado con la posición de los organismos de derechos humanos locales. Es también la editorial elegida por algunos familiares de desaparecidos, como la hija de desaparecidos y diputada de la ciudad de Buenos Aires, Victoria Montenegro, quien en 2020 publicó su relato autobiográfico Hasta ser Victoria. Como se observa a continuación, el estilo de la portada de Escritos desobedientes está en línea con la estética e impronta de otros titulares que forman parte de la colección de Historia urgente.
Según los datos proporcionados por uno de los editores, la primera tirada de 1500 ejemplares se vendió por completo. Luego tuvo lugar una reimpresión más acotada y algunos libros quedaron en stock. Con relación al contenido, el libro se divide en dos partes. La primera de ellas, Historias de vida, se compone de relatos subjetivos y personales escritos de forma individual por algunas/os integrantes de HD. Como lo ha expresado Casali46, en estas narrativas habitan las inquietudes y las incomodidades respecto de la familia y la figura paterna. Al igual que en Hijos de los 70, todos los capítulos llevan nombre y apellido, excepto en un caso donde el nombre del autor/a aparece anonimizado. Los géneros son diversos: hay relatos biográficos, bitácoras, crónicas, cartas y poesías. Algunos de los textos ya habían sido publicados previamente en redes sociales y otros fueron escritos especialmente para el libro.
Un elemento común de las historias es que en la mayoría de ellas se hace énfasis en los momentos de quiebre e inflexión de los/as protagonistas, buscando de algún modo interpelar a aquellos hijos e hijas de militares que aún se muestran “obedientes” del mandato familiar. También se observan marcos de interpretación con un fuerte anclaje en el universo local de los derechos humanos, que se vehiculizan para inteligir distintos aspectos del pasado reciente y del presente contemporáneo. Los crímenes perpetrados por las FFAA son conceptualizados en los términos de un “genocidio”, sus familiares son inscriptos en la trama represiva como “represores” y “genocidas” (dos términos que han trascendido el movimiento de DDHH), y ellas/os mismos se piensan y se definen como “hijas, hijos y familiares de genocidas”.
La segunda parte, Relatos desobedientes, se compone de manifiestos y comunicados de HD, publicados en periódicos y en la cuenta de Facebook ante distintos acontecimientos sociales y políticos que tuvieron lugar entre 2017 y 2018 durante el gobierno de Cambiemos. Es en esta sección donde, retomando a Casali, “comienza a tejerse propiamente la trama más colectiva”47 y donde se entrevé el esfuerzo denodado de sus integrantes por reafirmar ante propios y ajenos un conjunto de compromisos y convicciones atinentes a las demandas de “memoria, verdad y justicia”. Entre las declaraciones se destaca el repudio a la prisión domiciliaria concedida al ex jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires durante la última dictadura, Miguel Etchecolatz; el rechazo al decreto N°683 que habilitó la injerencia de las FFAA en asuntos de seguridad interior; y la reprobación al discurso de Mauricio Macri en la apertura de las sesiones extraordinarias del Congreso Nacional, en marzo de 2018, donde comunicó el proyecto de convertir el predio militar Campo de Mayo en un Parque Nacional. La idea del libro como “prueba de identidad” aparece reflejada sobre todo en esta segunda sección, con la reedición de textos que sintetizan las posturas colectivas ante coyunturas que son evaluadas como críticas por las/os integrantes de HD. Esta sección funciona como una suerte de carta de presentación, en tanto actúa proveyéndole legitimidad a sus integrantes, no solo como autores sino principalmente como militantes. Aquí también se puede entrever el “efecto libro”48 ya que, en comparación con la naturaleza intangible y dispersa de los medios digitales49, el libro consagra a sus autores y le otorga unicidad a los textos escritos50.
La posibilidad de pensar este libro como artefacto que “prueba la identidad” de sus autores se trasluce sobre todo en aquellas partes del texto donde las/os integrantes de HD intentan despejar las sospechas que suscita el lazo filial con perpetradores. En el caso de los hijos de desaparecidos, la apelación a la “sangre” les proveyó de una legitimidad dentro y fuera del movimiento de derechos humanos, y coadyuvó a que “el respeto que emana de la figura del desaparecido se extendiera 'naturalmente' a sus familiares directos”51. Desde el ángulo de las integrantes de HD, el vínculo de sangre con sus familiares puede ser motivo de sospechas o acusaciones. En lugar de mostrarse como “herederos” de sus padres52, “las hijas e hijos de genocidas” deben ratificar constantemente su “desobediencia”. En efecto, en el período formativo de la agrupación, “tener que explicar” la posición individual y colectiva ante algún militante, activista o familiar de desaparecido que les planteaba sus resquemores, se transformó en una práctica rutinizada para varias integrantes del grupo fundador.
En noviembre de 2018 tuvo lugar el Primer Encuentro Internacional de Historias Desobedientes. El evento constó de tres sesiones distribuidas en tres días consecutivos: la primera sesión tuvo lugar en la ex-Escuela Mecánica de la Armada (EX-ESMA), la segunda se desarrolló en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (FSOC), y la última sesión se emplazó en el microcine del sindicato Unión de los Trabajadores Estatales-Capital (UTE-C). Escritos Desobedientes fue presentado en el segundo día del evento, en FSOC, en el marco de una jornada que tuvo distintas actividades y paneles de discusión en torno al libro, y que funcionó como una instancia de presentación de sus integrantes ante referentes de organismos de derechos humanos, estudiantes y docentes de esta casa de estudios. Ese día fue vivido como un acontecimiento emocionante y emotivo para las/los protagonistas y los asistentes. Sin embargo, también se vivieron momentos de tensión. Al término del primer panel de discusión, un asistente se paró entre el público y les agradeció a las/os integrantes de HD por la invitación, pero terminó acotando ante el público presente que, más allá del esfuerzo que hacían los integrantes de HD, a él “le resultaba muy difícil toda la situación”. Luego, otra asistente que se presentó como integrante de la agrupación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S-Capital) manifestó que el surgimiento de HD, en un contexto de ascenso de Cambiemos, le recordaba a los propios inicios de su agrupación, que nació en un marco de “lucha” contra el gobierno y el Estado. También comentó que en la asamblea de H.I.J.O.S se debatió si asistir a la jornada en FSOC-UBA y finalmente se decidió no hacerlo. A pesar de que estas intervenciones dejaron entrever cierto resquemor ante las/os nuevos actores emergentes, la primera parte de la jornada concluyó en medio de un clima de euforia. Entre saludos, aplausos y abrazos, algunas integrantes de HD reversionaron un popular cántico peronista a su propia realidad como hijos de represores53.
Luego del primer panel tuvo lugar un lunch durante el cual los, invitados conversaron distendidamente en grupos en el patio interno de la facultad, mientras se les convidaba colaciones y aperitivos. En ese intervalo, un sociólogo e investigador cercano a HD ―a quien yo conocía porque había sido profesor mío en la carrera de grado― me comentó que algunos de los asistentes se habían enojado con la adaptación que hicieron las integrantes de HD del clásico cántico peronista: “Está todo un poco sensible y algunos se molestaron porque no les gustó la reversión de la canción”. A pesar de que el clima era de emoción, no todos compartían el entusiasmo o estaban cómodos y algunos invitados no ocultaban su incomodidad. Su comentario me impulsó a captar las sensaciones y opiniones espontáneas de los asistentes. En mi anotador pude registrar algunas charlas de pasillo, como la que se transcribe a continuación entre dos personas de aproximadamente 60-65 años que conversaban sentados en el patio de la facultad:
Varón: ya hay cosas que no me gustaron.
Mujer: ¿qué cosas?
V: Mirá, hasta ahora me pareció mucho show y nada concreto.
M: ¿sí? A mí me gustó, es muy fuerte.
V: No sé. Es una cuestión de piel.
M: ¿Pero qué cosas no te gustaron?
V: No sé. No sé si es la mejor estrategia. No sé qué buscan, a qué apuntan. Quizá deberían tratar de conseguir… de sacarles información a sus familiares, porque así…
M: Pero creo que no van por ese lado. Yo creo que esto puede ser leído como una victoria de los organismos.
V: No sé, es una cuestión de piel, ¿viste?54
En función de los términos de esta comunicación, es probable que ambos asistentes se inscribieran dentro del movimiento de derechos humanos o que al menos habitaran círculos aledaños. En el comentario del varón se dilucida una forma particular de concebir la relación que el movimiento de derechos humanos debe entablar con HD. Una relación de don y contra-don55, donde la pertenencia y la inclusión de HD en un “nosotros" debe refrendarse ―pagarse― con la “entrega” de información socialmente relevante. Por otro lado, aparece la “cuestión de la piel”, que pone en evidencia que la condena ética y moral que pesa sobre los partícipes del terrorismo de Estado también tiene un carácter transitivo hacia sus descendientes bajo la forma de un estigma56; y que este estigma opera a veces con independencia de las posiciones que asumen las/os hijas/os de perpetradores respecto de sus familiares. Esta cuestión relativa a las sospechas se vislumbra como una problemática significativa para las propias integrantes de HD, según expresó en Escritos desobedientes Laura Delgadillo, la hija de un excomisario que formó parte del “Circuito Camps”57:
Acá estamos. Organizando, armando, trabajando en un proyecto colectivo, que para algunos de nosotros es de vida, es debido y es necesario para sentirnos dignos y éticos, porque no hicimos nada y no queremos ser cómplices por omisión. Después... hay un abanico de organismos que, prudentemente, observan a la distancia (muy apropiado, yo haría lo mismo), seguramente para ver 'qué onda', para ver hacia dónde dispara esto. ¿Quiénes son estos nuevos actores que aparecieron justo ahora? Mmm, sospechoso.58
Mostrar comprensión hacia las sospechas que orbitan alrededor del activismo parece haber funcionado como recurso para sobrellevar la distancia que inicialmente interpusieron algunos familiares y activistas cercanos al movimiento de derechos humanos. Otra vía fue realzar las diferencias con aquellos hijos de perpetradores que elegían defender a sus familiares, como un elemento que podía legitimarlas/os por efecto de contraste. Retomando el capítulo de Laura Delgadillo en Escritos desobedientes, allí la autora fue enfática en este aspecto:
Está el sospechoso silencio de los opositores, los que tienen nuestro mismo origen y especificidad y lo niegan. Ellos apoyan y sostienen las aberraciones que hicieron sus progenitores. Señores: ¡que les quede por sabido! Acá no hay medias tintas, o apoyás el genocidio o lo repudiás. O aceptás este difícil papel, o lo negás. O te oponés, o te convertís en cómplice.59
Así como Garzón Rogé muestra los mecanismos discursivos que activaban algunos militantes para acreditar su identidad política, y en ese mismo acto, diferenciarse de los “malos peronistas”, en la palabra escrita de Laura Delgadillo se vislumbran fronteras morales al interior del universo de hijos de perpetradores que operan en un sentido similar. Y, por sobre todas las cosas, vuelve a refrendarse valor el libro como un recurso privilegiado para producir esa frontera, al certificar la adhesión de sus integrantes a un marco de valores y visiones socialmente legitimadas del pasado reciente, fijar posturas colectivas, trazar distancias con respecto a otros colectivos y reposicionarse como activistas.
En el diálogo que mantuve con algunas integrantes de HD, en enero de 2019 (dos meses después de la presentación del libro en FSOC) esta demarcación cobró especial notoriedad. La entrevista tuvo lugar en el departamento de Bibiana Reibaldi, en el barrio porteño de Villa Crespo. Bibiana es hija de un exintegrante del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército. Del encuentro también participaron Laura Delgadillo y Analía Kalinec. Cuando llegué a la casa de Bibiana, Laura y Analía estaban demoradas por lo que aproveché para conversar de manera informal con la anfitriona. En ese momento me pareció pertinente contarle de manera sucinta el tema de mi tesis doctoral, centrada en los repertorios de acción de Hijos y Nietos de Presos Políticos (HNPP)60: una agrupación conformada por descendientes de perpetradores que, a diferencia de HD, defendían a sus familiares detenidos y denunciaban presuntas irregularidades en los juicios por delitos de lesa humanidad61. Bibiana, que hasta entonces desconocía mi línea de investigación (pues yo había intercambiado mensajes con Analía) comenzó a mostrarse inquieta y preocupada en torno a la “asociación” que yo pudiera establecer entre ambas agrupaciones. En un tono firme me aclaró que:
(…) ellos [los de HNPP] son lo opuesto a nosotros. Su postura no es ética ni moral y nosotras estamos convencidas de que nuestra postura es la correcta. Entonces tenemos cierta inquietud por el nexo que podés llegar a hacer, porque a nosotras nos costó mucho llegar acá, llegar a donde estamos.62
A pesar de que Bibiana estaba sola conmigo, me expresó sus dudas desde un registro colectivo que mantuvo de principio a fin. Cuando Laura y Analía llegaron al encuentro la dueña de casa les comentó, con relación a mí, que:
Pobre, me puse firme, pero le bajé línea. Porque no queremos tener nada que ver con ellos, no queremos que nos asocien.63
El “miedo a la contaminación”64 tenía que ver, muy probablemente, con algunos intercambios efímeros que habían tenido algunas integrantes de HD con miembros de HNPP, los cuales tempranamente desencadenaron discusiones y conflictos en el seno del grupo. En aquel entonces, Erika Lederer, la hija de un médico obstetra del Ejército que participó de la trama represiva, había decidido abandonar la agrupación porque, según plasmó en su autobiografía personal, algunas integrantes tenían o habían tenido vínculos con miembros de HNPP65. En ese marco de discusiones, la preocupación de Bibiana era consecuente con las aspiraciones que tenía el grupo, de pertenecer u orbitar cerca del movimiento de derechos humanos. De allí que los contactos esporádicos ―no orgánicos― que algunas integrantes de HD habían tenido con miembros de HNPP parecían representar una amenaza en el estatus que habían alcanzado como grupo.
Por otra parte, el contexto de publicación de Escritos desobedientes dentro de la trayectoria de agrupación no es un dato menor. El libro fue editado a menos de un año de haberse conformado HD, por lo que es factible pensar su escritura y edición como instancias claves del proceso de estructuración colectiva. En otras palabras, la edición del libro y la conformación de HD fueron fenómenos en buena medida entrelazados, por cuanto se infiere que el armado del libro obligó a procesos de discusión, negociación y formalización de las ideas principales que organizan al grupo66, como, por ejemplo, los modos de nominalizar el pasado reciente, el rol que les compete como “hijas e hijos de genocidas” y los principios y valores que sustentan al colectivo, entre otras cuestiones67.
Finalmente, también es loable pensar al primer libro de HD como un artefacto material y simbólico que permitió multiplicar las relaciones de la agrupación. En ese sentido, Escritos desobedientes ofreció marcos de oportunidad para robustecer el capital social y cultural de HNPP y HD mediante rituales de interacción asociados a los impresos, como presentaciones de libros y jornadas de discusión68. En la jornada en FSOC estuvieron presentes tres figuras relevantes del movimiento de derechos humanos: el entonces presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales, Horacio Verbitski; el periodista y editor británico del Buenos Aires Herald, Robert Cox; y una de las principales referentes de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas. El momento de ingreso de Cortiñas al salón de eventos, cuando se avecinaba el último tramo de la jornada, tuvo una alta carga emotiva. Ni bien Cortiñas ingresó al salón, el panel de discusión que se estaba llevando a cabo se interrumpió. A medida que el público comenzó a advertir su presencia, los aplausos se hicieron cada vez más fuertes. Algunas integrantes de HD estaban visiblemente conmovidas. Una vez que el panel concluyó, Cortiñas fue invitada a decir unas palabras. Fue entonces cuando la referente de Madres-Línea Fundadora aclaró que había decidido no usar el pañuelo blanco para “respetar el espacio”. También admitió que la primera vez que tuvo contacto directo con las integrantes de HD sintió resquemor en torno a la posibilidad de que la iniciativa virara hacia la senda de la “reconciliación”, siendo esta una palabra que en Argentina está asociada por el movimiento de derechos humanos y por sectores amplios de la sociedad a la idea de “impunidad”. Hacia el final del evento, Cortiñas invocó el simbólico grito en memoria a los 30.000 detenidos-desaparecidos y, seguidamente. el público presente comenzó a entonar “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, un cántico que se popularizó desde los años de la transición democrática en el marco de las luchas por el paradero de los desaparecidos. Una vez concluida la jornada, mientras los asistentes comenzaban a poco a retirarse, se le hizo entrega a Cortiñas de un ejemplar de Escritos desobedientes, lo que invita a seguir reflexionando sobre el valor de los libros en la construcción de lazo social, en el marco de comunidades que son políticas e ideológicas, pero también emocionales.
Conclusiones
¿Por qué Historias Desobedientes recurre a los libros? ¿Qué le aportan los libros a este colectivo? Estas son algunas de las preguntas que orientaron la escritura de este artículo, enfocado en el valor que tuvo el mundo del libro y la edición en el devenir de HD. El análisis privilegió dos títulos que, con sus especificidades, incidieron en HD en distintos momentos: Hijos de los 70, de las periodistas Carolina Arenes y Astrid Pikielny; y Escritos desobedientes, el primer libro editado por HD. A partir del concepto “prueba de identidad”, de Mariana Garzón Rogé, se postuló que ambos títulos tuvieron incidencia en HD, aunque de un modo distinto en cada caso.
El surgimiento de HD se anudó con el mundo del libro y la edición y, más específicamente, con el lanzamiento de Hijos de los 70.Esta publicación formó parte de una oferta más amplia de libros que desde 2005 buscó cuestionar la “memoria oficial” desde ángulos distintos: algunos libros rivalizaron con argumentos negacionistas mientras que otros (como Hijos de los 70) sembraron críticas desde una visión humanitaria. La participación de Analía Kalinec en el libro fue clave en el proceso de asumirse “hija de genocida”, lo que demuestra que si bien HD tiene como hito fundante la mítica movilización contra el fallo de la Corte Suprema, en mayo de 2017, sus condiciones de posibilidad se venían gestando desde antes, y estas no se agotan en las luchas de memoria y en el movimiento de derechos humanos, pues también incidieron las dinámicas propias del campo editorial (o más precisamente, las formas específicas en que las luchas memoriales reflectan en el mundo del libro y la edición). Una vez publicado Hijos de los 70, Analía Kalinec comenzó a poner distancia con el libro, como reacción a las valoraciones críticas que formularon otras integrantes de HD, que leyeron y/o escucharon comentarios negativos de la obra por parte de terceros. El sello editorial de la publicación y la pertenencia de la dupla autoral al diario La Nación fueron elementos que incidieron en estas valoraciones negativas, sumado a las “intenciones conciliatorias” que, según entendieron algunas integrantes, subyacían a la obra y las autoras.
A su vez, la crítica hacia Hijos de los 70 fue materializada en Escritos desobedientes, el primer libro que lanzó HD al mercado editorial como colectivo. Allí delimitaron y fijaron las principales posturas y principios que iban a orientar la acción de los hijos/as de “genocidas”. La confección del libro fue clave en el devenir de HD por varios motivos: obligó a procesos de discusión, negociación y formalización de los posicionamientos públicos; permitió trazar distancia frente a otros colectivos y emprendimientos editoriales (como Hijos de los 70); y ofreció como marcos de oportunidad para robustecer el capital social y cultural de HD mediante presentaciones de libros y jornadas de discusión.
De distintos modos, los libros asomaron como un recurso privilegiado al que apelaron las/os integrantes de HD, no tanto o no solo para legitimarse desde la función autoral sino, fundamentalmente, para refrendarse como activistas y acreditar una “identidad desobediente”. Como hemos visto a lo largo del artículo, esto último supone romper ciertas reglas vinculadas a los “mandatos” que interiorizaron en sus familias de composición militar y/o policial, pero también implica asumir ―y obedecer― otros valores y compromisos asociados a las demandas de “memoria, verdad y justicia”.
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Notas
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