Dossier

Las posibilidades del análisis de redes sociales (ARS) aplicado a la historia del libro

The possibilities of Social Network Analysis (SNA) applied to book history

Natalia Maillard Álvarez *
Universidad Pablo de Olavide, España

Las posibilidades del análisis de redes sociales (ARS) aplicado a la historia del libro

Amoxtli, núm. 8, 2023

Universidad Finis Terrae

Recepción: 22 Diciembre 2022

Aprobación: 16 Enero 2023

Resumen: El Análisis de redes sociales (ARS) es una metodología cada vez más utilizada por los historiadores. En este artículo nos proponemos explicar los conceptos básicos del ARS y cómo se está utilizando en la historia del libro. Asimismo, se plantean algunos ejemplos prácticos de la aplicación del ARS al estudio del comercio de libros en Sevilla en el siglo XVI, cuando esta ciudad era el único puerto desde el cual se podían enviar libros a los virreinatos americanos.

Palabras clave: Análisis de Redes Sociales, historia del libro, Edad Moderna.

Abstract: Social Network Analysis (SNA) is a methodology increasingly used by historians. In this article we intend to explain the basic concepts of the SNA and how it is being applied in Book History. Likewise, we offer some practical examples of the application of SNA to the study of the book trade in Seville in the 16th century, when this city was the only port from which books could be sent to the American viceroyalties.

Keywords: Social Network Analysis, book history, Early Modern period.

Introducción

Aunque en los últimos años se ha vuelto cada vez más común, lo cierto es que el Análisis de redes sociales (ARS) es una metodología infrautilizada por los historiadores, en especial si lo comparamos con otras ciencias sociales, donde constituye el principal paradigma de trabajo desde hace varias décadas.1 De hecho, en el último cuarto del siglo pasado, cuando el ARS triunfaba definitivamente en Sociología, se constataba entre los historiadores una desilusión creciente con los estudios cuantitativos, y con las categorizaciones y modelos de comprensión clásicos, al mismo tiempo que se volvía a dar protagonismo al individuo como actor histórico. A su vez, la relativa dificultad para contar con datos históricos seriados y homogéneos, junto al desconocimiento de la metodología y programas informáticos propios del ARS, apartaron a muchos historiadores del uso formal de las redes.2

Al hilo de la nueva centralidad ganada por el individuo y su agencia en la historia, se produjo un desplazamiento del interés de los historiadores “de estructuras a redes, de jerarquías a interrelaciones, de normas colectivas a estrategias singulares”.3 La microhistoria es un buen ejemplo de esta nueva centralidad del individuo, al igual que lo que José María Imízcoz define como “análisis relacional”, el que englobaría un amplio abanico de metodologías y aproximaciones al estudio del pasado, siempre poniendo en el centro a los actores sociales y a sus redes de relaciones.4 En la mayoría de los casos, se usa el concepto de red de forma metafórica, pero vemos ya aquí el germen del interés por el ARS.

De hecho, la adaptación del ARS al estudio del pasado tiene mucho que ver con esa evolución interna de la propia disciplina histórica. El cuestionamiento de las jerarquías sociales fijas como parámetro de estudio, el interés creciente por las interacciones y, no lo olvidemos, la mayor disponibilidad y usabilidad de programas informáticos e información en línea, todo ello ha contribuido a que los historiadores, de forma progresiva, vean las redes como algo más que una metáfora, perdiendo el miedo a su formalización. Tanto han crecido las publicaciones que tratan sobre redes en Historia, que ya se habla de un Network Turn.5

En el presente artículo se ofrece, en primer lugar, una breve introducción a la metodología del ARS aplicado a la Historia,6así como un estado de la cuestión sobre el uso del ARS en una rama concreta de la disciplina, la historia del libro. Para concluir, ofreceremos algunos ejemplos prácticos del uso del ARS en historia, extraídos de nuestras propias investigaciones sobre el mercado de libros en la Monarquía Hispánica durante el siglo XVI.

El Análisis de Redes Sociales

El ARS se centra en el estudio de “relaciones específicas entre una serie definida de elementos”.7 Lo más habitual es que los elementos de análisis sean individuos, pero también pueden ser colectivos, objetos o incluso lugares o conceptos. Lo importante es que el investigador, a través del ARS, va a estudiar dichos elementos partiendo de sus conexiones y no de sus atributos o características. Pero para que las redes adquirieran verdadera importancia en las ciencias sociales y, posteriormente, en la historia, no bastaba con la intuición de que los lazos que unen a los individuos constituyen una estructura susceptible de ser analizada. Era necesario también la recogida sistemática de información y la aplicación de la teoría de grafos sobre esos datos. La teoría de grafos abre la puerta a dos elementos fundamentales del ARS: la representación gráfica de las redes y la obtención de distintas medidas que nos van a permitir analizarlas. En ambos casos es necesario el uso de programas informáticos que permitan manejar los datos.

Toda red (o grafo) está compuesta por nodos y aristas. Los nodos, también llamados vértices, son puntos que representan nuestros elementos de estudio. Por su parte, las aristas o arcos son las líneas que unen dos nodos entre sí, representando la existencia de una relación entre ellos. En el ARS los nodos suelen representar personas, aunque como hemos mencionado, también podrían tener otra naturaleza. Aunque la estructura de la red viene dada por las relaciones entre los nodos y no por sus características, los programas informáticos utilizados para el ARS con frecuencia permiten representar algunos atributos de los nodos, permitiendo así tener más información a simple vista.8 Por su parte, el otro protagonista de las redes, las aristas, además de indicar la existencia de un vínculo, pueden denotar la fortaleza de este (mediante su grosor) o la existencia de un flujo de información (mediante el uso de flechas).

El diseño de un grafo a partir de la información histórica nos permite un primer análisis visual que aporta información muy relevante sobre la estructura de la red. Los softwares para el análisis de redes están preparados, además, para extraer distintas medidas que se aplican a la red en su conjunto (generales) o a los nodos particulares (medidas específicas).9 Entre las primeras, podemos destacar las siguientes:

Ahora bien, entre las medidas específicas de cada nodo, las más importantes son las medidas de centralidad que calculan la importancia relativa de cada elemento dentro de la red. Entre las medidas de centralidad, de forma muy sucinta, podríamos decir que las más interesantes para los historiadores son:

No todos los autores coinciden en el alcance que el ARS puede tener en la disciplina histórica. Con frecuencia, la información histórica presenta lagunas que hacen muy difícil la sistematización de los datos. A diferencia de los sociólogos o antropólogos, los historiadores no podemos volver a preguntar a nuestros sujetos de estudio si percibimos alguna laguna en nuestras fuentes. Eso no quiere decir que nuestras fuentes no puedan ser válidas para el ARS. De hecho, los historiadores tenemos acceso a fuentes del pasado, como registros notariales y judiciales que presentan series de información muy homogénea, y que difícilmente son accesibles para los investigadores del presente, refrenados por las leyes de protección de datos.10 Eso ha llevado a Steve Conway, por ejemplo, a afirmar que para el caso concreto del comercio de libros en la Edad Moderna no es factible aplicar las medidas propias del ARS, aunque sí reconoce la utilidad de los grafos como una forma de representar la diversidad de actores, vínculos y flujos dentro de una red. Lo que él denomina “network mapping”.11 Aunque coincidimos en la utilidad de los grafos como herramienta visual y analítica, consideramos que las medidas de red también son aplicables a las redes históricas, siempre que se haga conociendo su significado y, sobre todo, sus limitaciones.

Una red es siempre una abstracción de la realidad que, precisamente por eso, facilita su análisis. Gracias a ellas podemos tratar de captar la interacción, la flexibilidad y el dinamismo de los fenómenos históricos, ofreciendo una nueva herramienta de interpretación.12

Historia del libro y ARS

En la última década hemos asistido a un auténtico resurgir de la historia del libro.13 En vista de la multiplicidad de temas y enfoques que abarca esta disciplina podríamos preguntarnos cuál es su verdadero objeto. Para tratar de definirlo, Robert Darnton diseñó en 1982 lo que denominó el “circuito de comunicación”. Dicho circuito recorre el ciclo de vida de los libros (sobre todo de los libros impresos), desde el autor al lector, en un camino de ida y vuelta en que confluyen y se influencian mutuamente distintos agentes (no solo los dos mencionados, sino también editores, impresores, libreros, autoridades, etc.) y elementos (circunstancias socioeconómicas, corrientes culturales…).

El circuito de comunicación de Darnton, como señalaban recientemente Daniel Bellingradt y Jeroen Salman, “has for many decades been a useful model and metaphor for the life cycle of printed books”.15 Sin embargo, estos mismos autores apuntaban que dicho circuito trabaja con conceptos relativamente estáticos, y proponían una aproximación a la historia del libro más dinámica e interconectada que incluyera tres dimensiones complementarias. Estas son: la materialidad (de los libros en cuanto objetos, y de los medios para su producción y distribución), la sociabilidad (con especial énfasis en la sociabilidad de la circulación y del consumo) y la espacialidad (vinculando la distribución geográfica de los libros con la circulación de conocimiento e ideas). En la misma obra, Joad Raymond expone tres debilidades fundamentales del modelo de Darnton:16

  1. 1. Tiende a ocultar los medios a través de los cuales la cultura influye o determina los modos de distribución.
  2. 2. Enfatiza la dimensión nacional del comercio de libros.
  3. 3. Enfatiza la producción y comercio de libros, cuando las imprentas no solo producían libros.

Una de las herramientas que consideramos más útil para sortear estos escollos, precisamente es el ARS. Al igual que pasa con otras áreas dentro de la Historia, los trabajos sobre historia del libro que aplican el ARS se han multiplicado en los últimos años.17 En la revista especializada Journal of Historical Network Research, que comenzó su andadura en 2017, se incluyen varios artículos que ubican al libro y la comunicación escrita en el centro de sus intereses. La flexibilidad que aporta el ARS se refleja en la enorme variabilidad de estas publicaciones. Los nodos pueden ser libros, pero también personas, cartas, lugares, paratextos o una mezcla de los anteriores. Por ejemplo, en 2019 Gustavo Fernández Riva aplicó el ARS a la transmisión conjunta de manuscritos medievales.18 Para ello, tomó como punto de partida un catálogo en línea que alberga varios miles de manuscritos alemanes producidos entre los siglos VIII y XVI. En los grafos de este estudio, los nodos son títulos individuales y las aristas representan la coincidencia de dos títulos en un mismo volumen, lo que le da la oportunidad, para comenzar, de introducir el peso de las aristas (a mayor número de coincidencias entre dos títulos, más peso y, por tanto, mayor grosor de las aristas). Aplicando los algoritmos de modularidad, Fernández Riva detecta una tendencia a compilar los manuscritos de acuerdo con su contenido, mientras que las medidas de centralidad, particularmente la intermediación y la relevancia, le permiten detectar qué títulos (sobre todo didácticos) tenían más posibilidades de ser incluidos en las misceláneas medievales.

Ingeborg Van Vugt, por su parte, intentó captar la complejidad y el dinamismo de la República de las Letras en el siglo XVII integrando cartas y libros como nodos en una misma red.19 Por su parte, Valleriani et al. utilizaron el ARS para estudiar un corpus de 359 ediciones sobre astronomía publicadas en Europa entre fines del XV y mitad del XVII. En su caso dividieron las obras en distintas partes (textos originales, comentarios, traducciones, paratextos) y buscaron la relación entre ellas. Por ejemplo, en uno de sus grafos, dos libros (nodos) estarán relacionados si incluyen una traducción del mismo texto.20

En el ámbito de habla hispana, también observamos un creciente interés por la aplicación práctica de las redes al estudio de la historia del libro. Elena Martínez y Alejandra Ulla han buscado recrear la red social de aquellos dramaturgos que, ante la enorme demanda de comedias en el Siglo de Oro, llegaron a componer obras en colaboración con otros autores. En su red, los nodos son los autores (76 en total) y las aristas las colaboraciones entre ellos. La visualización del grafo y las medidas de red (grado e intermediación fundamentalmente) sirven a las autoras para revelar comunidades y patrones de relación antes ignorados, así como para poner en valor la importancia de autores hasta ahora secundarios para la historia de la literatura, pero que tuvieron un protagonismo indiscutible en su época.21 Por su parte, Brown et al., extrajeron información de los paratextos (portadas y textos legales de los libros) del Siglo de Oro para intentar desentrañar cómo la industria editorial española moderna. El uso del ARS les permitió corroborar el carácter local de la misma y la importancia de las relaciones entre autores y patrones.22

Algunos ejemplos prácticos

En las décadas centrales del siglo XV la invención de la imprenta de caracteres móviles en Alemania no solo revolucionó la forma de producir libros y otros textos menores, también transformó por completo el comercio de libros. En la época del libro manuscrito, los productores podían contar con una clientela fundamentalmente local, sin embargo, vender una edición completa de libros impresos en un mismo lugar podía resultar imposible, en especial si se trata de libros en latín. Para rentabilizar la inversión, los primeros impresores se vieron obligados a recurrir a las rutas comerciales y al sistema de ferias desarrollados en Europa desde la Edad Media y que permitían conectar los centros de producción con el consumidor (lector) final.23

Desde muy pronto la industria del libro impreso en Europa se organizó en base a una jerarquía en la que buena parte de la producción se concentraba en unas pocas ciudades, como Venecia, Amberes o Lyon, desde las que se distribuía al resto del continente.24 La producción de estas grandes capitales de la imprenta estaba muy orientada hacia la exportación. Esto se complementaba con la existencia de impresores en centros menores cuya producción tenía como destino una clientela fundamentalmente local.25 En cualquier caso, se trata de orientaciones generales del mercado, nunca de reglas exclusivas o excluyentes.

De esta manera, la imprenta llegó pronto a la península ibérica y a fines del siglo XV varias ciudades ya contaban con talleres tipográficos. Sin embargo, los centros productores españoles siempre mantuvieron un perfil secundario en la geografía del libro europeo. Esta circunstancia estimuló la llegada e instalación de agentes de las grandes firmas de impresores y libreros europeos. Por ejemplo, ya a inicios del siglo XVI aparecen representantes de los Giunti en Castilla. En el siglo XVI estos factores se instalarán sobre todo en Medina del Campo, ciudad de las grandes ferias comerciales castellanas, y Salamanca, sede de la principal universidad de Castilla. Desde ahí extenderán sus tentáculos hacia el resto del territorio, con un interés especial en Sevilla, puerto y puerta de América.26

En efecto, desde 1503 la ciudad de Sevilla albergó la Casa de la Contratación, institución encargada de controlar el envío de capitales, personas y mercancías (incluidos los libros) entre Castilla y sus colonias en el Nuevo Mundo. La riqueza de la capital andaluza y las promesas del horizonte americano atrajeron a numerosos extranjeros hacia ella. Entre estos, podemos señalar a varios impresores, como Meinardo Ungunt y Estanislao Polono, alemán y polaco respectivamente, llegados desde Italia a finales del siglo XV.27 También, Jácome Cromberger, impresor alemán que trabajó en el taller de Polonia, y tras el fallecimiento de éste, contrajo matrimonio con su viuda y se hizo cargo del negocio. Cromberger estableció importantes lazos comerciales con América, aunque su condición de extranjero le impedía, a priori, participar en la Carrera de Indias. Su hijo Juan, nacido en Sevilla, supo acrecentar y consolidar el taller de imprenta, llegando a abrir una sucursal del mismo en Ciudad de México y consiguiendo el monopolio para la exportación de libros y cartillas a la Nueva España.28 Este privilegio se mantuvo hasta 1550, pero a partir de entonces el mercado quedó abierto. Esto, unido a una feroz crisis de la industria tipográfica local, favoreció la penetración en el mercado sevillano, y por consiguiente americano, de las grandes casas del libro europeas (italianas y francesas primero, flamencas poco después).29 Estas compañías desempeñaron un papel fundamental en la cultura europea y americana, permitiendo unir mercados muy distantes en un tiempo de fuerte fragmentación política.30

El estudio de las redes comerciales establecidas por impresores y libreros europeos dentro de la Monarquía Hispánica es lo que me llevó a plantear la necesidad de aplicar el ARS como herramienta complementaria de análisis. Como fuente fundamental he utilizado la documentación notarial de la ciudad de Sevilla, reunida en una base de datos relacional de la que se puede extraer información susceptible de ser procesada por los programas de ARS.31 En esta base solo se incluyó documentación de tipo comercial y financiero (compraventas, obligaciones, deudos, poderes y cesiones) de impresores, libreros e individuos vinculados al mercado del libro. A partir de esta información se elaboró una primera red en la que los nodos son las personas vinculadas al mercado de libros en Sevilla en la segunda mitad del siglo XVI, mientras que las aristas representan la existencia de al menos un contrato en el que dos personas participan. En esta primera fase de la investigación, se decidió no dar peso ni direccionalidad a las aristas para poder visualizar la red en su esqueleto básico. Los nodos fueron redimensionados en función del grado (mayor número de contratos, mayor grado y tamaño). El resultado puede verse en el siguiente grafo, realizado utilizando el programa UCINET:

Red del mercado de libros en Sevilla. Siglo XVI32
Ilustración 1
Red del mercado de libros en Sevilla. Siglo XVI32
Elaboración propia usando UCINET

En este grafo podemos observar dos grupos, por un lado, la corona externa representa a conjuntos de pocos nodos/individuos que solo contratan entre ellos. En el centro, en cambio, encontramos una tupida maraña de nodos, además, es ahí donde se ubican los nodos más importantes en función de su número de interacciones. Señalados en rojo, se indica a algunos individuos que fueron factores de compañías editoriales europeas. Observando la red, resulta interesante resaltar que la mayoría de los individuos que actúan en el mercado de libros sevillanos no hacen sus negocios en función de características tales como la nacionalidad o la profesión. Por el contrario, nos encontramos ante un mercado nada compartimentado o excluyente, en el que todos parecen negociar con todos. Si atendemos a las medidas específicas de los nodos, los diez individuos más importantes en cada categoría serían los siguientes:

GradoIntermediaciónCercaníaRelevancia
Andrea PescioniAndrea PescioniDiego MexíaAndrea Pescioni
Diego MexíaDiego MexíaAndrea PescioniDiego Mexía
Francisco de AguilarJácome LópezFrancisco DíazFrancisco de Aguilar
Jácome LópezFrancisco de AguilarJuan GutiérrezJuan de Medina
Juan GutiérrezJuan GutiérrezFrancisco de AguilarFrancisco Díaz
Alonso MonteroFrancisco DíazJuan de MedinaJuan Gutiérrez
Francisco DíazJuan BelleroFrancisco LópezAlonso Montero
Juan de MedinaHernando MexíaCebrián GómezDiego Núñez
Juan BelleroAlexo de HerreraFrancisco de CisnerosCebrián Gómez
Alexo de HerreraAlonso MonteroAlonso MonteroFrancisco López

De acuerdo a ello, las cinco primeras posiciones de cada medida se reparten entre siete individuos con perfiles muy distintos. Algunos, como Juan de Medina o Francisco Díaz, estaban presentes en el mercado de libros antes de 1550, pero la mayoría cobró protagonismo tras 1560. Casi todos son libreros o mercaderes de libros. Solo dos, Juan Gutiérrez y Andrea Pescioni, fueron también impresores, aunque en el caso del segundo se trata de una actividad secundaria que desarrolló solo a partir de 1580. Hubo muchos más impresores en la Sevilla de la época, pero ninguno de ellos destaca en esta clasificación, lo que confirma que se trata de un centro más inclinado hacia la importación y reexportación de libros que hacia su producción. Por otro lado, el hecho de que todos los individuos de este ranking sean profesionales del libro no quiere decir que fuera un mercado excluyente. Por el contrario, en la base de datos se encuentran perfiles muy distintos (mercaderes, eclesiásticos, maestres, etc.), sin embargo, los dinamizadores del mercado, aquellos que tienen más y mejores contactos, sí son profesionales. También, observamos que casi todos los individuos son castellanos, a excepción de Andrea Pescioni y Juan Bellero.33 De hecho, una de las conclusiones más interesantes de este grafo es que los agentes del mercado de libros en Sevilla no se agrupaban o negociaban en función de la nacionalidad. Los extranjeros son minoría, pero están integrados dentro de la red, no forman un grupo aparte.

Dado que objetivo es comprender el establecimiento y el desarrollo de las grandes compañías editoriales europeas en España y América, me propuse comparar utilizando el ARS dos figuras que he tenido la oportunidad de estudiar más a fondo en los últimos años y que, pese a sus paralelismos, tuvieron destinos muy distintos: Andrea Pescioni y Pedro de Portonariis. Ambos se encuentran en el grafo anterior, aunque su grado es muy distinto. A continuación, se ofrece un breve resumen de sus trayectorias y se intentará encontrar mediante el ARS, las razones de su éxito y su fracaso.

El origen de ambos hombres se encuentra en Italia. Andrea Pescioni era florentino.34 El primer testimonio que lo sitúa en Castilla se remonta a 1550, cuando Jácome de Liarcari en su nombre y en el de Juan María de Terranova apodera a Pescioni y a Pierres de Arasus, estantes en Salamanca, para cobrar sus deudas. En ese documento se declara que ambos apoderados eran menores de veinticinco años.35 Es posible que se formara en Lyon y en sus primeros años fuera criado de estos y otros importantes mercaderes de libros extranjeros establecidos en España y que ellos le enviaran a Sevilla, donde se localiza a partir de 1560 de la mano de Leonardo Nicolozi.36 Desde sus primeros tiempos en Sevilla, ciudad en la que permaneció hasta su fallecimiento en 1613, Andrea Pescioni sirvió de enlace entre distintas casas extranjeras y los libreros locales, tanto de Sevilla como de otras ciudades andaluzas, y también, participó en la Carrera de Indias, pese a su condición de extranjero. Además de comerciar con libros y otras mercancías (algo común en la época), se aventuró en el mundo de la edición primero y de la impresión después, y buena parte de sus impresiones debieron acabar en el Nuevo Mundo. Mención especial merece también su colaboración con el Santo Oficio o su faceta como traductor. En definitiva, Pescioni fue una figura clave en el mundo del libro sevillano y americano de la segunda mitad del siglo XVI.

Por su parte, Pedro de Portonariis procedía de Lyon, aunque el origen de su familia está en el Piamonte.37 Su hermano Andrea se instaló en Castilla en 1545, creando el taller tipográfico más importante de Salamanca en la segunda mitad del siglo. Además de conseguir el título de Tipógrafo Real, se dedicó a la importación y exportación de libros, en especial llegados desde Lyon. Todos los hermanos Portonariis (Andrea, Vicente, Gaspar y Pedro) terminarían desarrollando toda o parte de sus carreras en España, siempre vinculados a la industria y el mercado de libros. No era extraño que los representantes de las grandes compañías del libro estuvieran unidos a ellas por lazos familiares.38 No sabemos la fecha exacta en que Pedro llegó a Castilla, pero sabemos que su primera mujer, francesa, otorgó testamento en Salamanca en 1558. A fines del año siguiente su hermano Andrea le apoderó para cobrar sus deudas y representarle en Sevilla, donde llegó al año siguiente, siendo mayor de veinticinco años. Por tanto, podemos suponer que Pescioni y Portonariis debían tener edades parecidas y probablemente se conocían. La situación del segundo en Sevilla era, a priori, muy prometedora: no solo era miembro de una familia de prominentes libreros e impresores, sino que ésta se había encargado desde hacía años de consolidar sus posiciones en distintos mercados españoles y franceses no solo mediante los negocios, sino también gracias al matrimonio.39 Al poco de llegar a Sevilla, encontramos a Pedro de Portonariis contratando un aprendiz y cobrando el dinero que su hermano recibía en la Casa de la Contratación. Pese a estos buenos principios, en 1571 se deshizo de su tienda y huyó de Sevilla, acosado por las deudas. Todavía encontramos alguna noticia esporádica sobre él en Salamanca y su hijo continuará en el negocio, pero sabemos que Pedro falleció antes de 1591 sin dejar apenas rastro.

Nos preguntamos si el ARS podría ayudar a conocer mejor las similitudes y diferencias entre estos dos hombres y, sobre todo, tratar de desentrañar por qué sus destinos fueron tan diferentes. Para ello, hemos elaborado los dos grafos siguientes utilizando el programa Gephi y aplicando la modularidad:

Red egocentrada de Andrea Pescioni con modularidad
Ilustración 2
Red egocentrada de Andrea Pescioni con modularidad
Elaboración propia usando Gephi

Red egocentrada de Pedro de Portonariis con modularidad
Ilustración 3
Red egocentrada de Pedro de Portonariis con modularidad
Elaboración propia usando Gephi

En este caso se trata de redes egocentradas (o ego networks) porque parten de un individuo para reconstruir toda su red de relaciones. Con respecto a nuestras dos redes, en primer lugar, hemos de decir que, como salta a simple vista, la cantidad de información recogida en ambas es muy diferente. No creemos, sin embargo, que eso sea un problema, sino una confirmación de lo que venimos planteando: el éxito de Pescioni y el fracaso de Portonariis se materializan en la densidad de sus dos redes. El primero supo crear un conjunto de vínculos variados y muy tupidos, que le permitieron afianzar su posición en una ciudad donde,en primera instancia, no había llegado con tantas ventajas como Portonariis.

Si analizamos con detenimiento la red de Pescioni, detectamos la existencia de varios subgrupos muy interesantes para nuestro análisis, pero destaca sobre todo el grupo dibujado en verde, porque está compuesto fundamentalmente por los principales libreros e impresores sevillanos de la época. Otros subgrupos más pequeños también son interesantes, como el dibujado en azul, donde encontramos a varios profesionales del libro francoitalianos (Lucas de Junta, Jacques de Millis, Neroso del Nero…); o el subgrupo en negro en la parte superior, donde destacan varias de sus conexiones en América (Pedro Balli, Diego Navarro Maldonado, Tomás Cromberger).

En la red de Pedro, por el contrario, los únicos dos grupos destacados se reúnen en torno a sus hermanos y su cuñado Guillermo Rouille, y en torno al mercader mexicano Diego de San Román, con quien su hermano Andrea tenía hecha una compañía comercial. La presencia de agentes sevillanos locales es mucho menor en esta red. Es posible que sus contactos locales estén infrarrepresentados debido a la muestra utilizada, pero aun así su red sigue siendo menos densa y mucho más orientada al exterior de Sevilla.

En definitiva, para comenzar, el ARS nos permite visualizar la existencia de un mercado de libros dinámico y en absoluto compartimentado en Sevilla. Por otro lado, utilizar el Análisis de Redes para los casos individuales, indica una pista interesante para tratar de comprender el funcionamiento de mercados -que pese a sus posibilidades- estaban lastrados por las distancias y las incertidumbres. Por ello, alcanzar conexiones internacionales y el acceso directo a mercados tan potentes como Salamanca, Medina del Campo o Lyon, unas sólidas alianzas locales son clave para triunfar.

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Notas

1. Linton C. Freeman, El desarrollo del Análisis de Redes Sociales. Un estudio de sociología de la ciencia (Bloomington IN: Palibrio, 2012).
2. Charles Wetherell, “Historical Social Network Analysis”, International Review of Social History 43 (1998): 125-144.
3. Roger Chartier, “La historia entre narración y conocimiento”, en Entre poder y placer Cultura escrita y literatura en la Edad Moderna (Madrid: Cátedra, 2000), 57.
4. José María Imízcoz, “Por una historia global. Aportaciones del análisis relacional a la ‘Global History'”, en A. Ibarra et al., Actociales, redes de negocios y corporaciones en Hispanoamérica. Siglos XVII-XIX (Ciudad de México: UNAM, 2018), 27-57.
5. R. Ahnert et al., The Network Turn. Changing Perspectives in the Humanities (Cambridge: Cambridge University Press, 2020).
6. Una descripción más detallada de la metodología del ARS aplicada a la historia puede encontrarse en Montserrat Cachero y Natalia Maillard Álva "El Análisis de Redes como herramienta para los historiadores”, Vínculos de Historia 11 (2022): 215-236. Una interesante reflexión sobre las bases teóricas que llevan a los historiadores a interesarse por el ARS en M. Ángeles Martín Romera, “Nuevas perspectivas para el estudio de las sociedades medievales: el análisis de redes sociales”, Studia Historica. Historia Medieval 28 (2010): 217-239. Véase también Montserrat Cachero Vinuesa, "Understanding Networking: Theoretical Framework and Historical Evidence", en Manuel Herrero Sánchez y Klemens Kaps, Merchants and Trade Networks in the Atlantic and the Mediterránea. 1550-1800 (Londres, Routledge, 2017), 62-82.
7. José Luis Molina, El análisis de redes sociales. Una introducción (Barcelona: ediciones Bellaterra, 2001), 13.
8. Estos atributos o características de los nodos (nacionalidad, género, condición, etc.) suelen representarse mediante distintos colores o formas.
9. Una descripción más detallada y con distintos ejemplos de estas medidas puede encontrarse en Cachero y Maillard, 2022.
10. Claire Lemercier, “Formal network methods in history: whhow?”, Social Networks, Political Institutions, and Rural Societies (Turnhout: Brepols Publishers, 2015), 281-310. https://doi.org/10.1484/M.RURHE-EB.4.00198
11. Steve Conway, “Revealing and mapping networks”, en John Hinks y Catherine Feely, eds., Historical Networks in the Book Trade (London: Routledge, 2017).
12. Estamos de acuerdo, por otro lado, con Rodríguez Treviño cuando afirma que “el análisis de redes debe ser visto más como una perspecetodológica compartida que como un paradigma”. Julio César Rodríguez Treviño, “Cómo utilizar las Redes Sociales para temas de historia”, Signos Históricos 29 (2013): 102-141.
13. James Raven, What is the History of the Book? (Cambridge: Polity Press, 2017).
14. Robert Darnton, "What is the History of Books?", 110-112.
15. Daniel Bellingradt y Jeroen Salman, “Books and Book History in Motion: Materiality, Sociality and Spatiality”, en D. Belling, P. Nelles y J. Salman, eds., Books in Motion in Early Modern Europe (Basingstoke: Palgrave, 2017), 1.
16. Joad Raymond, “Matter, Sociability and Space: Some Ways of Looking at the History of Books”, en D. Bellingradt, P. Nelles y J. Salman, eds., Books in Motion in Early Modern Europe (Basingstoke: Palgrave, 2017), 290.
17. John Hinks y Catherine Feely, eds., Historical Networks in the Book Trade (Londres: Routledge, 2017).
18. Gustavo Fernández de Riva, “Network Analysis of Medieval ManusTransmission. Basic Principles and Methods”, Journal of Historical Network Research 3 (2019): 30-49.
19. Cuando los nodos de una red son de dos clases distintas hablamos de redes bimodales. Ingeborg Van Vugt, “Using Multi-Layered Netto Disclose Books in the Republic of Letters”, Journal of Historical Network Research 1 (2017): 25-51.
20. Matteo Vallerini et al., “The Emergence of Epistemic Communitithe SphaeraCorpus: Mechanism of Knowledge Evolution”, Journal of Historical Network Research 3 (2019): 50-91.
21. Elena Martínez Carro y Alejandra Ulla Lorenzo, “Redes de colaboración entre dramaturgos en el teatro español del Siglo de Oro: nuevas perspectivas digitales”, Rilce 35, n.° 3 (2019): 896-917.
22. David M. Brown et al., “The Preliminaries project: Geography, networks, and publication in the Spanish Golden Age”, Digital Scholarship in the Humanities 32, n.° 4 (2017). Recientemente he podido también explorar las posibilidades que ofrece el ARS planteando grafos en los que los nodos son, por ejemplo, distintas ediciones del Manual de confesores y penintentes de Martín de Azpilcueta. Natalia Maillard Álvarez, “Book Professional Networks and Azpilcueta's Manual in the 16th century Europe” (en prensa).
23. John Feather, “Book trade networks and community contexts”, en Hinks y Catherine Feely, eds., Historical Networks in the Book Trade. Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, La aparición del libro, México (México: FCE, 2005). Sobre el papel de las ferias en el negocio del libro, véase Robin Mayers, Michael Harris y Giles Mandelbrote, eds., Fairs, Markets and the Itinerant Book Trade (New Castle: Oak Knoll Press, 2007).
24. Andrew Pettegree, “Centre and Periphery in the EuropeanWorld”, Transactions of the Royal Historical Society, Sixth Series 18 (2008): 101-128.
25. Benito Rial Costas, Print Culture and Peripheries in Early Modern Europe. A Contribution to the History of Printing and the Book Trade in Small European and Spanish Cities (Leiden: Brill, 2013).
26. La importancia del mercado americano a lo largo de la Edad Moderna ha quedado ya establecida por varios investigadores entre los que podemos citar a Carlos A. González Sánchez, Los mundos del libro. Medios de difusión de la cultura occidental en las Indias de los siglos XVI y XVII (Sevilla, Universidad de Sevilla, 1999); Pedro Rueda, Negocio e intercambio cultural: el comercio de libros con América en la Carrera de Indias. siglo XVII (Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005); Cristina Gómez, Navegar con libros. El comercio de libros entre España y Nueva España. 1750-1820 (Madrid: Trama, 2011); Pedro Guibóvich, "Books, Readers, and Reading Experiences in the viceroyalties of New Spain and Peru, 16th-18th Centuries", in M. Hammon, ed., The Edinburgh History of Reading. Early Readers (Edinburgh, 2020); César Manrique, El libro flamenco para lectores novohispanos. Una historia internacional de comercio y consumo libresco (México: UNAM-IIB, 2019).
27. Carmen Álvarez Márquez, Impresores, libreros y mercaderes de libros en la Sevilla del Quinientos (Zaragoza: Pórtico, 2009).
28. Clive Griffin, Los Cromberger: historia de una imprenta del siglo XVI en Sevilla y Méjico (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1992).
29. Natalia Maillard Álvarez, "Aproximación a la creación de las redes de distribución de libros en América a través de las fuespañolas (segunda mitad del siglo XVI)", Anuario de Estudios Americanos 71 (2014): 479-503. Pese a su título, en este trabajo las redes se utilizan como una simple metáfora, sin recurrir a la formalización.
30. Sobre los factores económicos y políticos que favorecieron la penetración de las compañías extranjeras en Castilla, véase José Luis Gonánchez-Molero, “Los impresores ante el Consejo Real: el problema de la licencia y del privilegio (1502-1540)”, en Actas XIII y XIV Jornadas bibliográficas Bartolomé J. Gallardo. 2006. Agustín Sánchez Rodrigo (1870-1933). 2007. Dos pinceladas sobre mercaderes de libros en el siglo XVI (Badajoz: Unión de Bibliófilos Extremeños, 2009), 119-184.
31. Esa base de datos fue realizada gracias al proyecto HAR2017-82362-P Las redes internacionales del comercio de libros en la Monarispánica. 1501-1648 , financiado por el Gobierno de España. La Base ha seguido creciendo y actualmente incluye información de Ciudad de México y Salamanca. En el grafo que aquí se ofrece, el número de individuos registrados ascendía a 1263.
32. Natalia Maillard Álvarez, “Las grandes compañías europeas en el mercado hispano del libro durante el siglo XVI: el caso de Sevilla y Ciudad de México”, en Paloma Bravo et al. (eds.), Textes en mouvement. Transmettre, échanger, collectionner au Siècle d'Or (París: Presses Sorbonne Nouvelle, 2021), 251-263.
33. Delia Balbotín Noval, “Los Bellero, libreros en Sevilla de origen flamenco”. En Juan José Iglesias y Jaime García Bernal, Andalucía eundo atlántico moderno. Agentes y escenarios (Madrid: Silex, 2016), 737-764. Francisco de Aguilar, por su parte, aunque era castellano, llegó también a Sevilla vinculado a las compañías extranjeras. Un estudio sobre su figura y su librería puede encontrarse en Carlos A. González Sánchez y Natalia Maillard Álvarez, Orbe Tipográfico. El mercado del libro en Sevilla durante la Segunda Mitad del Siglo XVI (Gijón: Trea, 2003).
34. Una semblanza puede encontrarse en Natalia Maillard Álvarez, “Andrea Pescioni: Agente del comercio internacional de libros en Sevilla”, en Agnes Gehbald y Nora Jiménez, Libros en movimiento. Nueva España y Perú. Siglos XVI-XVIII (Michoacán: Colegio de Michoacán, 2021), 33-56.
35. Archivo Histórico Provincial de Salamanca (AHPSa), leg. 3650, f. 696. Liarcari y Terranova eran ambos italianos, vinculados a la podeamilia Giunti (conocidos como ‘los Junta' en España), una auténtica multinacional del libro moderno. Ambos habían llegado a Castilla antes de 1550. Pierres de Arasus, por su parte, era flamenco, y sabemos que actuó como criado del impresor Matías Gast Vicente Bécares Botas, Guía documental del mundo del libro salmantino del siglo XVI (Valladolid: Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2006). Puede encontrarse más información sobre los Giunti españoles en Marta de la Mano, Mercaderes e impresores de libros en la Salamanca del siglo XVI (Salamanca: Universidad de Salamanca, 1998) y en William Pettas, A History and Bibliography of the Giunti (Junta) printing family in Spain. 1514-1628 (Delaware: Oak Knoll Press, 2004).
36. Otro agente de los Giunti en Castilla.
37. Maria Cristina Misiti, "Una porta aperta sull'Europa: i de Portonariis tra Trino,Venezia e Lione. Ricerche preliminari per l'avvio degli annali", Il Bibliotecario III serie 1-2 (2008): 55-91. Sobre Pedro de Portonariis véase Natalia Maillard Álvarez, “Pedro de Portonariis y las redes internacionales del libro en Sevilla” en Manuel Fernández Chaves, Rafael M. Pérez García y Béatrice Pérez (eds.), Mercaderes y redes mercantiles en la Península Ibérica. Siglos XV-XVIII (Sevilla: Universidad de Sevilla, 2019), 155-178.
38. Anastasio Rojo Vega, "El negocio del libro en Medina del Campo. Siglos XVI y XVII", Investigaciones históricas: época moderna y contemporánea, 7 (1987): 17-26 (21).
39. Tres de los hermanos contrajeron matrimonio con mujeres de la familia Lecaron-Maldonado, vinculados al mundo del libro en Salamanca y Medina del Campo. Esto les permitió emparentar asimismo con Brígida Maldonado, esposa de Juan Cromberger y con importantes contactos tanto en Sevilla como en Nueva España. Un análisis más profundo sobre este asunto, donde se utiliza también el ARS para dilucidar la importancia de los lazos familiares, puede encontrarse en: Natalia Maillard Álvarez y Montserrat Cachero, “Knitting Ties in a Global Trade Network: The Maldonado Women and the Book Business in the Sixteenth-Century Iberian Atlantic”, en Elise Watson, ed., Gender and the Book Trade (Brill, en prensa).

Notas de autor

* Profesora titular de universidad, Departamento de Geografía, Historia y Filosofía. Universidad Pablo de Olavide. España.

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